Novelista ruso, premio Nobel de Literatura en 1970.
(Aleksandr,
Alexandr o Alexander Solzhenitsin, Solzhenitsyn o Soljenitsin;
Kislovodsk, 1918 - Moscú, 2008) Hijo de un
terrateniente cosaco muerto poco antes de que naciera y una maestra,
pasó su infancia en Rostov del Don y estudió en la Universidad de
esta ciudad matemáticas y física, siguiendo al mismo tiempo
cursos literarios; ya entonces intentó
publicar algunos trabajos.
Se
graduó en 1941 y empezó a servir ese mismo año en el Ejército
soviético hasta 1945, en el cuerpo de transportes primero y más
tarde de oficial artillero. Participó en la mayor batalla de tanques
de la historia (Batalla de Kursk).
En muchos países comunistas existía gran censura, no había libertad de expresión y quienes se oponían al comunismo, eran desterrados oi llevados a centros de concentración, conocidos como Gulag.
Solzhenitsin en
1941 tomó parte en la guerra y, aunque fue repetidas veces
condecorado, se le acusó de actividades antisoviéticas; en 1945 fue
detenido por contraespionaje en Prusia oriental y condenado a ocho
años de trabajos forzados, y otros de confinamiento.
En
1950 fue trasladado a un campo especial en la ciudad de Ekibastuz, en
Kazajistán, donde se gestó Un día en la vida de Iván Denísovich,
hasta 1956, en que se le permitió volver a la enseñanza.
En
1962, tras una espera de tres años, y con autorización personal del
jefe del gobierno, Jruschov, aparecía Un día en la vida de Ivan Denísovich, que causó gran
impresión por describir con toda transparencia la vida en un campo
de trabajo como aquel en que había estado el autor.
En
la estela del éxito, dentro y fuera de la U.R.S.S., de esta novela
breve, Solzhenitsin publicó diversos relatos o novelas cortas,
como La casa de Matriona(1963).
Jruschov,
empeñado en distanciarse poco a poco del estalinismo, dio su venia
para que apareciera en Nóvy Mir, revista de la nomenclatura
literaria; el relato denuncia la vida de los condenados en el Gulag y
se convirtió en un best seller; la gente hacía cola para adquirirlo
y provocó un debate sobre el estalinismo más grande de lo
tolerable, de forma que dos años después se impidió que obtuviera
el Premio Lenin y luego fue prohibida su obra, aunque se conseguía
por samizdat y otras formas clandestinas de edición. El libro cuenta
un “buen” día en la vida de un preso en un gulag.
En
1962, Jruschov, empeñado en distanciarse poco a poco del
estalinismo, dio su venia para que apareciera en Nóvy Mir, revista
de la nomenclatura literaria; el relato denuncia la vida de los
condenados en el Gulag y se convirtió en un best seller; la gente
hacía cola para adquirirlo y provocó un debate sobre el estalinismo
más grande de lo tolerable, de forma que dos años después se
impidió que obtuviera el Premio Lenin y luego fue prohibida su obra,
aunque se conseguía por samizdat y otras formas clandestinas de
edición. El libro cuenta un “buen” día en la vida de un preso
en un gulag.
Pero
al mismo tiempo se iban perfilando nuevas dificultades para el
escritor, ciertamente agudas tras la caída de Jruschov: sus novelas
más comprometidas encuentran dificultades de aparición en la
U.R.S.S., y comienzan a publicarse en el extranjero.
Son
novelas de clara intención antisoviética, de amplia envergadura y
de un planteamiento más o menos simbólico: la primera Pabellón
cáncer (1968), y luego El primer círculo (1968),
donde un grupo de científicos, prisioneros políticos, son obligados
a trabajar al servicio del gobierno.
En
1967 Solzhenitsin había enviado una carta abierta al Congreso de la
Unión de Escritores en la que pedía la abolición de la censura.
Clamorosamente salido de su país, Solzhenitsin publicó una larga
novela histórica, Agosto 1914.
Primer
nudo (1971), primera parte de un vasto proyecto narrativo sobre
una época de la historia rusa, seguramente como revisión de las
interpretaciones aceptadas sobre los prolegómenos de lo que sería
la revolución soviética.
Los
escritos autobiográficos, los ensayos -como el famoso El archipiélago Gulag (1973-76),
sobre los campos de prisioneros- y su retrato-novela de Lenin (Lenin
en Zurich, 1975), son jalones de un desarrollo que llevó a
Solzhenitsin no sólo a adoptar la ciudadanía norteamericana, sino
que a una intensa actividad periodística para atacar al comunismo de
su país de origen.
En
1994 regresó a su país natal tras residir exiliado durante cerca de
20 años en Estados Unidos. Cuatro años antes había recobrado la
nacionalidad soviética y le habían sido retirados todos los cargos
por los que había sido condenado a mediados de la década de 1970.
De
sus últimas obras publicadas destacan los títulos Alerta a
Occidente (1976), Skvoz Chad (1979), El
peligro mortal (1980), Los tanques conocen la
verdad (1981),Celebraciones de la victoria (1983), El
disco rojo (1983), Cómo reorganizar
Rusia(1990), Los invisibles (1992), El
problema ruso: al final del siglo XX (1994) y Rusia
en el abismo (1998).
Aleksandr
Isáyevich Solzhenitsyn
El
libro cuenta un “buen” día en la vida de un preso en un gulag.
En
la década de los cincuenta el autor trabajaba de presidiario minero,
albañil y forjador, y contrajo un tumor del que fue operado; el
cáncer se le reprodujo y esa experiencia sirvió de material para su
novela Pabellón del cáncer, que terminó en 1967. Un mes después
de haber cumplido los ocho años de condena, Stalin había muerto,
aunque las penas de Solzhenitsyn no habían acabado.
