Dejar
de sentir olores predice la muerte en cinco años: el sentido del
olfato sirve de referente para el estado general del cuerpo o como
marcador de la exposición a toxinas ambientales, según
especialistas de la Universidad de Chicago (EE.UU.).
FISIOLOGÍA DEL OLFATO EXTENDIDO
Las
nuevas tendencias demográficas se traducen en la inversión de la
pirámide poblacional de muchos países (si hasta entonces las
personas que sobrepasaban los 55 – 60 años no suponían mucho
porcentaje con respecto al volumen total de la población y el mayor
volumen lo encontrábamos en la infancia y la adolescencia, ahora se
produce el fenómeno contrario, es decir, la base de la pirámide
poblacional empieza a disminuir aumentando su cúspide, donde se
encuentran las personas de más edad).
Esto
unido a los cambios que se producen en la sociedad (aparición de
servicios sociales organizados, cambios en el sistema de organización
familiar, incorporación de la mujer al ámbito laboral, avances
tecnológicos y nuevos adelantes médicos....) repercute en un
incremento de las necesidades sanitarias y de la distribución de
servicios sociales para la población de edad.
“ El
envejecimiento se asocia a una disminución de la viabilidad y a ser
universal, progresivo, decremental e intrínseco. No se puede evitar
envejecer, se puede evitar y cuidar del envejecimiento patológico
(no natural).
Envejecer
es un hecho, el tiempo discurre sobre nuestros organismos más o
menos castigados, por nuestros vicios y enfermedades, pero ello no
significa que el tiempo transcurre solo en nuestra contra, la
sabiduría solo se puede poseer disponiendo y gastando en general
bastante tiempo, la perspectiva es otro valor comparativo esta vez,
que solo nos da el tiempo. El envejecimiento en sí es un continuo
proceso de desarrollo, nuevas oportunidades, intereses y cambios de
perspectiva sobre la vida que la hacen cada día más interesante”
Arriola Manchola, E. (1997)
Indudablemente
envejecemos biológicamente. Disminuye nuestra competencia
fisiológica y nos volvemos más vulnerables en la composición
química del cuerpo a medida que vamos cumpliendo años (disminuye
nuestra masa muscular y aumentan las grasas por eso es importante
contrarrestar esta tendencia practicando cierta actividad física),
hay un incremento del pigmento lipofusión en algunos tejidos y en
las interconexiones de algunas moléculas, como el colágeno. Hay
cambios degenerativos en el ritmo de filtración glomerular, el ritmo
cardiaco máximo al que podemos llegar, la capacidad vital y otras
medidas de capacidad funcional.
Al
disminuir nuestras capacidades disminuye también el poder responder
adaptativamente a las variaciones que podemos experimentar en nuestro
medio ambiente, nos volvemos más vulnerables a la enfermedad,
incluso algunas pueden volverse crónicas y en definitiva el riesgo
de sufrir una muerte está latente con una mayor probabilidad de
ocurrencia.
Las
células receptoras olfativas tienen una vida corta, de 5 a 8
semanas, luego mueren y son reemplazadas por otras.
Al envejecer perdemos más células receptoras de las que se reemplazan.
Los tipos de pérdidas olfativas que podemos experimentar son:
Carencia del sentido del olfato = ANOSMIA.
Sensibilidad olfativa reducida = HIPOSMIA.
Distorsión del olfato = DISOSMIA.
Afectan
al olfato las infecciones víricas, las bacterianas... Dañan tejidos
nasales de forma que llega menos aire y por lo tanto, se reduce la
cantidad de estímulos que entran en contacto con los receptores
olfativas.
Se reduce también la sensibilidad a los olores concentrados, se suele necesitar una aumento mayor de la concentración de la sustancia para notar que el olor ha aumentado en intensidad.
Los
científicos descubren cómo un humano puede predecir su muerte
inminente.
La
nariz puede pronosticar eficazmente la muerte debido a lo que la
punta del nervio olfativo no solo contiene los receptores del olor
sino también es la única parte del sistema nervioso humano
continuamente regenerada por las células madre.
La
aparición de las nuevas células se reduce con edad, lo que
desemboca en la disminución gradual de la capacidad de percibir e
identificar olores.
Una
disfunción olfativa indica que el cuerpo está entrando en un estado
de deterioro y ya no es capaz de repararse a sí mismo.
El
nervio olfativo, además, es la única parte del sistema nervioso que
se expone al aire libre: ofrece a los venenos y agentes patógenos
una vía rápida hacia el cerebro, con lo cual perder el olfato sería
una alerta temprana de algo que finalmente acabará causando la
muerte.
Disfunción olfativa predice la mortalidad a 5 años en adultos mayores
Otra
pregunta abierta para el trabajo futuro es si esta relación está
presente en los adultos más jóvenes.
ANEXO: La sicóloga y escritora Pilar Sordo compartió junto a Cecilia Rovaretti en Una Nueva Mañana y contó detalles de su nuevo libro "No quiero envejecer", que intenta dar claves para aceptar el paso de los años con dignidad y alegría.
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