viernes, 20 de diciembre de 2024

(IPoM) INFORME DE POLÍTICA MONETARIA DICIEMBRE 2024.

¿Qué nos dice este IPoM?



La inflación ha sido algo mayor que lo previsto, especialmente en su componente subyacente.

Diferencias entre la inflación subyacente y la inflación

Recordemos que con la inflación y cómo a través del IPC (Índice de Precios al Consumo) medimos la evolución de los precios de la economía de un país de manera conjunta. Ahora vamos a centrarnos en la inflación subyacente que, aunque está estrechamente ligada a la inflación, sirve para identificar y entender de una forma más clara y precisa la evolución de los precios.

La inflación tradicional se diferencia de la subyacente en dos aspectos principales:

  1. . El primero es que la inflación tradicional tiene en cuenta la evolución de precios a nivel general en un listado muy amplio que contiene los productos y servicios que consumimos (IPC).           En cambio, la subyacente no considera para su cálculo a la energía (electricidad, gasolina, gas…) ni a los alimentos no elaborados (frutas, verduras…), aunque sí todo lo demás: alimentos procesados, ropa, restauración, comunicaciones, etc.
  2. . El segundo aspecto que diferencia a la subyacente tiene que ver con el tiempo de medición, pues, generalmente, la inflación se utiliza para comparar la evolución de los precios a largo plazo, como, por ejemplo, de forma anual para analizar así su comportamiento año tras año.

Banco Central proyectó que la economía crecerá 2,3% este año y en un rango entre 1,5% y 2,5% para 2025 y 2026. En tanto, la inflación cerraría en 4,8% y subiría a un 5% en el primer semestre del próximo año.

La Comisión de Hacienda del Senado analizó el último Informe de Política Monetaria (IPoM) presentado por el Banco Central, que evidencia un panorama económico complejo para Chile, marcado por desafíos en crecimiento, empleo e inflación.

CRECIMIENTO ECONÓMICO:

  • . El Banco Central proyecta un crecimiento del PIB de 2,3% para 2024, levemente inferior al 2,4% estimado por Hacienda.
  • . Para 2025 y 2026, se mantiene un rango estimado de crecimiento entre 1,5% y 2,5%.
  • . La actividad económica del tercer trimestre estuvo dentro de lo previsto, aunque con una demanda interna más débil.

INFLACIÓN:

  • . La inflación anual alcanzó 4,2% en noviembre, superando las expectativas previas, debido a:

.. Depreciación del peso chileno.

.. Factores externos como el fortalecimiento del dólar y tensiones globales.

  • . Se espera que la inflación cierre el 2024 en 4,8% y fluctúe alrededor del 5% durante el primer semestre de 2025 para converger hacia la meta del 3% a inicios de 2026.

FACTOTRES ECONÓMICOS EXTERNOS.

  • . La  depreciación del peso ocurre en un contexto de incertidumbre global, influenciado por:

.. Tensiones bélicas.

.. Cambios en el comercio internacional.

.. Expectativas sobre las políticas económicas del nuevo gobierno de Estados Unidos.

  • . El incremento salarial ha impactado directamente en el IPC, sumándose a las presiones de costos para las empresas.

NOTA:  Este informe subraya la necesidad de enfrentar un panorama económico complicado con medidas claras y colaboración interinstitucional para mitigar los impactos de la inflación, fomentar el empleo formal y sustentar un crecimiento sostenido.

Concluyendo: IPoM: ECONOMÍA CHILENA atraviesa una "TURBULENCIA INFLACIONARIA"

La economía chilena enfrenta una turbulencia inflacionaria de corto plazo debido a diversos factores como el aumento en tarifas eléctricas, costos laborales y presiones en el peso y el IPC. 

 El shock por el alza eléctrica concluirá en enero de 2025, y pronosticó que la inflación se mantendrá en torno al 5% en el primer semestre del próximo año, para luego descender y cerrar en diciembre del 2025 en un 3,6%.

La inflación diciembre 2024, ha La inflación ha sido algo mayor que lo previsto, especialmente en su componente subyacente.

Ipom de diciembre: advierten complejas señales en materia de crecimiento e inflación y llaman a enfrentar desafíos.

  • A continuación, un resumen detallado del Informe de Política Monetaria de diciembre 2024

La inflación se sitúa por sobre lo que se anticipaba hace unos meses.

La variación anual del IPC se ubicó en 4,2% en noviembre y se espera que cierre el año en 4,8%, para luego fluctuar en torno a 5% durante el primer semestre de 2025.