Aún
tenía que cumplir el destierro “a perpetuidad”, por lo que fue
enviado a Kok Teren (Provincia de Zhambyl) desde marzo de 1953 a
1956, lo que aprovechó para escribir en secreto mientras daba las
clases en la escuela primaria. Liberado y rehabilitado en 1956, a
Solzhenitsyn se le permitió vivir en Vladímir y Riazán, en el
centro de Rusia, donde pudo llevar una vida normal, dando clases de
matemáticas y escribiendo sobre sus experiencias en la cárcel. Ese
fue el material de su primera novela, Un día en la vida de Iván
Denísovich (noviembre de 1962), que fue publicada gracias al
deshielo provocado por la denuncia del estalinismo realizada en el XX
congreso del PCUS por Nikita Jruschov. Lo hizo el poeta Aleksándr
Tvardovski en la revista literaria que dirigía, la más importante
de su país, Novy Mir (Nuevo Mundo), y le procuró una gran
popularidad en la URSS y fuera de ella.
Pero la apertura duró poco y
el autor se pasó los últimos años sesenta en un forcejeo constante
para poner a salvo del KGB sus archivos y manuscritos, muchos de
ellos difundidos por toda Rusia en samizdat, copias rudimentarias
clandestinas. Un día en la vida de Iván Denísovich fue prohibida,
y el original de El primer círculo, del que el autor había hecho
varias versiones, fue confiscado, así como todos sus papeles.
Antes
había publicado a duras penas Nunca cometemos errores (1963) y Por
el bien de la causa (1964).
En
1969 fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos por
denunciar que la censura oficial le había prohibido varios trabajos,
pudiendo apenas publicar las novelas El primer círculo (1968), El
pabellón del cáncer (1968–1969) y Agosto de 1914 (1971).
El
galardón del Premio Nobel de Literatura de 1970 acudió en su ayuda;
declinó sin embargo, ir a Estocolmo por temor a que las autoridades
soviéticas no le permitieran regresar y también, para ultimar su
obra más conocida, el monumental Archipiélago Gulag.
La
primera parte de Archipiélago Gulag fue publicada en diciembre de
1973 en París, después de que una copia del manuscrito se perdiera
al caer en manos de la KGB en la URSS y su portadora, Elizaveta
Voronyánskaya, secretaria del autor, se ahorcara tras haber sido
torturada. “Con el corazón oprimido —explicó en la primera
página—, durante años me abstuve de publicar este libro, ya
terminado. El deber para los que aún vivían podía más que el
deber para con los muertos. Pero ahora, cuando pese a todo, ha caído
en manos de la Seguridad del Estado, no me queda más remedio que
publicarlo inmediatamente”.
Para
escribir esta obra Solzhenitsyn había entrevistado a 227
supervivientes de los campos de trabajo soviéticos o gulags, cuyas
identidades protegió con celo. Mezcla hechos históricos y
autobiográficos con testimonios personales ajenos y la obra
desencadenó un vendaval de ataques al autor en la prensa y los
medios soviéticos. Fue detenido y acusado de traición el 12 de
febrero de 1974 y al día siguiente se le expulsó de la URSS y
marchó al exilio. Fue deportado a Fráncfort del Meno en la
República Federal de Alemania y privado de la ciudadanía
soviética.
Archipiélago
Gulag es un análisis del sistema de prisiones soviético, del
terrorismo y de la policía secreta. Con un estilo suelto, alejado de
solemnidades melodramáticas y un leve toque irónico que aliviaba la
tensión lectora en un laberinto de continuas tragedias, se
enumeraban las atrocidades de un Estado enfrentado demencialmente a
su propio pueblo casi desde sus inicios. En uno de los momentos de
mayor esplendor del gulag, hacia 1936, había unos cinco millones de
prisioneros que componían lo que Franz Kafka hubiera llamado «la
colonia penitenciaria»; un número que aumentó año tras año hasta
la muerte de Stalin, en 1953. En total, entre 1928 y el fallecimiento
del “Padre de los pueblos”, entre 40 y 50 millones de personas
fueron enviadas a cumplir condenas en lo que metafóricamente
denominó Solzhenitsyn archipiélago de campos de trabajo repartidos
por toda la URSS. Aproximadamente la mitad de ellas nunca
regresaron.
Archipiélago
Gulag se publicó primero en Francia (1973) y apareció poco después
en otros idiomas. Archipiélago Gulag 2 y Archipiélago Gulag 3
fueron publicados en 1975 y 1978 respectivamente.
El
relato
Por
más precisa que sea, toda maquinaria suele tener fallas. El
engranaje dictatorial de la URSS no escapa a esa regla, aunque sus
controles sean en general eficaces.
Cuando
Kruschev lanzó una campaña para hacer creer que lo malo del
marxismo era únicamente Stalin, hubo una hendidura para que los
escritores encarcelados por el Stanilismo quedaran libres y pudieran
escribir.
Así
salió de un ”gulag” (campo de concentración) Alexandr
Solzhenitsyn, quien efectivamente empezó a escribir algo de la época
de Stalin.
Pero
a continuación deslizo cosas desfavorables para todo el sistema
marxista. La maquinaria burocrática soviética tardó en reaccionar,
pues no se esperaba tanto arroje del escritor, y cuando lo hizo, ya
se habia formado un escándalo.
