miércoles, 4 de julio de 2018

DRUIDAS

Los druidas fueron personas de la clase sacerdotal en Gran Bretaña, Irlanda, algunas zonas del norte de España, la Galia, y posiblemente otras partes de la Europa Céltica durante la Edad de Hierro, e incluso antes.

Los druidas eran personas que representaban a la clase intelectual celta. 

Tenemos constancia de que los escritos más antiguos sobre estas personas corresponden al siglo III a.C y pertenecen Posidonio, un escritor griego. 

No obstante, otros autores han hablado también sobre ellos, como Julio César. Según éste último, en la Galia estaban los nobles y los druidas. Afirma que los druidas se encargaban de los temas públicos y judiciales. 

Existe una clasificación entre ellos según las funciones que desempeñaban. Así los Druids tenían poderes mágicos, los Filidhs predecían el futuro y los Bairds se encargaban de la tradición oral.

Magos y brujos en el imaginario colectivo, los druidas eran en realidad filósofos y teólogos. Gracias a su larga y exigente educación, adquirieron un prestigio sin igual en la antigua Galia.

Galia (en latín: Gallia). Es el nombre romano dado a una región de la Europa occidental actualmente ocupada por Bélgica, Francia, el oeste de Suiza, el norte de Italia y zonas de Alemania y los Países Bajos al oeste del Rin. También las islas británicas (Gales, Inglaterra e Irlanda) actuales estaban pobladas por tribus celtas.




"En la Galia existen filósofos y teólogos respetados a un grado máximo, llamados “druidas” [...] Se les considera como los hombres más justos [...] A menudo reflexionan acerca de los astros y su movimiento, del tamaño del mundo y de la Tierra, del poder de los dioses inmortales y sus aptitudes; transmiten a la juventud todo este saber." Con estas palabras de admiración se refería a los druidas galos uno de los mayores sabios de la Antigüedad, el filósofo Posidonio de Apamea.

VER: Los Misterios de los Druidas



Tras haberlos conocido de primera mano en un viaje que realizó a la Galia en el año 100 a.C., Posidonio redactó un informe en el que describía a los druidas con palabras griegas inequívocas, como "filósofo" o "teólogo", lejos de la confusa y hoy en día popular imagen que ve a los druidas como sacerdotes de una religión ancestral, magos o incluso hechiceros. Esta opinión no tiene nada de excepcional. Desde el siglo IV a.C., diversos autores griegos utilizaron el mismo término de "filósofos" para referirse a los druidas de la Galia, dándoles de este modo el mismo estatus que tenían los "magos" para los persas. Incluso se preguntaban si los druidas no estaban más avanzados en cuanto a sabiduría.
Un dios celta
Dios de Bouray -
sur-juine, principios
del S 1 d. C

¿Acaso practicaron la filosofía antes que ellos?

En esa época, el término "druida" ya se conocía en las orillas orientales del Mediterráneo: servía para referirse a "aquellos que mejor ven y perciben lo que vendrá; los que adivinan". 

En Grecia se comparaba a los druidas con los pitagóricos, los discípulos del gran filósofo y matemático Pitágoras; ambos grupos conformaban, en cierto modo, sectas cerradas, elitistas, que cultivaban el secretismo y prohibía poner por escrito sus enseñanzas, transmitidas oralmente.

Al igual que los pitagóricos, los druidas creían en la existencia de un alma inmortal, llamada a reencarnarse perpetuamente.

 Compartían la predilección por el estudio del universo y los números. Las dos escuelas profesan una filosofía cuyo objetivo era lograr que las relaciones entre los hombres fueran más armoniosas, dato que presagiaba su intervención en asuntos políticos. Algunos creían que los druidas fueron alumnos del mismo Pitágoras, y otros que éste fue alumno suyo. 