 Esta mayor trayectoria inflacionaria en el corto plazo responde a una combinación de factores de costos. Por una parte, está la apreciación global del dólar —que ha elevado el tipo de cambio—, provocada por el aumento de la incertidumbre mundial. Por otro, está el alza de los costos laborales locales.

Estos shocks se han dado de forma simultánea, lo que ha contribuido al estrechamiento de los márgenes de operación de las empresas y lleva a un traspaso a precios finales superior a lo previsto anteriormente.

A mediano plazo, las presiones de costos tenderán a ceder y la evolución de la inflación estará determinada por el comportamiento de la demanda interna, en particular por un menor desempeño del consumo de los hogares.

Este se mantuvo más bien plano en el segundo y tercer trimestre de este año, en medio de un bajo dinamismo de la creación de empleo, la depreciación real del peso y expectativas que se mantienen pesimistas.

La convergencia de la inflación a la meta no será muy distinta de lo estimado previamente, con perspectivas para la actividad que no tienen grandes cambios, pero con un consumo que crecerá menos que lo considerado en septiembre.

El balance de riesgos para la inflación está sesgado al alza en el corto plazo, lo que releva la necesidad de cautela. Esto significa que el Consejo irá acumulando información respecto de la marcha de la economía para evaluar la oportunidad en que se reducirá la tasa de política monetaria (TPM) en los próximos trimestres.

A noviembre, la variación anual del IPC total y subyacente (sin volátiles) se ubicó en 4,2 y 4,0%, respectivamente. Estas cifras superaron lo previsto en el IPoM pasado, en especial en los componentes subyacentes tanto de bienes como de servicios (gráfico 1)

La inflación se sitúa por sobre lo que se anticipaba hace unos meses. La variación anual del IPC se ubicó en 4,2% en noviembre y se espera que cierre el año en 4,8%, para luego fluctuar en torno a 5% durante el primer semestre de 2025. 

La dinámica inflacionaria reciente ha estado influida por el aumento conjunto de varios factores de costos, entre los que destacan la depreciación del peso, mayores costos laborales y aumentos de las tarifas eléctricas (gráfico 2). 

Las expectativas de inflación de corto plazo han subido, mientras que a dos años plazo se ubican en torno a la meta de 3%.Esta mayor trayectoria inflacionaria en el corto plazo responde a una combinación de factores de costos. Por una parte, está la apreciación global del dólar —que ha elevado el tipo de cambio—, provocada por el aumento de la incertidumbre mundial. Por otro, está el alza los costos laborales locales. 

Estos shocks se han dado de forma simultánea, lo que ha contribuido al estrechamiento de los márgenes de operación de las empresas y lleva a un traspaso a precios finales superior a lo previsto anteriormente.

La depreciación del peso respecto del IPoM anterior se origina principalmente en un fortalecimiento global del dólar, en medio de un escenario mundial más incierto.

Los focos de incertidumbre se relacionan con las tensiones bélicas en curso, los temores en torno a la situación fiscal y de deuda soberana en el mundo y el impacto de una posible reconfiguración del comercio internacional.

Ello se da en un contexto de dudas respecto de las políticas que adoptará el nuevo gobierno de Estados Unidos (gráfico 3).



Por su parte, la Reserva Federal inició el recorte de su tasa en septiembre, mitigando un riesgo que había sido importante hasta hace poco, aunque persiste la incertidumbre sobre la velocidad y el punto de llegada que tendrá dicho proceso.

En este escenario, las tasas de interés de largo plazo permanecen altas a nivel global y se estima que este conjunto de elementos continuará influyendo en las condiciones de financiamiento internacionales (Recuadro I.1) (gráfico 4).


Los indicadores de salarios han mostrado tasas de expansión significativas, pese a la debilidad del panorama por el lado del empleo.

 El incremento de los salarios se explica por un conjunto de factores, como la recuperación de las remuneraciones reales tras la alta inflación de años previos y el reajuste del sueldo mínimo. Medido en términos reales, el aumento anual del Índice de Costos Laborales (INE) ha superado sus promedios históricos en los últimos meses. 

A su vez, indicadores obtenidos a partir de registros administrativos (AFC) dan cuenta de que la variación real anual de los salarios se ha mantenido elevada durante el último año. Esto ha tenido efectos directos en algunos ítems del IPC, al mismo tiempo que se suma a las presiones de costos ya mencionadas para las empresas.

Aunque la actividad del tercer trimestre se ubicó en línea con lo anticipado en el IPoM de septiembre, la demanda interna creció menos que lo previsto. Por sectores, destacaron los resultados favorables de la industria y la minería del cobre, frente al desempeño más bajo de los servicios financieros y empresariales, que se suma a la prolongada debilidad de la construcción (gráfico 5).