En
esos momentos la URSS estaba recibiendo de Occidente, y para no
perturbar la engañosa versión de que se estaba “democratizando”,
optó por dejar que Solzhenitsyn emigrara.
Ahora
Occidente ha podido escuchar a ese escritor ruso. En su libro “Alerta
Occidente” dice:
“Penas
de cárcel de años; celdas de castigo con las paredes cubiertas de
hielo, donde te dejan en ropa interior; casas de locos para sanos y
ráfagas de ametralladora en las fronteras, contra innumerables
insensatos que desesperadamente intentan huir. Y el corazón (en
Occidentes) se siente particularmente tranquilo frente a esas
exóticas tierras de las que, en general, nada se sabe. De donde ni
siquiera llegan noticias. Sólo tardías y triviales conjeturas de
contados corresponsales…
¿Como superar la degradante
particularidad del hombre que aprende sólo de la propia experiencia
desaprovechando la de otros?...! Países y continentes enteros
repiten ajenos errores, a veces con un retraso de siglos!...
Esta
violencia estatal sostenida en la URSS de un modo permanente…no
precisa ya de colocar artefactos explosivos, ni lanzar bombas. Su
proceder se consuma en absoluto silencio…
Si crujen nuestros
huesos (los de los rusos) es señal segura de que mañana crujirán
los vuestros…
El Gulag no ha terminado, prosigue con sus
formas nuevas…Además, están clínicas psiquiátricas, que no
había en la época de Stalin…
Se practican también otras
formas de represión, que casi no pueden imaginarse los
norteamericanos y los occidentales en general… Tenemos dos
instituciones, dos sistemas que no hay en Occidente, que funcionan a
la vez y atrapan al ser humano de este modo: el primero consiste en
que el Estado es el único patrón. “No se puede obtener trabajo en
excepto en el Estado”. No importa el puesto, todo competa al
Estado. Y si hay orden de que no le den trabajo, no se lo darán en
ningún sitio. El segundo es llamado “régimen de pasaportes”.
Una reglamentación para sujetar a la persona en un lugar. Usted no
puede dejar este sitio, esta pequeña localidad, ciudad o
aldea…
Dejando de lado que nuestros pazos carcelarios son
mucho más largos y más rígidos y crueles nuestros reglamentos de
prisiones, en nuestro país, luego de terminar el plazo de condena,
el hombre continúa siendo culpable toda la vida. Además, en la URSS
y en los países satélites, son también considerados culpables y
perseguidas las familias de los encarcelados, las esposas y los
hijos…
En todos los sitios, en todos los países, en los
regímenes más terribles siempre se hecha una mano de ayuda a las
familias desamparadas de los reos, y nadie lo reprueba. Sin embargo,
entre nosotros está considerado como subversión al régimen, y las
autoridades no se avergüenzan de adoptar medidas para poner fin a
tales auxilios.
La distensión (contemporización y
ayuda de Occidente a la URSS) no ayuda nada al pueblo ruso… El
mismo día que el Estado soviético obtenga lo que le falta, el
comercio (internacional) se esfumará, como ocurrió con los
préstamos hechos anteriormente. ¿Los pagó el gobierno soviético?
No los pagó; no, y se acabó.
Las concesiones y promesas de
1943 fueron un engaño, han pasado treinta años y, con idéntico
odio ateo y beligerante, el poder oprime y yugula a la Iglesia rusa.
La tolera sólo en la medida en que la necesita como decorado
político, y para intervenir en los asuntos de la Iglesia universal…
A veces hay que desplazarse hasta doscientos kilómetros para asistir
a las ceremonias religiosas.
Me es difícil aclarar los
caminos que siguen las diócesis occidentales… Nunca, ni una sola
palabra. ¿A qué se debe esto?... ¿Por caridad para quienes mienten
en el cautiverio, hay que sostener la mentira en la libertad?... Si
se sienten tan unidos a nosotros y es tanta su misericordia, ¿por
qué no nos defienden de nuestra opresión siquiera con un solo
movimiento?
Se
destruye totalmente la vida física y espiritual del pueblo; a una
nación detrás de otra se le rompe la espina dorsal. “¡Ante los
ojos de la intelectualidad occidental, que hace medio siglo aplaude a
nuestros verdugos!”
Echamos a andar por la calle y
preguntamos a los soviéticos lo que piensan de la visita de Nixon y
de la distensión, dicen los corresponsales. ¿Ingenuidad o cinismo?
Ustedes pueden ir por las vías públicas de las ciudades
occidentales y preguntar la opinión de las gentes. No dudo que les
contestarán. Pero el hombre soviético sabe muy bien que cuando le
para en la calle un periodista extranjero, detrás o muy cerca están
los agentes de la KGB, y si no ha contestado como las autoridades
desean, le detendrán inmediatamente… ¿Estos corresponsales son
ingenuos o cínicos?
Las naciones que salieron victoriosas en
la Segunda Guerra Mundial se han convertido voluntariamente en
vencidas. Las posiciones que mantienen hoy los países vencedores de
Occidente sólo pueden concebirse como resultado de una reciente
derrota…
El error consiste en considerar que hay paz cuando
no ha habido una declaración abierta de guerra y los cañones
guardan silencio… Lo opuesto a la guerra, su antípoda, no es la
paz… lo contrario de la paz es la violencia… Para que los cañones
no disparen basta con retroceder y retroceder. Esto tampoco es
paz…
Sin embargo, durante treinta años la libertad que
reina en Occidente, la libertad que ustedes disfrutan, ha ido
abandonando voluntariamente a la violencia una posición tras otra,
una nación tras otra, un pueblo y otro más… Lo contrario de la
paz no es la guerra, sino la violencia. Sólo cuando desaparece la
violencia se consigue una paz auténtica. Si diariamente, a todas
horas, tiene lugar una violencia silenciosa; di diariamente, a todas
horas, mediante esa violencia son asesinados y ahogados
silenciosamente seres humanos, pueblos enteros, naciones vecinas, y
no disparan los cañones, ¡esto no es paz!
