Fecha: 1483-84
TÉCNICA: Óleo
sobre Tabla
UBICACIÓN: Museo
Czartoryski, Cracovia, Polonia
Museo: Galería Czartoryski
Características: 54 x 39 cm.Estilo: Renacimiento Italiano
Material: Oleo sobre tabla
Museo: Galería Czartoryski
Características: 54 x 39 cm.Estilo: Renacimiento Italiano
Material: Oleo sobre tabla
La
Dama del Armiño,
es uno de los cuatro retratos femeninos pintados por Leonardo da
Vinci (1452-1519), es una obra cargada de significado. Con el toque
de elegancia y el asombroso dominio del óleo que caracterizan el
maestro italiano, da Vinci inmortaliza Cecilia Gallerani, amante de
Lodovico Sforza, Duque de Milán.
Una
sonrisa se esboza en su rostro. Cecilia parece estar escuchando un
orador oculto mientras acaricia el armiño que descansa en sus
brazos. En el armiño, encontramos pistas para entender el retrato.
Tradicionalmente,
el curioso animal era un símbolo de la pureza, ya que se creía que
el armiño se enfrentaría a la muerte antes de ensuciar su pelaje
blanco.
Lodovico
Sforza, quien pertenecía al Orden
del Armiño,
había adoptado al animal como su emblema.
Dos
otros significados se asociaban al armiño: su vinculo con el
embarazo y la palabra griega galay (armiño
en griego) y
su semejanza al apellido de Cecilia. Ya sea como referencia a la
pureza de la joven, como símbolo de su estatus en la corte de
Milan, anuncio de su embarazo o como ingeniosa referencia a la
identidad de la retratada, la presencia del animal no es
coincidencia.
La
joven, al momento del retrato, tiene 16 años. Su familia es grande
pero no pertenece a la nobleza.
Es
la amante del poderoso duque de Milán y futura madre de su hijo. En
la obra, se destaca el delicado e iluminado rostro de Cecilia. Su
aire pensativo y su postura, el cuerpo inclinado hacia la derecha y
el rostro hacia la izquierda, exuden serenidad. Bajo el pincel de
Leonardo da Vinci.
Cecilia
Gallerani. Esta joven aparece retratada con un armiño en los brazos.
Este animal se usaba para cazar ratones y conejos.
El
retrato fue tan retocado en épocas posteriores que llegó a dudarse
de la intervención de Leonardo en el mismo.
Destaca
la desproporción existente entre la mano y el rostro de la muchacha,
una mano estilizada y elegante que acentúa el porte de la modelo.
Cecilia,
nacida en 1465, era hija de Fazio Gallerani, un noble milanés y
poderoso terrateniente. Contaba con dieciséis años y era huérfana
cuando su amante le regaló la finca de Saronno.
Cecilia
se casó con el conde Bergamini de Cremona y se marchó a vivir al
palacio del Broletto, en Milán.
El
cuadro pasó a poder del rey de Francia, admirador de Leonardo y
conquistador de Milán.
Durante
la Revolución Francesa, su destino fue el príncipe Czartoryska, que
se lo regaló a su mujer, Isabel, quien era coleccionista y tenía
sus obras en una especie de museo llamado “la Casa gótica”, en
el castillo de Pulawy, cuya colección se mantiene hoy en día.
Este
retrato lo pintó Leonardo Da Vinci en la corte de Milán al mudarse
desde su Florencia natal, aproximadamente en el año 1487 (tendría
unos 35 años de edad).
En
esa época Milán era una ciudad dispuesta a prosperar a cualquier
precio. Tenía unos 80.000 habitantes y era una ciudad-estado al
viejo estilo feudal, gobernada por una dinastía cuyo poder se basaba
más en la fuerza y el ejército que en las leyes.
Sus
gobernantes eran los Sforza,
convertidos en nobles desde hacía poco tiempo. Su origen era militar
y para unos eran héroes pacientes y astutos que se hicieron a si
mismos y para otros solamente vulgares soldados.
Quien
le encargó el retrato fue Ludovico
Sforza,
su protector y hombre fuerte de Milán, el cual estaba deseoso de
crear un renacimiento milanés. También era apodado como Il
Moro,
en parte por su tez morena y en parte por un juego de palabras con
uno de sus nombres: Mauro.
Cecilia
Gallerani fue
una de las amantes del moro.
Su
padre era un alto funcionario (había servido como embajador en
Florencia) y su madre era hija de un famoso doctor en leyes. Tenía
seis hermanos más y su padre murió cuando tenía 7 años. Por lo
tanto, era de buena familia, aunque no excesivamente rica. Era
inteligente y culta, e incluso acabó protegiendo a escritores.
