Vida y obra del célebre psicoanalista
Nació el 6 de mayo de 1856 en una pequeña localidad de Moravia llamada Freiberg. Su padre fue un comerciante de lana con una mente muy aguda y un buen sentido del humor. Su madre era una mujer activa, vivaz, segunda esposa del padre de Sigmund y 20 años menor que su marido. Tenía 21 años cuando tuvo a su primer hijo, su apreciado Sigmund. Este tuvo dos medio-hermanos y otros seis hermanos. Cuando tenía 4 o 5 años (él no recuerda bien), su familia se trasladó a Viena, donde viviría casi toda su vida.
Freud, un niño brillante, siempre a la cabeza de su clase, ingresó en la escuela de medicina; una de las pocas opciones para un joven judio en Viena en esos días. Allí, se embarcó en la investigación bajo la dirección de un profesor de fisiología llamado Ernst Brücke. El maestro creía en nociones comunes o, si se quiere, radicales de aquella época y que hoy conoceríamos como reduccionismo: “no existen otras fuerzas que las comunes físico-químicas para explicar el funcionamiento del organismo”. Freud pasó muchos años intentando “reducir” la personalidad a la neurología, causa que más tarde abandonaría.
Freud era muy bueno en el campo de sus investigaciones, concentrándose sobre todo en neurofisiología e incluso llegó a crear una técnica especial de tinción celular. Pero, solo existía un número limitado de puestos y había otros por encima de él. Brücke le ayudó a conseguir una beca de estudios, primero con el gran psiquiatra Charcot en París y posteriormente en Nancy con el que más tarde sería su rival: Bernheim. Ambos científicos estaban investigando el uso de la hipnosis en los pacientes histéricos.
Después de pasar un breve período de tiempo como residente de neurología y como director de una guardería infantil en Berlín, Freud se volvió a Viena y se casó con su prometida de años Martha Bernays. Allí abrió su consulta de neuropsiquiatría, con la ayuda de Joseph Breuer.
Las lecturas y obras de Freud le proporcionaron tanto fama como ostracismo dentro de la comunidad médica. Se rodeó de un buen número de seguidores que más tarde se convertirían en el núcleo del movimiento psicoanalítico.
Desafortunadamente, Freud tenía una gran propensión a rechazar a aquellos que no estaban de acuerdo con sus teorías; algunos se separaron de él de manera amistosa, otros no, estableciendo entonces escuelas de pensamiento competidoras.
Freud emigró a Inglaterra justo antes de la Segunda Guerra Mundial, cuando Viena ya no era un sitio seguro para un judío y más aún de la talla del famoso Freud. Poco más tarde murió de un cáncer maxilobucal del que había sufrido desde hacía 20 años.
Sigmund
Freud es, quizás, el pensador más famoso, polémico y carismático
de la psicología del siglo
XX.
Sus teorías y su trabajo han ayudado a dar forma a la visión del
desarrollo en la infancia, la personalidad, la memoria, la sexualidad
o la terapia. Muchos psicólogos han sido influenciados por su obra,
mientras otros han desarrollado sus ideas en oposición a él.
El
concepto llamado “asociación
libre”,
trata de una técnica que busca que el paciente exprese, durante las
sesiones de terapia, todas sus ideas, emociones, pensamientos e
imágenes tal y como se le presentan, sin restricciones ni
ordenamientos. Tras esta apertura, el psicoanalista debe determinar
qué factores, dentro de esas manifestaciones, reflejan un conflicto
inconsciente.
La relación de Sigmund Freud con Charcot y Breuer: Origen del Psicoanálisis
Para
entender su teoría, hay que saber que todo empezó en París,
donde Sigmund Freud se encontraba gracias una beca. Allí pasó mucho
tiempo al lado de Charcot,
un famoso neurólogo estudioso del fenómeno hipnótico, y así
comienza su interés en la sugestión y el estudio de la histeria.