En el Archipiélago Gulag, el sistema de prisiones y campos de concentración, se calcula
que perecieron 44 millones de personas (66 millones en toda la
URRSS)… Yo me he limitado a dar los nombres de las personas que
dirigían entonces los destinos del Gulag, de los jefes de la NKVD,
de los directivos de la construcción del Canal del Mar Báltico.
Aquí están los principales. Yo no tengo la culpa de que todos ellos
sean de procedencia judía. No se trata de una selección artificial.
La separación la ha hecho la historia…(Al
llegar a este punto fue cortada la entrevista que hacía la TV
francesa). Entre
lo más altos jefes de la URRS figuran actualmente los siguientes
israelistas: Dimitriv Fedorovich Ustianov (realmente Ulbricht),
ministro de Defensa, Andrey Gromyko, ministro de Relaciones
Exteriores. Mikhail Anddrjevich Suslov –Suss–, máximo ideólogo,
Yuri V. Andropov –Lieberman–, jefe de la KGB, y así en todos los
más altos puestos políticos, militares, policíacos e industriales.
De una cosa estoy seguro y es de que a todos nos espera el mismo
destino, si no sabemos enfrentarnos a él con decisión.
En el
Este (en la URSS) todo está montado de tal manera que se le pueda
ver el exterior. Hasta desde el interior resulta complejo…
El
colonialismo occidental está desapareciendo ante nuestros ojos, pero
está siendo sustituido por el comunismo… Pero resulta que el
comunismo es una liberación…
Por lo mismo que nosotros
(rusos) nos sentimos unidos a vosotros (obreros norteamericanos)
existe también otra unión. A primera vista es una unión extraña,
asombrosa, inaudita, pero cuando se piensa un poco todo queda
aclarado y se comprende mejor. Me refiero a la alianza de nuestros
jefes comunistas con vuestros capitalistas.
Esta alianza no es
reciente. Armand Hammer, que es muy famoso, puso la primera piedra y
dio los primeros pasos en la vida de Lenin, al principio de la
revolución… Desde entonces, durante estos cincuenta años,
observamos un apoyo permanente e ininterrumpido por parte de los
hombres de negocios de Occidente a los jefes comunistas soviéticos,
socorriéndolos en su economía inepta y absurda, una economía que
jamás hubiera podido ella sola superar las propias dificultades y a
la que le procuran sin cesar materiales y tecnología.
Las
construcciones más importantes del Primer Plan Quinquenal se
levantaron gracias esencialmente a la ayuda tecnológica
norteamericana, a los materiales suministrados por los Estados
Unidos. El propio Stalin reconocía que dos terceras partes de lo que
precisaba la economía de la URSS procedía de Occidente. Y si la
URSS tiene hoy unas fuerzas armadas y una policía poderosísima par
aplastar nuestro movimiento de liberación, debemos agradecérselo
también a vuestros capitalistas occidentales.
En la
Rusia prerrevolucionaria, en los 80 años que transcurrieron antes de
la revolución, se ejecutaban, por término medio, a unas 17 personas
al año… Entre 1937 y 1938, si dividimos el número de fusilados
por la correspondiente cantidad de meses, obtenemos la cifra
siguiente: ¡más de cuarenta mil fusilados al mes!
Occidente
primero ayudó sin límites y luego cedió sin límites. Ya en Yalta,
sin necesidad ninguna, silenciosamente, se aprobaron las anexiones de
Mongolia, Moldavia, Letonia, Lituania y Estonia. A continuación,
casi no se hizo anda en defensa de Europa Oriental y entregaron siete
u ocho países más de esa zona.
Stalin exigió que le
entregasen también los ciudadanos soviéticos que no querían
regresar… Y los países occidentales le regalaron un millón y
medio de personas. ¿Cómo pudieron hacerlo? Los devolvieron en
contra de sus propios deseos. Los soldados ingleses mataban a los
rusos que no querían volver a esclavitud de Stalin. Se los
entregaban par que los asesinara…
El proceso de nuestra
liberación (en Rusia) es más lento que el proceso de las
concesiones que Occidente le hace al marxismo… A nosotros, en
nuestros países respectivos, cuando vemos estas ofrendas, nos invade
el terror. ¿Por qué con tanta rapidez y con tanto ímpetu? ¿Por
qué se entregan no un país, sino varios en un solo año?...
Intentemos detener este proceso enloquecido, insensato y amoral de
ofrendas permanentes al agresor…. ¿Por qué hay que entregar,
entregar y entregar otro país, y otro más y otro?... ¿Por qué hay
que darle una y otra vez al totalitarismo comunista la tecnología
más compleja y más sofisticada, la que necesita para armarse y para
aplastar a sus ciudadanos?
¿Puede o no trasmitirse la
experiencia de quienes han sufrido a los que todavía tienen que
padecer?... ¿Se puede o no prevenir a alguien de un peligro?
En
60 años, ¡cuántos testimonios enviados a Occidente, cuántas
oleadas de exiliados, cuantos millones de personas!... Desde
distintas naciones os han traído la misma experiencia.
Os
hablan de ella. Quieren preveniros de lo que hubo y de lo que hay.