No
sabemos cuando se convirtió en amante del Moro, pero podemos
suponerlo con bastante precisión. Un documento fechado en junio de
1487 la libera formalmente de un compromiso matrimonial contraído
durante su infancia con Giovanni Stefano Visconti; es muy probable
que el interés de Ludovico fuera el motivo de esa ruptura.
Cecilia
solo tenía 15 años. A principios del verano de 1489 ya no vivía
con su familia, sino en una propiedad no especificada de la parroquia
de Nuovo Monasterio. En ese mismo año, su hermano Nigerio mató a un
hombre en el curso de una pelea y escapó a la justicia gracias a la
intervención personal de Ludovico.
Aunque
los planes de boda de Cecilia podían cancelarse, los de Ludovico
eran cuestión aparte.
Desde
1480 estaba comprometido, por sólidas razones políticas, con la
hija del duque de Ferrara,
Beatrice d´Este,
y se acercaba el momento de solemnizar el matrimonio: una importante
alianza dinástica que había de festejarse con un extraordinario
despliegue de la capacidad de los milaneses para la celebración de
grandes fiestas.
El
8 de noviembre de 1490 el duque de Ferrara recibió un desconcertante
despacho de su embajador en Milán, Jacopo Trotti, quien le comunica
que las intenciones de Ludovico con respecto a la madonna Duchessa
nostra (es
decir, Beatrice) no estaban claras, ya que seguía locamente
enamorado de quella
sua innamorata (es
decir, de Cecilia).
"La
tiene con él en el castillo, la lleva a todas partes y quiere
regalarle todo. Está embarazada y tan bella como una flor; y él a
veces me lleva a visitarla".
La
boda de Ludovico y Beatrice se celebró como se había planeado y con
toda suntuosidad el 16 de enero de 1491, pero Cecilia continuó
ejerciendo su fascinación y un mes después el embajador Trotti
informaba de que el Moro le había dicho "al oído" que
"ojalá pudiera ir a La Rocca (sus aposentos privados en el
castillo) para hacer el amor con Cecilia y estar con ella en paz, y
esto era lo que su esposa deseaba también, porque no quería
rendirse a él".
Sin
embargo, el 21 de marzo Trotti informa de que Ludovico ha ordenado a
su amante que abandone el castillo: "No quiere volver a tener
relaciones con ella ahora que está tan grande, y no lo hará hasta
que haya alumbrado a su hijo".
El
día 3 de mayo (de 1491) Cecilia dio a luz un niño. En el bautismo
se le impuso el nombre de Cesare Sforza Visconti. Para celebrarlo el
poeta Bellincioni compuso un trío de sonetos en honor de
Cecilia. A Bellincioni debemos la primera referencia al cuadro de
Leonardo, en un soneto dedicado a la naturaleza.
"Oh,
Naturaleza, cómo envidias a Vinci,
que
ha pintado a una de tus estrellas,
la
hermosa Cecilia, cuyos bellos ojos
la
luz del sol convierten en oscura sombra.
Pues
piensa: cuanto más vivaz y hermosa sea
mayor
gloria tendrás en los tiempos futuros.
Da
gracias, pues, a Ludovico
y
al genio y a la mano de Leonardo,
que
quieren compartirla con la posteridad".
Incluye
una aguda observación: Con
sua pictura / La fa che par che ascolti e non favella ("Con
su arte, hace que parezca que está escuchando y no hablando"),
unas palabras que reflejan en parte la serenidad del retrato: Cecilia
parece atenta a algo que ocurre más allá del espacio cerrado del
cuadro.
La
cinta negra, el vello, el collar- sugieren la condición de la mujer
sometida, de la cautiva, de la concubina.
El
animal que tiene en sus brazos la joven aporta a la obra una serie de
asociaciones simbólicas y folclóricas. Se trata de un armiño
(Mustela
erminea)
de la variedad septentrional, o de invierno, caracterizado por la
blancura de su piel (aunque el cuadro está coloreado por el barniz y
aparece de un color amarillento).
Se
asociaba a este animal con la pureza y la limpieza, como leemos en el
"bestiario" de Leonardo compilado a comienzos de la década
de 1490: "El armiño, a causa de su temperamento... prefiere
caer en manos de los cazadores antes que refugiarse en una guarida
llena de barro, para no mancharse".
El
armiño aparece también como símbolo de pureza en el retrato de un
caballero pintado por Vittore Carpaccio hacia 1510, en el que en una
leyenda situada sobre el animal se lee: Malo
mori quam foedari,
("Antes morir que ser mancillado").