Lo más probable es que ni Pitágoras ni los druidas hayan tenido jamás contacto, aunque es posible que los colonos foceos establecidos en Marsella hubieran servido de intermediarios entre ambas escuelas. Con todo, los sabios galos fueron considerados grandes intelectuales tres o cuatro siglos antes de la conquista romana de la Galia.



EL ORIGEN DE LOS DRUIDAS

¿Cómo pudieron aparecer los druidas de forma tan precoz en ese mundo galo que nos parece tan oscuro y arcaico? La comparación con las demás civilizaciones de las orillas del Mediterráneo nos aporta una explicación. Aquí y allá hubo entonces hombres que se dedicaron al estudio astronómico, probablemente con una finalidad adivinatoria. Lo mismo hicieron los druidas, que muy pronto pudieron crear un calendario basado en el doble recorrido del sol y de la luna. Tal realización fue el resultado de una constante observación de los astros durante siglos, una práctica que los familiarizó primero con el cálculo, luego con la geometría y, por último, con las ciencias en general.

UN JABALÍ ESTILIZADO

Las insignias militares 
representaban figuras 
animales completas, pero
 muy estilizadas. Bajo 
estas líneas, un 
jabalí encontrado 
en Neuvy-en-Sullias. 
Principios de la época
gala, siglo I a.C. Museo 
Histórico y Arqueológico,
Orleans.


Todos estos conocimientos hicieron que, en un mundo dominado por unas élites aristocráticas ocupadas en hacer la guerra, se considerara a los druidas como grandes sabios que debían ser respetados y escuchados. Fue así como, a partir del siglo V a.C., los druidas alcanzaron una posición preeminente en los asentamientos galos. Así lo atestiguaba el filósofo Dion Crisóstomo: «Los druidas dominan el arte adivinatorio así como todas las ciencias. Los reyes no pueden tomar decisiones sin su consentimiento. 

También cabe decir que ellos son los que mandan y que los reyes son sus ministros, los servidores de su sabiduría; éstos se sientan sobre tronos de oro, viven en hermosas casas y gozan de suntuosos banquetes».


Entre el siglo V y II a.C., el paisaje de la Galia se transformó por completo. Carreteras y vías fluviales la atravesaron en todas direcciones, y la agricultura y la ganadería se desarrollaron de forma espectacular, así como la artesanía sobre madera y la metalurgia. En este desarrollo tuvo mucho que ver la influencia griega, a través de los comerciantes y colonos que llegaron a las costas de la Galia, hasta tal punto que los galos llegaron a ser conocidos por sus vecinos como «filohelenos». Fue una «edad de oro» en la historia de la Galia, una época mítica en la que los sabios druidas gobernaban la comunidad si no políticamente, sí espiritualmente.

LOS ALINEAMIENTOS DE CARNAC

Lejanos ancestros de los druidas alinearon estas piedras entre los milenios V y II a.C. Al igual que los sabios de la Galia, los constructores de Carnac se interesaron por la astronomía.





DRUIDAS, VATES, BARDOS ...

Aquélla fue precisamente la razón de que el filósofo y científico griego Posidonio de Apamea quisiera visitar la Galia en torno al año 100 a.C. Posidonio llevó a cabo una serie de investigaciones geográficas, históricas y meteorológicas, pero sobre todo afirmó haber conocido a los druidas, de los que dejó una descripción muy precisa. Aunque no se ha conservado el original de su obra, ésta fue copiada o resumida por Julio César, Diodoro de Sicilia y Estrabón. Sabemos así que, además de los druidas, existían otras dos órdenes de religiosos que se ocupaban de los asuntos sagrados. De las dos, los bardos eran los más conocidos. 

En su origen, estos poetas inspirados cantaban sus obras mientras tocaban una lira de siete cuerdas que producía una cautivadora música melódica. Su palabra era sagrada, incluso se consideraba que estaba directamente inspirada por los dioses, y disponían de un poder considerable sobre la población.

