De
acuerdo a un estudio publicado 28 de enero 2015, por el Instituto para el Desarrollo
Social Argentino (IDESA), la Argentina es el
país con
más cantidad de empleo público de
la región y tiene las remuneraciones
más altas en
comparación con otros países sudamericanos.
IDESA
es un centro de estudios, independiente, entre otros rubros,
especializado en la temática del mercado laboral.
En el
estudio del BID-OCDE se presentan 31 indicadores sobre aspectos
claves de la gestión pública permitiendo la comparación entre
países. Entre los indicadores se incluye el que mide el tamaño
del sector público a través del porcentaje de empleo público
respecto al empleo total de cada país.
Mientras
que en Argentina los funcionarios públicos representan el 14,8
por ciento del total de trabajadores, en Uruguay ocupan el 12,7% de
las plazas laborales, en Brasil un 11,5, y en Chile, un 9,2 por
ciento.
Para
realizar el informe, IDESA se basó en un trabajo elaborado por la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
y el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID),
denominada "Panorama
de las Administraciones Públicas de América Latina y el Caribe
2014".
"Estos
datos muestran que el tamaño del Estado, medido a través de los
recursos humanos que contrata, es más grande en la Argentina que en
los países vecinos. Su tamaño incluso es muy superior al promedio
de América
Latina,
estimada en un 10,7%, y similar al promedio de los países de la
OCDE, un 15,3% del empleo total. En suma, la Argentina es el
país con más empleo público en la región y con similar nivel al
de los países más desarrollados",
señala el Instituto.
Por
otra parte, el empleo público en la Argentina es uno
de los mejores pagados.
Según el mismo informe, el promedio simple de remuneraciones de los
cargos de directores, profesionales y administrativos del sector
público argentino asciende a un equivalente de 6,4 veces el PBI per
capita del país, cuando la media estimada para Latinoamérica para
estos mismos cargos se estima en 5,6 veces el PBI per capita y en los
países de la OECD a 3,1 veces el PBI per capita.
Sin
embargo, a la hora de analizar el nivel y calidad de los servicios
públicos, el desempeño está más en línea con lo que ocurre en
los países atrasados que con los que cabría esperar de acuerdo a la
magnitud de los recursos que administra.
Para IDESA, “la principal explicación esta dada por los estilos de gestión adoptados.
Los puestos de trabajo del sector público no
cuentan con definición de perfiles, objetivos, ni indicadores que
faciliten la transparencia de su gestión permitiendo el control
social y las auditorías externas.
Por el contrario, se aplica la
estabilidad del empleo público con criterios extremos premiándose
la mediocridad y la falta de compromiso.
Bajo estas condiciones, el
sector público se adormece en la burocratización y se convierte en
presa fácil de intereses espurios. El interés general deja lugar a
las presiones de proveedores, contratistas, sindicatos y
organizaciones que se imponen en base a corrupción y hasta
metodologías mafiosas”.
Mejores
salarios
Idesa precisó: “El tamaño del Estado, medido a través de los recursos humanos que contrata, es más grande en la Argentina que el promedio de América Latina (estimada en 10,7%) y similar al promedio de los países de la OCDE (15,3% del empleo total)”.
El instituto da cuenta, además, de que el sector público en Argentina es uno de los mejores pagados. “El promedio simple de remuneraciones de los cargos de directores, profesionales y administrativos del sector público argentino asciende a un equivalente de 6,4 veces el PIB per cápita del país, cuando la media de Latinoamérica es de 5,6 veces el PIB per cápita y en los países de la OCDE a 3,1 veces”, detalló Idesa.
El
Estado argentino cuenta con abundante personal que además percibe,
en promedio, muy buenas remuneraciones.
Sin
embargo, el desempeño está más en línea con lo que ocurre en los
países atrasados que con el nivel y calidad de servicios que cabría
esperar de acuerdo a la magnitud de los recursos que administra. La
principal explicación esta dada por los estilos de gestión
adoptados.
Los
puestos de trabajo del sector público no cuentan con definición de
perfiles, objetivos, ni indicadores que faciliten la transparencia de
su gestión permitiendo el control social y las auditorias externas.
Por el contrario, se aplica la estabilidad del empleo público con
criterios extremos premiándose la mediocridad y la falta de
compromiso.
Bajo
estas condiciones, el sector
público se adormece en la burocratización y se convierte en presa
fácil de intereses espurios. El
interés general deja lugar a las presiones de proveedores,
contratistas, sindicatos y organizaciones que se imponen en base a la
corrupción, la violencia y hasta las metodologías mafiosas.
La
caótica situación desencadenada a partir de la muerte del fiscal
pone en evidencia el enorme esfuerzo que será necesario desplegar
para devolverle eficacia y confianza a los sistemas de seguridad,
justicia y relaciones internacionales. No menos desafiante será
reconstruir otras áreas del Estado de fundamental importancia como
educación, salud, infraestructura y asistencia social.
Es
fundamental adoptar como punto de
partida básico que el sector público no necesita más recursos sino
un profundo cambio en la calidad de su gestión.
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