Sin embargo, los enormes rascacielos se yerguen altivos tocando las
nubes y replican: ‘Eso aquí no sucederá, no llegará hasta
nosotros, en nuestro país es imposible”…
Llegará. Todo
es posible…
Es
un fenómeno sorprendente. Desde hace 125 años el propio comunismo
expresa sus intenciones claramente. Antes lo decía con mayor
sinceridad. Y en el Manifiesto Comunista –que todos conocen por su
nombre y casi nadie se molesta en leer–, se escriben cosas más
terribles, incluso más que las ya realizadas.
Es
sobrecogedor. El mundo no es analfabeto… Sin embargo, es como si
nadie quisiera comprenderlo. La humanidad se comporta como si no
quisiera hacerse cargo de lo que es el comunismo. Como si no quisiera
entender…
No creo que se deba sólo a las caretas que los
comunistas vienen colocándose durante los últimos decenios… Se
debe también a que la esencia del comunismo rebasa totalmente los
límites del entendimiento humano. Es imposible creer que los propios
hombres hayan concebido tal monstruosidad y la lleven a cabo.
Precisamente porque excede el nivel de comprensión humana, por eso
tal vez es tan difícil comprender el comunismo…
Es
tremendo. Además de todos sus escritos, ¡cuántos hechos concretos
ha dado el comunismo a la humanidad de nuestros días! Han retumbado
los tanques en Budapest. Como si nada. Volvieron a retumbar en
Checoslovaquia. Nada. A otro cualquiera no le hubieseis perdonado.
Sin embargo, el comunismo pasa.
El comunismo levanta el
muro de Berlín, ¡Es un símbolo aterrador! Para que se vea lo que
es en verdad el comunismo. Hace 14 años fusilan allí no sólo a
quienes desean huir de la sociedad feliz comunista… Se ha dado el
caso de que un niño de la parte occidental se cayó al río Spre.
Intentaron salvarle, pero los guardafronteras orientales abrieron
fuego: ‘¡No lo salven!’ y el niño se ahogó… ¿Ha convencido
a alguien el muro de Berlín? A nadie. Continúan ignorándolo. “Sí,
se mantiene en pie pero no llegará hasta aquí”, añaden otros. En
todas las fronteras del mundo comunista, al menos en las europeas,
han sido instaladas máquinas electrónicas para matar a los hombres…
Y no nos damos cuenta del peligro, no lo sentimos, no tenemos miedo…
Nosotros
(en Rusia) somos esclavos de nuestro nacimiento. Venimos al mundo
siendo esclavos. Yo no soy joven y, sin embargo, he nacido en la
esclavitud. Y tanto más los jóvenes que yo. Somos esclavos, pero
nos arrastramos hacia la libertad. Mas vosotros sois libres de
nacimiento. Si habéis nacido libres, ¿por qué ofrecéis vuestro
cuello a la esclavitud? ¿Por qué ayudáis a nuestros esclavistas?
y
fue detenido en febrero de 1945 en el frente de Prusia Oriental,
cerca de Königsberg (hoy Kaliningrado), poco antes de que empezara
la ofensiva final del Ejército soviético que acabaría en Berlín.
Fue condenado a ocho años de trabajos forzados y a destierro
perpetuo por opiniones antiestalinistas que había escrito a un
amigo.
Lo
encerraron en la Lubyanka y los primeros años de su cautiverio los
pasó en varios campos, hasta que gracias a sus conocimientos
matemáticos fue traladado a un centro de investigación científica
para presos políticos vigilado por la Seguridad del Estado. Eso le
inspiró su novela “El primer círculo”.
El
tema de las penalidades sufridas por los excombatientes de la Gran
Guerra Patria, acusados de haber tenido demasiado contacto con el
enemigo, aparece también en otros autores soviéticos de la época,
como Vasili Grossman.
En muchos países comunistas existía gran censura, no había libertad de expresión y quienes se oponían al comunismo, eran desterrados oi llevados a centros de concentración, conocidos como Gulag.
En la década de los cincuenta el autor trabajaba de presidiario minero, albañil y forjador, y contrajo un tumor del que fue operado; el cáncer se le reprodujo y esa experiencia sirvió de material para su novela Pabellón del cáncer, que terminó en 1967. Un mes después de haber cumplido los ocho años de condena, Stalin había muerto, aunque las penas de Solzhenitsyn no habían acabado.
Aún tenía que cumplir el destierro “a perpetuidad”, por lo que fue enviado a Kok Teren (Provincia de Zhambyl) desde marzo de 1953 a 1956, lo que aprovechó para escribir en secreto mientras daba las clases en la escuela primaria. Liberado y rehabilitado en 1956, a Solzhenitsyn se le permitió vivir en Vladímir y Riazán, en el centro de Rusia, donde pudo llevar una vida normal, dando clases de matemáticas y escribiendo sobre sus experiencias en la cárcel. Ese fue el material de su primera novela, Un día en la vida de Iván Denísovich (noviembre de 1962), que fue publicada gracias al deshielo provocado por la denuncia del estalinismo realizada en el XX congreso del PCUS por Nikita Jruschov. Lo hizo el poeta Aleksándr Tvardovski en la revista literaria que dirigía, la más importante de su país, Novy Mir (Nuevo Mundo), y le procuró una gran popularidad en la URSS y fuera de ella.
Antes había publicado a duras penas Nunca cometemos errores (1963) y Por el bien de la causa (1964).
En 1969 fue expulsado de la Unión de Escritores Soviéticos por denunciar que la censura oficial le había prohibido varios trabajos, pudiendo apenas publicar las novelas El primer círculo (1968), El pabellón del cáncer (1968–1969) y Agosto de 1914 (1971).