Información parcial del cuarto trimestre, en particular el Imacec de octubre, da cuenta de un aumento de la actividad. Este resultado incluye el impacto de elementos transitorios de oferta en algunos rubros, factores cuya recurrencia ha agregado volatilidad a las cifras a lo largo del año. 

Por su lado, el menor dinamismo del gasto se explica por un consumo privado más débil, el que tuvo como contrapartida un mayor consumo público. En paralelo, la economía se ha visto impulsada por la demanda externa, como refleja la evolución de las exportaciones de bienes y servicios (gráfico 6).


El menor crecimiento del consumo privado ocurre en un contexto de bajo dinamismo de la creación de empleo. Los datos que reportan las encuestas y los registros administrativos muestran una caída o estancamiento en varias dimensiones, como en la ocupación formal (AFC y AFP), en el empleo de algunos sectores (INE) y también en grupos de menor nivel educacional (INE) (gráfico 7).

A la lentitud de la creación de empleo contribuyen la baja inversión que se ha registrado desde hace varios trimestres en los sectores no mineros, la evolución de la actividad en los rubros más demandantes de empleo —como la construcción— y el alza de los costos salariales. La masa salarial real ha tendido a moderar su recuperación, incidiendo en el ingreso disponible para el consumo.

El desempeño de la formación bruta de capital fijo (FBCF) ha estado en línea con lo anticipado en septiembre. Este sigue marcado por un comportamiento dispar entre componentes y sectores. Maquinaria y equipos mantiene un mayor dinamismo frente al estancamiento de construcción y obras desde hace varios trimestres. Por rubros, la dinámica de la inversión en la minería vuelve a contrastar con el rezago de otros sectores (gráfico 8).

El crédito se mantiene débil, dando cuenta de una demanda por financiamiento aún acotada, en un contexto donde las tasas de colocación de corto plazo continúan reflejando los recortes de la TPM. Desde sus máximos recientes, estas han retrocedido alrededor de 600 y 700 puntos base (pb) en las carteras de consumo y comercial, respectivamente (gráfico 9). 


 Las tasas de interés de largo plazo (BTP10) estaban en niveles cerca de 10pb menores al cierre estadístico de este IPoM respecto del de septiembre.

Proyecciones

En el corto plazo, el principal ajuste del escenario central de este IPoM es la incorporación de mayores presiones de costos. La proyección también considera un mayor traspaso de los costos a precios en los próximos meses respecto de estimaciones previas, dada la simultaneidad con que han ocurrido los distintos shocks de costos y la mayor estrechez de los márgenes de operación de las empresas. La inflación subyacente lidera las revisiones, con una inflación promedio que en 2025 será 0,5 puntos porcentuales mayor a lo previsto en septiembre. Para la inflación total, ello es compensado parcialmente por correcciones a la baja en algunos precios externos, en particular de los combustibles.

Hacia el mediano plazo, las presiones inflacionarias estarán dominadas por perspectivas más débiles para la demanda interna (gráfico 10)

 y presiones de costos que irán cediendo, entre ellas la reducción gradual del tipo de cambio real (TCR). Ello, aun cuando la disminución de la carga financiera de las personas y de las tasas de interés de corto plazo apoyarán la recuperación del consumo (Recuadro I.2).

En el escenario central, la inflación anual subirá en los próximos meses, fluctuando en torno a 5% durante el primer semestre de 2025. Luego comenzará a reducirse, cerrando ese año en 3,6% y convergiendo a 3% en los primeros meses de 2026 (gráfico 11).


Las proyecciones para la FBCF igualmente disminuyen, a la vez que ratifican diferencias entre sectores (gráfico 12).

 

El catastro de la Corporación de Bienes de Capital continúa anticipando un mayor dinamismo de la inversión minera en 2025 respecto de otros rubros, divergencia que también reporta el Informe de Percepciones de Negocios y se confirma en las fuentes de información tributaria de alta frecuencia. El principal factor tras el ajuste de la proyección es el estrechamiento de las condiciones financieras externas —en el marco de la alta incertidumbre internacional—, vía una mayor persistencia de las tasas de interés de largo plazo en niveles elevados y una depreciación del peso.

Los rangos de crecimiento del PIB previstos para 2025 y 2026 se mantienen en 1,5-2,5%. Esto incorpora un gasto público más elevado y un mayor empuje del sector externo que se compensan por el menor impulso previsto para el gasto de hogares y empresas. Esto último también incide en la estimación de 2,3% de crecimiento para este año, en la parte baja del rango señalado en septiembre (2,25-2,75%).