Los bardos actuaban como auténticos censores de la sociedad, dedicaban elogios a algunos personajes y les ayudaban a ocupar cargos políticos, mientras que a otros les dirigían crueles sátiras que podían acabar con sus carreras. Los druidas, que reivindicaban el conocimiento exclusivo de los dioses y del universo, los consideraban sus rivales y se enfrentaron a ellos, al parecer con cierto éxito: cuando Posidonio viajó a la Galia, los bardos ya no eran más que bufones a sueldo de unos cuantos aristócratas adinerados. Los vates, por su parte, llamados «ovates» o «eubagos», constituían una tercera orden religiosa entre los galos. 

De origen muy antiguo, practicaban la adivinación mediante el sacrificio de animales e incluso a veces de seres humanos. Pero los druidas también los fueron suplantando progresivamente. Es probable que los vates se dedicasen más tarde a oficiar el culto público.

Sólo ellos podían conocer la naturaleza de los dioses, sus deseos y la manera de honrarlos


Así pues, los druidas pretendían ser los únicos intermediarios entre los hombres y los dioses. Como inventores del calendario, eran ellos quienes decidían las fechas de las fiestas religiosas; como teólogos, sólo ellos podían conocer la naturaleza de los dioses, sus deseos y la manera de honrarlos. Esa posición clave en la práctica del culto les permitió impulsar una profunda reforma de la vida religiosa en la Galia antes de la conquista romana.
La cosecha de muérdago

Se recolectaba el sexto día de la luna con una hoz
de oro. Con las bayas se preparaban brebajes para
curar a los enfermos. 
Óleo por H. P. Motte. Museo Galorromano, Lyon.

VER: Druidas(2001) - Película


TEMPLOS Y BANQUETES

Con los druidas, la religión ya no se limitó a la esfera privada, sino que adquirió una función social y política. Sus conocimientos en astronomía y geometría les permitieron levantar majestuosos santuarios para la comunidad, equivalentes a los templos griegos y romanos. 

Los fieles dejaron de ser simples individuos para convertirse en comensales que compartían la carne con los dioses en el marco de grandes banquetes. Muy apreciados por los guerreros, estos festines revestían una forma tanto religiosa como política. 

Así, se invitaba a los guerreros a ofrecer a los dioses la mayor parte del botín de guerra y, a cambio, los druidas los declaraban ciudadanos de pleno derecho.

Los druidas convencieron a los galos de que abandonaran los sacrificios humanos; en el caso de los criminales, eran ejecutados después de procesos en los que los druidas actuaban como jueces. 

En cuanto a las ofrendas a los dioses, adoptaban dos formas: el sacrifico de animales domésticos – buey, cerdo, cordero– y la ofrenda de armas y objetos preciosos. También cambió la imagen de los dioses, la concepción del universo y el destino del hombre. 




El extraño panteón de los galos que nos transmite Julio César en su Guerra de las Galias, en un pasaje copiado sin duda de Posidonio, es el de los druidas tal como éstos lo expusieron al viajero griego: «La divinidad que más adoran es Mercurio… Luego vienen Apolo, Marte, Júpiter y Minerva, de los cuales tienen una concepción semejante a la de las otras naciones». Estos dioses prodigaban sus virtudes a los hombres para hacerlos más sociables y acogedores con los extranjeros y, sobre todo, con los mercaderes.


El santuario de Stonehenge

Este gran complejo megalítico situado en el sur de Inglaterra inspiró en el siglo XVIII un movimiento que abogaba por la restauración de la tradición druídica. Hoy en día sigue siendo un lugar emblemático del neodruidismo.


STONEHENGE

Los Secretos de Stonehenge. 


Así como en otros edificios prehistóricos(siglo XX AC),  la construcción sigue la llamada proporción áurea cuya relación se establece en el ancho de la Herradura de megalitos de tres piedras grises azuladas y el diámetro del Círculo Pagano o Druida.