La primera parte de Archipiélago Gulag fue publicada en diciembre de 1973 en París, después de que una copia del manuscrito se perdiera al caer en manos de la KGB en la URSS y su portadora, Elizaveta Voronyánskaya, secretaria del autor, se ahorcara tras haber sido torturada. “Con el corazón oprimido —explicó en la primera página—, durante años me abstuve de publicar este libro, ya terminado. El deber para los que aún vivían podía más que el deber para con los muertos. Pero ahora, cuando pese a todo, ha caído en manos de la Seguridad del Estado, no me queda más remedio que publicarlo inmediatamente”.
Para escribir esta obra Solzhenitsyn había entrevistado a 227 supervivientes de los campos de trabajo soviéticos o gulags, cuyas identidades protegió con celo. Mezcla hechos históricos y autobiográficos con testimonios personales ajenos y la obra desencadenó un vendaval de ataques al autor en la prensa y los medios soviéticos. Fue detenido y acusado de traición el 12 de febrero de 1974 y al día siguiente se le expulsó de la URSS y marchó al exilio. Fue deportado a Fráncfort del Meno en la República Federal de Alemania y privado de la ciudadanía soviética.
Archipiélago Gulag es un análisis del sistema de prisiones soviético, del terrorismo y de la policía secreta. Con un estilo suelto, alejado de solemnidades melodramáticas y un leve toque irónico que aliviaba la tensión lectora en un laberinto de continuas tragedias, se enumeraban las atrocidades de un Estado enfrentado demencialmente a su propio pueblo casi desde sus inicios. En uno de los momentos de mayor esplendor del gulag, hacia 1936, había unos cinco millones de prisioneros que componían lo que Franz Kafka hubiera llamado «la colonia penitenciaria»; un número que aumentó año tras año hasta la muerte de Stalin, en 1953. En total, entre 1928 y el fallecimiento del “Padre de los pueblos”, entre 40 y 50 millones de personas fueron enviadas a cumplir condenas en lo que metafóricamente denominó Solzhenitsyn archipiélago de campos de trabajo repartidos por toda la URSS. Aproximadamente la mitad de ellas nunca regresaron.
Archipiélago Gulag se publicó primero en Francia (1973) y apareció poco después en otros idiomas. Archipiélago Gulag 2 y Archipiélago Gulag 3 fueron publicados en 1975 y 1978 respectivamente.
El relato
Por más precisa que sea, toda maquinaria suele tener fallas. El engranaje dictatorial de la URSS no escapa a esa regla, aunque sus controles sean en general eficaces.
Cuando Kruschev lanzó una campaña para hacer creer que lo malo del marxismo era únicamente Stalin, hubo una hendidura para que los escritores encarcelados por el Stanilismo quedaran libres y pudieran escribir.
Así salió de un ”gulag” (campo de concentración) Alexandr Solzhenitsyn, quien efectivamente empezó a escribir algo de la época de Stalin.
Pero a continuación deslizo cosas desfavorables para todo el sistema marxista. La maquinaria burocrática soviética tardó en reaccionar, pues no se esperaba tanto arroje del escritor, y cuando lo hizo, ya se habia formado un escándalo.
En esos momentos la URSS estaba recibiendo de Occidente, y para no perturbar la engañosa versión de que se estaba “democratizando”, optó por dejar que Solzhenitsyn emigrara.
Ahora Occidente ha podido escuchar a ese escritor ruso. En su libro “Alerta Occidente” dice:
“Penas de cárcel de años; celdas de castigo con las paredes cubiertas de hielo, donde te dejan en ropa interior; casas de locos para sanos y ráfagas de ametralladora en las fronteras, contra innumerables insensatos que desesperadamente intentan huir. Y el corazón (en Occidentes) se siente particularmente tranquilo frente a esas exóticas tierras de las que, en general, nada se sabe. De donde ni siquiera llegan noticias. Sólo tardías y triviales conjeturas de contados corresponsales…
¿Como superar la degradante particularidad del hombre que aprende sólo de la propia experiencia desaprovechando la de otros?...! Países y continentes enteros repiten ajenos errores, a veces con un retraso de siglos!...
Esta violencia estatal sostenida en la URSS de un modo permanente…no precisa ya de colocar artefactos explosivos, ni lanzar bombas. Su proceder se consuma en absoluto silencio…
Si crujen nuestros huesos (los de los rusos) es señal segura de que mañana crujirán los vuestros…
El Gulag no ha terminado, prosigue con sus formas nuevas…Además, están clínicas psiquiátricas, que no había en la época de Stalin…
Se practican también otras formas de represión, que casi no pueden imaginarse los norteamericanos y los occidentales en general… Tenemos dos instituciones, dos sistemas que no hay en Occidente, que funcionan a la vez y atrapan al ser humano de este modo: el primero consiste en que el Estado es el único patrón. “No se puede obtener trabajo en excepto en el Estado”. No importa el puesto, todo competa al Estado. Y si hay orden de que no le den trabajo, no se lo darán en ningún sitio. El segundo es llamado “régimen de pasaportes”. Una reglamentación para sujetar a la persona en un lugar. Usted no puede dejar este sitio, esta pequeña localidad, ciudad o aldea…
Dejando de lado que nuestros pazos carcelarios son mucho más largos y más rígidos y crueles nuestros reglamentos de prisiones, en nuestro país, luego de terminar el plazo de condena, el hombre continúa siendo culpable toda la vida. Además, en la URSS y en los países satélites, son también considerados culpables y perseguidas las familias de los encarcelados, las esposas y los hijos…
En todos los sitios, en todos los países, en los regímenes más terribles siempre se hecha una mano de ayuda a las familias desamparadas de los reos, y nadie lo reprueba. Sin embargo, entre nosotros está considerado como subversión al régimen, y las autoridades no se avergüenzan de adoptar medidas para poner fin a tales auxilios.