Una vez finalizada la beca,
Freud regresó a Viena y compartió las teorías de Charcot con otros médicos, pero todos le rechazaron salvo Breuer, un amigo suyo. Además, Breuer tuvo un papel importantísimo en la vida de Sigmund Freud como figura paterna, aconsejándole en los distintos aspectos de la carrera que compartían, apoyándole económicamente para que estableciera su consultorio como médico particular, creando el método catártico y redactando con él la obra inaugural de la historia del psicoanálisis.
Freud regresó a Viena y compartió las teorías de Charcot con otros médicos, pero todos le rechazaron salvo Breuer, un amigo suyo. Además, Breuer tuvo un papel importantísimo en la vida de Sigmund Freud como figura paterna, aconsejándole en los distintos aspectos de la carrera que compartían, apoyándole económicamente para que estableciera su consultorio como médico particular, creando el método catártico y redactando con él la obra inaugural de la historia del psicoanálisis.
El caso de Anna O.
El
caso de Anna O. (su nombre real era Bertha
Pappenheim)
marco
un antes y un después en la carrera de un joven Freud. Anna
O. era una paciente de Breuer que sufría histeria, pero ambos se
hicieron cargo de su problema. La paciente era una joven que en otoño
de 1880 enfermó. Cuando tenía cumplidos los 21 años,
inesperadamente su padre cayó enfermo y se vio obligada a cuidar de
él. Fue tanta su atención hacía su padre, que el gran descuido que
ella se dio a sí misma la condujo hacia la anemia y debilidad. Pero
estos problemas; que pronto la postraron en cama, fueron seguidos por
malestares aún más alarmantes: parálisis, una grave perturbación
del lenguaje y otros síntomas que aparecen tras de la muerte de su
padre, y por la que es diagnosticada como histérica.
TEORÍA
Freud no inventó exactamente el concepto de mente consciente versus mente inconsciente, pero desde luego lo hizo popular. La mente consciente es todo aquello de lo que nos damos cuenta en un momento particular: las percepciones presentes, memorias, pensamientos, fantasías y sentimientos. Cuando trabajamos muy centrados en estos apartados es lo que Freud llamó preconsciente, algo que hoy llamaríamos “memoria disponible”: se refiere a todo aquello que somos capaces de recordar; aquellos recuerdos que no están disponibles en el momento, pero que somos capaces de traer a la consciencia. Actualmente, nadie tiene problemas con estas dos capas de la mente, aunque Freud sugirió que las mismas constituían solo pequeñas partes de la misma.
La
parte más grande estaba formada por el inconsciente e incluía todas
aquellas cosas que no son accesibles a nuestra consciencia,
incluyendo muchas que se habían originado allí, tales como nuestros
impulsos o instintos, así como otras que no podíamos tolerar en
nuestra mente consciente, tales como las emociones asociadas a los
traumas.
De
acuerdo con Freud, el inconsciente es la fuente de nuestras
motivaciones, ya sean simples deseos de comida o sexo, compulsiones
neuróticas o los motivos de un artista o científico. Además,
tenemos una tendencia a negar o resistir estas motivaciones de su
percepción consciente, de manera que solo son observables de forma
disfrazada.
El
Ello, el Yo y el Superyo
La
realidad psicológica freudiana empieza con el mundo lleno de
objetos. Entre ellos, hay uno especial: el cuerpo. El cuerpo (Nos
referiremos a cuerpo como vocablo para traducir “organism”, ya
que en psicología es más aceptado el término. N.T.) es especial en
tanto actúa para sobrevivir y reproducirse y está guiado a estos
fines por sus necesidades (hambre, sed, evitación del dolor y sexo).
Una
parte (muy importante, por cierto) del cuerpo lo constituye el
sistema nervioso, del que una de sus características más
prevalentes es la sensibilidad que posee ante las necesidades
corporales. En el nacimiento, este sistema es poco más o menos como
el de cualquier animal, una “cosa”, o más bien, el Ello. El
sistema nervioso como Ello, traduce las necesidades del cuerpo a
fuerzas motivacionales llamadas pulsiones (en alemán “Triebe”).