Respecto de lo considerado en septiembre, se estiman valores algo más negativos de la brecha de actividad hasta fines de 2025, los que contribuirán a mitigar las presiones inflacionarias. Luego, la brecha retornará a sus niveles de equilibro en la medida en que la economía se mantenga creciendo en torno a su tendencia, la demanda se recupere y continúen los recortes a la TPM. La evaluación respecto del nivel de la brecha de actividad es coherente con una brecha del mercado laboral que se estima acotada (Recuadro II.1) (gráfico 13).

Las proyecciones incluyen una expansión real del gasto público coherente con la contenida en la Ley de Presupuestos recientemente aprobada. Como supuesto de trabajo, se sigue contemplando que el proceso de consolidación de las finanzas públicas continuará en marcha. Con todo, los próximos años ofrecen una situación desafiante para el cumplimiento de la regla fiscal.
Las estimaciones para el déficit de la cuenta corriente durante el próximo bienio se reducen levemente. Esto considera un mayor dinamismo de las exportaciones de bienes y servicios asociado a la depreciación del peso, incluido el consumo derivado del turismo y mayores volúmenes enviados. Las importaciones también tendrán una expansión menor dada la evolución de la demanda interna.

En cuanto a la actividad mundial, la proyección reitera un crecimiento de los socios comerciales cercano a 3% para el período 2025-2026. La estimación reconoce la mayor probabilidad de una desaceleración más moderada que lo anticipado previamente para Estados Unidos, cuyos últimos datos han sorprendido de manera positiva. Asimismo, las perspectivas siguen mostrando un menor crecimiento de China durante los próximos dos años. En este contexto, el precio promedio del cobre se irá acercando hacia valores en torno a US$4,3 a lo largo del horizonte de proyección (gráfico 14).


Política monetaria

El panorama inflacionario de corto plazo se ha tornado más desafiante producto de mayores presiones de costos. En el escenario central de proyección de este IPoM, estas harán fluctuar la inflación en torno a 5% durante el primer semestre de 2025. Con todo, en el mediano plazo, la mayor debilidad de la demanda interna mitigaría las presiones inflacionarias. De este modo, de concretarse los supuestos del escenario central, la TPM seguirá una trayectoria decreciente en el horizonte de política.

El balance de riesgos para la inflación está sesgado al alza en el corto plazo, lo que releva la necesidad de cautela. Esto significa que el Consejo irá acumulando información respecto de la marcha de la economía para evaluar la oportunidad en que se reducirá la TPM en los próximos trimestres.

En este IPoM, el escenario de sensibilidad que define el borde superior del corredor de la TPM está asociado a un mayor impacto de las presiones de costos. Una intensificación de estas y/o un traspaso más alto a precios finales podría provocar escenarios de inflación más elevada, lo que también incrementaría los efectos de segunda vuelta y la posibilidad de observar una persistencia más alta. Los riesgos de corto plazo en torno a estos escenarios son mayores, considerando la incertidumbre global y los niveles que alcanzará la inflación en el escenario central de proyecciones. De concretarse un panorama como este se requeriría una estrategia de política monetaria más contractiva que la del escenario central.

El límite inferior se relaciona con los efectos de la mayor incertidumbre y debilidad del escenario internacional en la evolución del gasto interno. Un empeoramiento más marcado de las condiciones de financiamiento globales, asociado a una agudización de los focos de incertidumbre vigentes, restaría aun más impulso al gasto de los agentes, especialmente en la inversión. Podría sumarse un escenario en que el deterioro del empleo fuera mayor que lo previsto. Ello provocaría holguras de capacidad discordantes con la convergencia de la inflación a la meta de 3%, exigiendo reducciones más significativas de la TPM.

Los escenarios de riesgo se vinculan a la situación global, en particular del lado financiero, pero con consecuencias más severas que podrían llevar a movimientos de la TPM por fuera del corredor. Desenlaces más extremos en el ámbito del comercio, los conflictos bélicos en curso o la situación fiscal en varias economías no permiten descartar episodios más complejos de aversión al riesgo en los mercados financieros. Esto podría dar paso a escenarios de una depreciación cambiaria más pronunciada y de mayor contracción de la actividad, considerando además que las tasas largas han mostrado un rol amortiguador más débil frente a la ocurrencia de shocks negativos, en particular en Estados Unidos (Recuadro I.1).



FUENTE: Santander    //Banco Central     // Tiempo 21   //

EDICIÓN: Erika Rojas Portilla


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