La distensión (contemporización y ayuda de Occidente a la URSS) no ayuda nada al pueblo ruso… El mismo día que el Estado soviético obtenga lo que le falta, el comercio (internacional) se esfumará, como ocurrió con los préstamos hechos anteriormente. ¿Los pagó el gobierno soviético? No los pagó; no, y se acabó.
Las concesiones y promesas de 1943 fueron un engaño, han pasado treinta años y, con idéntico odio ateo y beligerante, el poder oprime y yugula a la Iglesia rusa. La tolera sólo en la medida en que la necesita como decorado político, y para intervenir en los asuntos de la Iglesia universal… A veces hay que desplazarse hasta doscientos kilómetros para asistir a las ceremonias religiosas.
Me es difícil aclarar los caminos que siguen las diócesis occidentales… Nunca, ni una sola palabra. ¿A qué se debe esto?... ¿Por caridad para quienes mienten en el cautiverio, hay que sostener la mentira en la libertad?... Si se sienten tan unidos a nosotros y es tanta su misericordia, ¿por qué no nos defienden de nuestra opresión siquiera con un solo movimiento?
Se destruye totalmente la vida física y espiritual del pueblo; a una nación detrás de otra se le rompe la espina dorsal. “¡Ante los ojos de la intelectualidad occidental, que hace medio siglo aplaude a nuestros verdugos!”
Echamos a andar por la calle y preguntamos a los soviéticos lo que piensan de la visita de Nixon y de la distensión, dicen los corresponsales. ¿Ingenuidad o cinismo? Ustedes pueden ir por las vías públicas de las ciudades occidentales y preguntar la opinión de las gentes. No dudo que les contestarán. Pero el hombre soviético sabe muy bien que cuando le para en la calle un periodista extranjero, detrás o muy cerca están los agentes de la KGB, y si no ha contestado como las autoridades desean, le detendrán inmediatamente… ¿Estos corresponsales son ingenuos o cínicos?
Las naciones que salieron victoriosas en la Segunda Guerra Mundial se han convertido voluntariamente en vencidas. Las posiciones que mantienen hoy los países vencedores de Occidente sólo pueden concebirse como resultado de una reciente derrota…
El error consiste en considerar que hay paz cuando no ha habido una declaración abierta de guerra y los cañones guardan silencio… Lo opuesto a la guerra, su antípoda, no es la paz… lo contrario de la paz es la violencia… Para que los cañones no disparen basta con retroceder y retroceder. Esto tampoco es paz…
Sin embargo, durante treinta años la libertad que reina en Occidente, la libertad que ustedes disfrutan, ha ido abandonando voluntariamente a la violencia una posición tras otra, una nación tras otra, un pueblo y otro más… Lo contrario de la paz no es la guerra, sino la violencia. Sólo cuando desaparece la violencia se consigue una paz auténtica. Si diariamente, a todas horas, tiene lugar una violencia silenciosa; di diariamente, a todas horas, mediante esa violencia son asesinados y ahogados silenciosamente seres humanos, pueblos enteros, naciones vecinas, y no disparan los cañones, ¡esto no es paz!
En el Archipiélago Gulag, el sistema de prisiones y campos de concentración, se calcula que perecieron 44 millones de personas (66 millones en toda la URRSS)… Yo me he limitado a dar los nombres de las personas que dirigían entonces los destinos del Gulag, de los jefes de la NKVD, de los directivos de la construcción del Canal del Mar Báltico. Aquí están los principales. Yo no tengo la culpa de que todos ellos sean de procedencia judía. No se trata de una selección artificial. La separación la ha hecho la historia…(Al llegar a este punto fue cortada la entrevista que hacía la TV francesa). Entre lo más altos jefes de la URRS figuran actualmente los siguientes israelistas: Dimitriv Fedorovich Ustianov (realmente Ulbricht), ministro de Defensa, Andrey Gromyko, ministro de Relaciones Exteriores. Mikhail Anddrjevich Suslov –Suss–, máximo ideólogo, Yuri V. Andropov –Lieberman–, jefe de la KGB, y así en todos los más altos puestos políticos, militares, policíacos e industriales. De una cosa estoy seguro y es de que a todos nos espera el mismo destino, si no sabemos enfrentarnos a él con decisión.
En el Este (en la URSS) todo está montado de tal manera que se le pueda ver el exterior. Hasta desde el interior resulta complejo…
El colonialismo occidental está desapareciendo ante nuestros ojos, pero está siendo sustituido por el comunismo… Pero resulta que el comunismo es una liberación…
Por lo mismo que nosotros (rusos) nos sentimos unidos a vosotros (obreros norteamericanos) existe también otra unión. A primera vista es una unión extraña, asombrosa, inaudita, pero cuando se piensa un poco todo queda aclarado y se comprende mejor. Me refiero a la alianza de nuestros jefes comunistas con vuestros capitalistas.
Esta alianza no es reciente. Armand Hammer, que es muy famoso, puso la primera piedra y dio los primeros pasos en la vida de Lenin, al principio de la revolución… Desde entonces, durante estos cincuenta años, observamos un apoyo permanente e ininterrumpido por parte de los hombres de negocios de Occidente a los jefes comunistas soviéticos, socorriéndolos en su economía inepta y absurda, una economía que jamás hubiera podido ella sola superar las propias dificultades y a la que le procuran sin cesar materiales y tecnología.