Freud también los llamó deseos. Esta traslación de necesidad a
deseo es lo que se ha dado a conocer como proceso primario.
El
Ello tiene el trabajo particular de preservar el principio de placer,
el cual puede entenderse como una demanda de atender de forma
inmediata las necesidades. Imagínese por ejemplo a un bebé
hambriento en plena rabieta. No “sabe” lo que quiere, en un
sentido adulto, pero “sabe” que lo quiere…¡ahora mismo!. El
bebé, según la concepción freudiana, es puro, o casi puro Ello. Y
el Ello no es más que la representación psíquica de lo biológico.
Pero,
aunque el Ello y la necesidad de comida puedan satisfacerse a través
de la imagen de un filete jugoso, al cuerpo no le ocurre lo mismo. A
partir de aquí, la necesidad solo se hace más grande y los deseos
se mantienen aún más. Usted se habrá percatado de que cuando no ha
satisfecho una necesidad, como la de comer por ejemplo, ésta empieza
a demandar cada vez más su atención, hasta que llega un momento en
que no se puede pensar en otra cosa. Este sería el deseo irrumpiendo
en la consciencia.
Menos
mal que existe una pequeña porción de la mente a la que nos
referimos antes, el consciente, que está agarrado a la realidad a
través de los sentidos. Alrededor de esta consciencia, algo de lo
que era “cosa” se va convirtiendo en Yo en el primer año de vida
del niño. El Yo se apoya en la realidad a través de su consciencia,
buscando objetos para satisfacer los deseos que el Ello ha creado
para representar las necesidades orgánicas. Esta actividad de
búsqueda de soluciones es llamada proceso secundario.
El
Yo, a diferencia del Ello, funciona de acuerdo con el principio de
realidad, el cual estipula que se “satisfaga una necesidad tan
pronto haya un objeto disponible”. Representa la realidad y hasta
cierto punto, la razón.
No
obstante, aunque el Yo se las ingenia para mantener contento al Ello
(y finalmente al cuerpo), se encuentra con obstáculos en el mundo
externo. En ocasiones se encuentra con objetos que ayudan a conseguir
las metas. Pero el Yo capta y guarda celosamente todas estas ayudas y
obstáculos, especialmente aquellas gratificaciones y castigos que
obtiene de los dos objetos más importantes del mundo de un niño:
mamá y papá. Este registro de cosas a evitar y estrategias para
conseguir es lo que se convertirá en Superyo. Esta instancia no se
completa hasta los siete años de edad y en algunas personas nunca se
estructurará.
Hay
dos aspectos del Superyo: uno es la consciencia, constituida por la
internalización de los castigos y advertencias. El otro es llamado
el Ideal del Yo, el cual deriva de las recompensas y modelos
positivos presentados al niño. La consciencia y el Ideal del Yo
comunican sus requerimientos al Yo con sentimientos como el orgullo,
la vergüenza y la culpa.
Es
como si en la niñez hubiésemos adquirido un nuevo conjunto de
necesidades y de deseos acompañantes, esta vez de naturaleza más
social que biológica. Pero, por desgracia, estos nuevos deseos
pueden establecer un conflicto con los deseos del Ello. Ya ve, el
Superyo representaría la sociedad, y la sociedad pocas veces
satisface sus necesidades.
Pulsiones
de Vida y Pulsión de Muerte
Freud
consideró que todo el comportamiento humano estaba motivado por las
pulsiones, las cuales no son más que las representaciones
neurológicas de las necesidades físicas. Al principio se refirió a
ellas como pulsiones de vida. Estas pulsiones perpetúan (a) la vida
del sujeto, motivándole a buscar comida y agua y (b) la vida de la
especie, motivándole a buscar sexo. La energía motivacional de
estas pulsiones de vida, el “oomph” que impulsa nuestro
psiquismo, les llamó libido, a partir del latín significante de “yo
deseo”.
La
experiencia clínica de Freud le llevó a considerar el sexo como una
necesidad mucho más importante que otras en la dinámica de la
psiquis. Somos, después de todo, criaturas sociales y el sexo es la
mayor de las necesidades sociales. Pero, aunque debemos recordar que
cuando Freud hablaba de sexo, hablaba de mucho más que solo el
coito, la libido se ha considerado como la pulsión sexual.