LOS PRIMEROS CIENTÍFICOS

“La vida terrenal carecía de valor alguno, por ello, nunca dejaron monumentos u obras de arte que testimoniasen su ingenio”

Según los relatos de Posidonio, los druidas profesaban una forma de panteísmo: identificaban la divinidad con el cosmos entero y los hombres participaban en el ciclo perpetuo de la naturaleza. Sólo importaba la pureza del alma. Todo lo demás, la vida terrenal y sus muestras materiales, carecía de valor alguno. Por ello, los galos nunca dejaron monumentos u obras de arte que testimoniasen su ingenio.

Los druidas pusieron su talento al servicio del conocimiento en ámbitos muy variados. Posidonio nos revela que se dedicaban principalmente a la «fisiología», es decir a las ciencias naturales, la física, la química, la geología, la botánica y la zoología. Como los griegos, los druidas especulaban sobre la composición de la materia y trataban de aislar sus principales componentes: el aire, el agua y el fuego. Imaginaron un fin del mundo que se produciría por la separación de estos tres elementos y acabaría con el dominio absoluto del fuego y del agua. 

Sin embargo, este fin del mundo se inscribía en un ciclo perpetuo de renacimiento y destrucción. Según Plinio el Viejo, los druidas clasificaron las especies vegetales y animales y estudiaron los usos que el hombre podía darles. En cuanto a la farmacopea, cabe destacar que los galos atribuyeron al muérdago numerosas propiedades, y las investigaciones actuales han demostrado que esta planta posee grandes poderes terapéuticos, sobre todo en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.

Los druidas destacaron también en el campo del arte. En particular, las composiciones del llamado estilo plástico revelan una espiritualidad que sólo podía provenir de una élite intelectual que reflexionaba acerca del papel de la imagen. Por otra parte, su saber también tuvo aplicaciones prácticas. En el campo de la agricultura desarrollaron, por ejemplo, el abono con estiércol, mientras que en el de la metalurgia cabe atribuirles la invención del hierro forjado y de la hojalata.


los Druidas eran Sacerdotes; y de la peor especie que se haya registrado en la Historia de la Humanidad.

Las opiniones son encontradas, cuando se refieren a la moral del Druida, un General pederasta como Julio César (100-44 A.J.C.) los halló agradables e incluso envió al Druida Viviciano a Roma como Embajador. Pero en el aspecto moral, el futuro cónsul dejaba mucho que desear; en cambio Estrabón (60 A.J.C.), célebre geógrafo griego, contemporáneo del anterior, menciona actos de tremenda crueldad "que se oponen a nuestras costumbres" y relata cómo los Druidas realizaban augurios "leyendo" los profundos dolores de una víctima apuñalada por la espalda. También eran afectos a los sacrificios humanos, los que consumaban introduciendo a las víctimas en una enorme máscara de mimbre a la que luego prendían fuego.

Los Druidas "consideraban un deber cubrir sus altares con la sangre de sus prisioneros y consultar a las Deidades en las entrañas humanas" escribió Tácito.

En este documental se desvela que estos sacerdotes practicaban el sacrificio humano ritual e incluso el canibalismo. Esta idea era conocida desde época romana, pues distintos autores, como Plinio el Viejo o el propio Julio César relataron en sus escritos algunas de las supuestas prácticas salvajes de los druidas. Sin embargo, hasta el momento los historiadores no habían concedido crédito a esta posibilidad, considerando los testimonios romanos --y a falta de evidencias arqueológicas-- como mera propaganda de guerra.

Un punto de vista que parece haber cambiado tras algunos hallazgos recientes. Uno de ellos es el del llamado Hombre de Lindow, un cuerpo momificado que data de hace 2.000 años y que fue descubierto en Inglaterra en la década de 1980. Según los expertos, este cadáver --al parecer perteneciente a un noble-- muestra signos de haber sufrido un duro martirio durante un sacrificio ritual, como explica la arqueóloga Miranda Aldhouse-Green, de la Universidad de Cardiff.