Las construcciones más importantes del Primer Plan Quinquenal se levantaron gracias esencialmente a la ayuda tecnológica norteamericana, a los materiales suministrados por los Estados Unidos. El propio Stalin reconocía que dos terceras partes de lo que precisaba la economía de la URSS procedía de Occidente. Y si la URSS tiene hoy unas fuerzas armadas y una policía poderosísima par aplastar nuestro movimiento de liberación, debemos agradecérselo también a vuestros capitalistas occidentales.
En la Rusia prerrevolucionaria, en los 80 años que transcurrieron antes de la revolución, se ejecutaban, por término medio, a unas 17 personas al año… Entre 1937 y 1938, si dividimos el número de fusilados por la correspondiente cantidad de meses, obtenemos la cifra siguiente: ¡más de cuarenta mil fusilados al mes!
Occidente primero ayudó sin límites y luego cedió sin límites. Ya en Yalta, sin necesidad ninguna, silenciosamente, se aprobaron las anexiones de Mongolia, Moldavia, Letonia, Lituania y Estonia. A continuación, casi no se hizo anda en defensa de Europa Oriental y entregaron siete u ocho países más de esa zona.
Stalin exigió que le entregasen también los ciudadanos soviéticos que no querían regresar… Y los países occidentales le regalaron un millón y medio de personas. ¿Cómo pudieron hacerlo? Los devolvieron en contra de sus propios deseos. Los soldados ingleses mataban a los rusos que no querían volver a esclavitud de Stalin. Se los entregaban par que los asesinara…
El proceso de nuestra liberación (en Rusia) es más lento que el proceso de las concesiones que Occidente le hace al marxismo… A nosotros, en nuestros países respectivos, cuando vemos estas ofrendas, nos invade el terror. ¿Por qué con tanta rapidez y con tanto ímpetu? ¿Por qué se entregan no un país, sino varios en un solo año?... Intentemos detener este proceso enloquecido, insensato y amoral de ofrendas permanentes al agresor…. ¿Por qué hay que entregar, entregar y entregar otro país, y otro más y otro?... ¿Por qué hay que darle una y otra vez al totalitarismo comunista la tecnología más compleja y más sofisticada, la que necesita para armarse y para aplastar a sus ciudadanos?
¿Puede o no trasmitirse la experiencia de quienes han sufrido a los que todavía tienen que padecer?... ¿Se puede o no prevenir a alguien de un peligro?
En 60 años, ¡cuántos testimonios enviados a Occidente, cuántas oleadas de exiliados, cuantos millones de personas!... Desde distintas naciones os han traído la misma experiencia.
Os hablan de ella. Quieren preveniros de lo que hubo y de lo que hay. Sin embargo, los enormes rascacielos se yerguen altivos tocando las nubes y replican: ‘Eso aquí no sucederá, no llegará hasta nosotros, en nuestro país es imposible”…
Llegará. Todo es posible…
Es un fenómeno sorprendente. Desde hace 125 años el propio comunismo expresa sus intenciones claramente. Antes lo decía con mayor sinceridad. Y en el Manifiesto Comunista –que todos conocen por su nombre y casi nadie se molesta en leer–, se escriben cosas más terribles, incluso más que las ya realizadas.
Es sobrecogedor. El mundo no es analfabeto… Sin embargo, es como si nadie quisiera comprenderlo. La humanidad se comporta como si no quisiera hacerse cargo de lo que es el comunismo. Como si no quisiera entender…
No creo que se deba sólo a las caretas que los comunistas vienen colocándose durante los últimos decenios… Se debe también a que la esencia del comunismo rebasa totalmente los límites del entendimiento humano. Es imposible creer que los propios hombres hayan concebido tal monstruosidad y la lleven a cabo. Precisamente porque excede el nivel de comprensión humana, por eso tal vez es tan difícil comprender el comunismo…
Es tremendo. Además de todos sus escritos, ¡cuántos hechos concretos ha dado el comunismo a la humanidad de nuestros días! Han retumbado los tanques en Budapest. Como si nada. Volvieron a retumbar en Checoslovaquia. Nada. A otro cualquiera no le hubieseis perdonado. Sin embargo, el comunismo pasa.
El comunismo levanta el muro de Berlín, ¡Es un símbolo aterrador! Para que se vea lo que es en verdad el comunismo. Hace 14 años fusilan allí no sólo a quienes desean huir de la sociedad feliz comunista… Se ha dado el caso de que un niño de la parte occidental se cayó al río Spre. Intentaron salvarle, pero los guardafronteras orientales abrieron fuego: ‘¡No lo salven!’ y el niño se ahogó… ¿Ha convencido a alguien el muro de Berlín? A nadie. Continúan ignorándolo. “Sí, se mantiene en pie pero no llegará hasta aquí”, añaden otros. En todas las fronteras del mundo comunista, al menos en las europeas, han sido instaladas máquinas electrónicas para matar a los hombres… Y no nos damos cuenta del peligro, no lo sentimos, no tenemos miedo…
Nosotros (en Rusia) somos esclavos de nuestro nacimiento. Venimos al mundo siendo esclavos. Yo no soy joven y, sin embargo, he nacido en la esclavitud. Y tanto más los jóvenes que yo. Somos esclavos, pero nos arrastramos hacia la libertad. Mas vosotros sois libres de nacimiento. Si habéis nacido libres, ¿por qué ofrecéis vuestro cuello a la esclavitud? ¿Por qué ayudáis a nuestros esclavistas?
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