Más
tarde en su vida, Freud empezó a creer que las pulsiones de vida no
explicaban toda la historia. La libido es una cosa viviente; el
principio de placer nos mantiene en constante movimiento. Y la
finalidad de todo este movimiento es lograr la quietud, estar
satisfecho, estar en paz, no tener más necesidades. Se podría decir
que la meta de la vida, bajo este supuesto, es la muerte. Freud
empezó a considerar que “debajo” o “a un lado” de las
pulsiones de vida había una pulsión de muerte. Empezó a defender
la idea de que cada persona tiene una necesidad inconsciente de
morir.
Parece
una idea extraña en principio, y desde luego fue rechazada por
muchos de sus estudiantes, pero creemos que tiene cierta base en la
experiencia: la vida puede ser un proceso bastante doloroso y
agotador. Para la gran mayoría de las personas existe más dolor que
placer, algo, por cierto, que nos cuesta trabajo admitir. La muerte
promete la liberación del conflicto.
Freud
se refirió a esto como el principio de Nirvana. Nirvana es una idea
budista usualmente traducida como “Cielo”, aunque su significado
literal es “soplido que agota”, como cuando la llama de una vela
se apaga suavemente por un soplido. Se refiere a la no-existencia, a
la nada, al vacío; lo que constituye la meta de toda vida en la
filosofía budista.
La
evidencia cotidiana de la pulsión de muerte y su principio de
nirvana está en nuestro deseo de paz, de escapar a la estimulación,
en nuestra atracción por el alcohol y los narcóticos, en nuestra
propensión a actividades de aislamiento, como cuando nos perdemos en
un libro o una película y en nuestra apetencia por el descanso y el
sueño. En ocasiones esta pulsión se representa de forma más
directa como el suicidio y los deseos de suicidio. Y en otros
momentos, tal y como Freud decía, en la agresión, crueldad,
asesinato y destructividad.
Ansiedad
Una
vez, Freud dijo: “la vida no es fácil”.
El
Yo está justo en el centro de grandes fuerzas; la realidad, la
sociedad, está representada por el Superyo; la biología está
representada por el Ello. Cuando estas dos instancias establecen un
conflicto sobre el pobre Yo, es comprensible que uno se sienta
amenazado, abrumado y en una situación que parece que se le va a
caer el cielo encima. Este sentimiento es llamado ansiedad y se
considera como una señal del Yo que traduce sobrevivencia y cuando
concierne a todo el cuerpo se considera como una señal de que el
mismo está en peligro.
Freud
habló de tres tipos de ansiedades: la primera es la ansiedad de
realidad, la cual puede llamarse en términos coloquiales como miedo.
De hecho, Freud habló específicamente de la palabra miedo, pero sus
traductores consideraron la palabra como muy mundana. Podríamos
entonces decir que si uno está en un pozo lleno de serpientes
venenosas, uno experimentará una ansiedad de realidad.
La
segunda es la ansiedad moral y se refiere a lo que sentimos cuando el
peligro no proviene del mundo externo, sino del mundo social
interiorizado del Superyo. Es otra terminología para hablar de la
culpa, vergüenza y el miedo al castigo.
La
última es la ansiedad neurótica. Esta consiste en el miedo a
sentirse abrumado por los impulsos del Ello. Si en alguna ocasión
usted ha sentido como si fuésemos a perder el control, su raciocinio
o incluso su mente, está experimentando este tipo de ansiedad.
“Neurótico” es la traducción literal del latín que significa
nervioso, por tanto podríamos llamar a este tipo de ansiedad,
ansiedad nerviosa. Es este el tipo de ansiedad que más interesó a
Freud y nosotros le llamamos simple y llanamente ansiedad.