Otro hallazgo, aún más macabro, se produjo en el año 2000 en Alveston, Inglaterra. Allí, en una cueva de la localidad, los arqueólogos han descubierto los cadáveres de 150 personas que, al parecer, fueron sacrificadas en la época de la conquista romana. Para sorpresa de los estudiosos, los restos de Alveston manifestaban signos de haber sufrido canibalismo. En opinión de Aldhouse-Green y otros expertos, estas prácticas rituales seguramente pretendían obtener el favor de los dioses, en busca de una victoria frente a los invasores romanos.





UN PODER EN LA SOMBRA.

Los druidas estaban muy implicados en la vida política de su sociedad. Eran los únicos que poseían los recursos intelectuales y técnicos suficientes para llevar a buen término negociaciones y redactar tratados, entre otras cosas. Establecieron las primeras leyes y prepararon las constituciones de algunos pueblos galos, como es el caso de los eduos, entre quienes los druidas supervisaron el nombramiento de sus magistrados. Gozaban asimismo de un estatus cívico privilegiado: no tenían que pagar impuestos ni cumplir con ningún tipo de obligación militar. Además, su influencia no se limitaba sólo a los distintos pueblos-Estado, sino que se extendió al conjunto del territorio que progresivamente se fue convirtiendo en una realidad geográfica y política: la Galia.


"Los druidas estaban muy implicados en la vida política de su sociedad y gozaban de un estatus cívico privilegiado".

Muy pronto, los druidas repartidos por la región céltica y por Bélgica se federaron. Cada año se reunían en una gran asamblea y debatían sobre cuestiones teológicas, pero también sobre los últimos avances científicos. Se elegía a un Gran Druida, el equivalente a un jefe político, que conservaba dicho título honorífico hasta su muerte. El lugar de la asamblea se situaba en el centro de la Galia; en el siglo II a.C. –el momento en el que la Galia alcanzó su extensión máxima, desde la desembocadura del Rin hasta los Pirineos, desde el océano hasta el extremo de la meseta suiza– los druidas se reunían en tierras de los carnutos, cerca de la actual ciudad de Orleans. En el curso de esta gran asamblea, los druidas impartían justicia; y los pueblos que se comprometían a acatar las decisiones tomadas a un nivel superior, ya nacional, acudían allí a exponer sus desavenencias.

EL INEVITABLE DECLIVE 

El extraordinario prestigio que rodeó a los druidas no duró eternamente. Su misma implicación en los asuntos políticos, diplomáticos y judiciales les hizo perder su carisma espiritual ante sus compatriotas. Pero lo que les afectó más profundamente fue la creciente influencia de la cultura romana. La invasión de productos de lujo a través de los comerciantes romanos cambió los hábitos de la aristocracia indígena y fue erosionando las creencias tradicionales de los galos, incluida la fe en el poder de los druidas. 

Es característico el caso del eduo Diviciaco, único druida cuyo nombre conocemos. Como primer magistrado de su ciudad colaboró activamente en la conquista romana y se hizo amigo de César, pero puso el mayor empeño en ocultar su oficio; al contrario que sus lejanos predecesores, probablemente no se enorgullecía de él, pese a que su educación druídica le había permitido convertirse en un experto de la adivinación a través de los números.

Con la conquista romana, los adversarios de César fueron eliminados y gran parte de la nobleza asimiló los valores de Roma. Los últimos druidas auténticos acabaron desapareciendo. Los que reivindicaron ese título algunas décadas o siglos después no eran ya sino adivinos o brujos de poca monta. Ninguno había recibido la estricta educación oral que había sido el secreto de los druidas: veinte años de estudios en los que los aspirantes a druida adquirían el inmenso conocimiento de sus mayores.



REFERENCIA: http://www.nationalgeographic.com.es/


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