Pero el armiño ofrecía un significado más específico. Era una alusión emblemática al propio Ludovico: en 1488, Ferrán de Aragón, rey de Nápoles (abuelo de Isabel de Aragón) le había investido con la Orden del Armiño.
El
animal que vemos en los brazo de Cecilia es, por lo tanto, un emblema
del hombre; observamos su mirada vigilante, su fuerte pata musculosa
y sus garras extendidas sobre la manga roja de la joven.
Como
hace con frecuencia, Leonardo representa con tanta fuerza lo
emblemático que esto revierte sobre lo real, de forma que vemos al
armiño como un depredador, lo que es en la naturaleza y lo que era
Ludovico.
Tanto
los armiños como sus parientes (comadrejas, martas, hurones,
etcétera) se utilizaban como mascotas, de forma que el retrato,
considerado en su totalidad no es fantástico: consigue una especial
resonancia con su imagen de un realismo casi fotográfico, bellamente
iluminado sobre un telón de fondo negro.
Aunque
rechazada, Cecilia siguió siendo objeto del afecto del Moro y, como
madre de uno de sus hijos naturales, continuó recibiendo favores de
su mano.
Ludovico
le concedió unas tierras en Saranno, al norte de Milán, y en 1492
le casó con un cremonés, el Conde Lodovico Bergamini. Cecilia
mantuvo un pequeño salón en el Palazzo Carmagnola de Milán; entre
los que allí le rendían homenaje figura el autor Matteo Bandello,
quien le dedicó dos de sus novelle y
le elogió por su ingenio su erudición y sus versos latinos.
Cecilia
se quedó en posesión de su retrato, y el 26 de abril de 1498 la
insaciable coleccionista Isabella d´Este le dirigió una petición
en tono perentorio (aunque no desagradable si tenemos en cuenta que
era hermana de Beatrice):
"Contemplábamos
hoy unos hermosos retratos pintados por Zoanne Bellino (Giovanni
Bellini) cuando comenzamos a comentar las obras de Leonardo y a
desear poder ver algunas de ellas para compararlas con las que
tenemos aquí.
Recordamos
que Leonardo pintó un retrato de vos del natural, ¿serías tan
amable de enviármelo por medio del portador de presentes que con ese
fin os envío? Además de servir para llevar a cabo dicha
comparación, nos proporcionaría un gran placer de ver vuestro
rostro. Tan pronto como lo hayamos estudiado, os lo devolveremos".
El
29 de abril, Cecilia contestó que le enviaba el retrato,
"...
aunque lo enviaría más gustosamente si se pareciera más a mi. Su
señoría no debe pensar que esto se debe a error alguno por parte
del maestro, del que sinceramente considero que no tiene igual.
Se
debe solamente a que el retrato se pintó cuando mi edad era
imperfecta y mi rostro ha cambiado completamente desde
entonces, de forma que si nos pusiéramos juntos al retrato y a mí,
nadie pensaría que era yo la representada".
Ésta
no fue, en absoluto, la última de las peregrinaciones del retrato.
Tras la muerte de Cecilia, ocurrida en 1536, permaneció en Milán.
En
el siglo XVIII aún se podía ver en esta ciudad del norte de Italia
en la colección de los marqueses de Bonasana. Hacia 1800 el cuadro
fue comprado por un príncipe Polaco, Adam Jerzy Czartoryski, quien
se lo regaló a su madre Isabella, que lo colgó en su galería de
pintura, llamada la Casa Gótica, cerca de Cracovia. En 1842, la
familia Czartoryski vivía en el exilio en París y conservaba el
cuadro, que permaneció 30 años en esa ciudad, en la residencia
familiar del Hotel Lambert (aunque en los círculos artísticos
franceses no se tenía noticias de él). Tras la guerra
franco-prusiana la familia regresó a Polonia, y en 1876 la Dama
del Armiño fue
expuesta, por primera vez, en el Museo Czartoryski de Cracovia.
Durante
la Segunda Guerra Mundial corrió su última aventura. En 1939, poco
antes de la invasión de Polonia por parte de Alemania, fue escondido
en Sieniawa junto con otros tesoros de la colección Czartoryski -un
paisaje de Rembrandt y un retrato de Rafael-, pero fue descubierto.
Fue expuesto brevemente en el Kaiser Fridrich Museum de Berlín y
reservado después para el museo privado de Hitler en Linz.
Finalmente fue a parar a la colección particular del gobernador nazi
de Polonia, Hans Frank, en cuya villa de Baviera fue descubierto en
1945 por el comité polaco-americano. Así los avatares del amor y la
guerra han marcado esta pequeña tabla de nogal (40,3 cm. de
ancho y 54,8 cm. de alto) que salió del estudio de Leonardo da Vinci
hacia 1489.
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