lunes, 2 de febrero de 2015

ANSIEDAD

Es una emoción normal que se experimenta frente a la percepción de amenaza, su presencia favorece la conducta adaptativa y disminuye la conducta temeraria, podríamos decir además que en general la respuesta ansiosa es proporcional a la amenaza y se vive como necesaria y adecuada en magnitud y duración a la situación que la gatilla.


La ansiedad además se acompaña de complejos cambios fisiológicos, cognitivos y conductuales, los cuales producen un estado de alerta y excitación que permite al individuo afrontar adecuadamente la amenaza.


Por ejemplo si nos llaman del colegio de nuestros hijos y nos avisan que sufrió un accidente, sin duda nos vamos a poner ansiosos, y esto nos ayuda a movilizarnos, vamos rápidamente al colegio, llevamos a nuestro hijo a un servicio de urgencia, y una vez que se estabiliza la situación nos vamos aquietando, es decir en este caso la ansiedad nos ayudó a reaccionar de manera rápida y apropiada.


Ahora bien en psiquiatría hablamos de ansiedad anormal o patológica cuando esta es inmotivada o si está vinculada a una situación es desproporcionada al estrés que la provoca, y se mantiene incluso después que el peligro ha desaparecido. Por otro lado la vivencia de ansiedad o angustia en este caso se experimenta como algo raro, como un síntoma psíquico perturbador, carente de “legitimidad” como describía el Profesor Dr. Sergio Peña y Lillo, y en ese sentido es paralizante, bloquea la iniciativa y tiende a desorganizar la conducta, por lo que interfiere con el funcionamiento habitual del individuo.


Hablamos de estado ansioso cuando se está ansioso aquí y ahora, en cambio hablamos de rasgos ansiosos, en aquellas personas que tienen una tendencia ansiosa crónica, de muchos años, habitualmente desde pequeños o de la adolescencia.
Los principales síntomas de ansiedad podríamos agruparlos en síntomas físicos como por ejemplo palpitaciones, dificultad para respirar, sensación de ahogo o estrechamiento de la garganta, boca seca, náuseas, deseos de orinar frecuente, mareo, tensión muscular, sudoración, malestares digestivos, temblor y piel fría entre otros; y síntomas psicológicos como sensación de pavor y amenaza, pánico, terror, irritabilidad, ansiedad anticipatoria, preocupaciones invasoras, fallas de concentración, dificultad para dormir y dificultad para relajarse.


Existen diversos trastornos específicos de ansiedad, entre ellos se distingue:


  • Trastorno de Pánico: cuando la persona experimenta crisis de ansiedad muy intensa, habitualmente espontáneas, en el sentido que no son gatilladas por un evento específico inicialmente, que alcanzan su máxima expresión en pocos minutos, y que generan en la persona temor a sufrir nuevas crisis, lo que se conoce como ansiedad anticipatoria y conductas de aseguramiento y evitación, lo que implica que comienzan por ejemplo a salir acompañados, llevan botellas de agua con ellos y evitan los lugares en donde piensan que más probablemente les vendrían las crisis de pánico.
  • Trastorno de Ansiedad Generalizada: en este caso lo característico es que la persona experimenta preocupaciones invasoras difíciles de controlar, en relación a los más diversos temas personales, familiares, laborales, y que le generan sobretodo inquietud marcada, tensión muscular, fatiga, problemas del sueño, irritabilidad y dificultad para concentrarse.
  • Trastorno de Ansiedad Social: aquí la persona experimenta ansiedad en situaciones sociales, en las que teme que lo noten ansioso, teme a sonrojarse, que lo vean tembloroso, o bien que los demás se formen una opinión negativa de ella. Esto se puede dar en diversos contextos, pero habitualmente es más intenso frente a personas desconocidas, figuras de autoridad como en el colegio o el trabajo, ocasionalmente se limita principalmente a situaciones en que tiene que rendir o hablar en público. Esto en general lleva a que la persona evite situaciones sociales o las viva con mucha ansiedad.
  • Fobia Específica: en este caso la persona experimenta un miedo extremo e irracional en respuesta a algo específico, como por ejemplo miedo a volar, alturas, arañas, insectos, perros, sangre, agujas, ascensores, ratones, etc. Una fobia en general sólo se considera un problema cuando le impide vivir una vida normal.
No se conoce con certeza la causa de los trastornos de ansiedad, pero se saben varias cosas, por ejemplo que nuestro cerebro está “cableado” para la ansiedad, ya que como vimos arriba es una emoción que mejora las posibilidades de sobrevivencia y nos permite afrontar de mejor manera el peligro, se sabe también que hay personas en que este “cableado” tiene un “mayor ancho de banda” en el sentido que su cerebro experimenta con más facilidad la ansiedad, ya sea por una genética y biología ansiosa, o bien porque su historia de vida favoreció que su cerebro experimente con más facilidad la ansiedad.


Por cierto siempre se debe descartar siempre que ciertas enfermedades médicas como las alteraciones de la glándula tiroides u otras estén causando un estado de ansiedad.


En relación al tratamiento de los trastornos de ansiedad, podemos decir que existen medicamentos e intervenciones psicoterapéuticas muy eficaces. Entre los medicamentos se utilizan habitualmente antidepresivos con propiedades antiansiosas y ansiolíticos. En relación a la psicoterapia la que tiene más evidencia en los trastornos de ansiedad es la psicoterapia cognitiva-conductual.


Lo importante es que frente a un estado de ansiedad anormal busque ayuda especializada, lo que mejora significativamente el pronóstico y la calidad de vida en el largo plazo.


A continuación 7 consejos generales sobre cómo afrontar la ansiedad y el estrés:


Tómese 15 a 20 minutos diarios para estar tranquilo, respirar profundo y pensar en una situación placentera.

Aprenda a aceptar las cosas que no puede cambiar. No tiene porqué resolver todos los problemas de la vida. Focalice la atención en lo positivo.

Realice actividad física regular.

Dieta balanceada. Limite el consumo de cafeína, alcohol y evite fumar.

Organice adecuadamente su tiempo y horarios, aprenda a decir NO.

Sea tolerante y flexible, acepte el cambio y respete las visiones diferentes a la suya.

Sonría, una dosis regular de entusiasmo y humor es un poderoso antídoto contra el estrés.

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