Los
Mecanismos de Defensa
El
Yo lidia con las exigencias de la realidad, del Ello y del Superyo de
la mejor manera que puede. Pero cuando la ansiedad llega ser
abrumadora, el Yo debe defenderse a sí mismo. Esto lo hace
bloqueando inconscientemente los impulsos o distorsionándoles,
logrando que sean más aceptables y menos amenazantes. Estas técnicas
se han llamado mecanismos defensivos yoicos y tanto Freud como su
hija Anna, así como otros seguidores han señalado unos cuantos.
La
Negación se refiere al bloqueo de los eventos externos a la
consciencia. Si una situación es demasiado intensa para poder
manejarla, simplemente nos negamos a experimentarla. Como podrían
suponer, esta defensa es primitiva y peligrosa (nadie puede
desatender la realidad durante mucho tiempo). Este mecanismo
usualmente opera junto a otras defensas, aunque puede funcionar en
exclusiva.
En
una ocasión, mientras estaba leyendo en la sala de mi casa, mi hija
de cinco años veía unos dibujos animados de la tele, creo que los
Pitufos. Como casi todos los niños de su edad, tenía el hábito de
estar demasiado cerca de la pantalla. En un momento determinado donde
parece que los responsables de la emisora no prestaban atención
suficiente, pasaron abruptamente a un anuncio de una película de
terror a estrenarse próximamente en el cine. Contenía muchas
escenas violentas de sangre y masacre, con un cuchillo ensangrentado,
una máscara de hockey y gritos de terror. Como ya era tarde para
salvar a mi hija de tal invasión, hice l que todo padre psicólogo
haría con su hijo: ¡Vaya, ese anuncio era terrorífico, ¿verdad?!.
Ella dijo: ¿eh?. Yo dije a continuación: Ese anuncio…fue
horroroso, ¿no?. Y dice ella: ¿qué anuncio?. Yo contesté
abruptamente: ¡Ese, el de la máscara de hockey; el del cuchillo
sangriento y esos gritos!. Aparentemente, mi hija había borrado todo
el anuncio de su cabeza.
Desde
aquel momento, en mi vida he visto muchas reacciones parecidas en
niños cuando son confrontados a situaciones a las que no están
preparados. También he visto personas desmayándose en una autopsia
(personas que niegan la realidad de la muerte de un ser querido) y
estudiantes que se olvidan de buscar las notas de sus exámenes. Todo
esto es negación.
La
Represión, defensa que Anna Freud llamó también “olvido
motivado” es simplemente la imposibilidad de recordar una
situación, persona o evento estresante. Esta defensa también es
peligrosa y casi siempre va acompañada de otras más.
Cuando
era un adolescente, desarrollé un fuerte sentimiento de miedo hacia
las arañas, especialmente aquellas con patas largas. No sabía de
donde venía ese miedo, pero empezaba a ser bastante engorroso cuando
precisamente iba a entrar en el instituto, antes de la universidad.
En el instituto, un consejero me ayudó a llevarlo mejor (con algo
que él llamaba desensibilización sistemática), pero aún no tenía
ni idea de dónde podía provenir el miedo. Años más tarde, tuve un
sueño particularmente vívido y claro donde me veía encerrado por
mi primo en un cortijo de la parte de atrás de la casa de mis
abuelos. La habitación era oscura y estaba muy sucio. El suelo
estaba cubierto de (ya lo habrán sabido) ¡arañas con patas
largas!).
La
comprensión freudiana de este sueño es bastante simple: reprimí un
evento traumático (el incidente del cortijo), pero cuando en la
realidad veía arañas, surgía la ansiedad del evento sin traer
consigo el recuerdo del acontecimiento.
Otros
ejemplos abundan en la literatura. Anna Freud habla de uno en
concreto que es particularmente especial: una chica jóven, acosada
de una culpa importante por sus fuertes deseos sexuales, tiende a
olvidar el nombre de su novio, aún cuando le está presentando a sus
amistades. O un alcohólico que no puede recordar su intento de
suicidio, argumentando que debió “haberse bloqueado”. O alguien
que casi se ahoga de pequeño, pero es incapaz de recordar el evento
aunque los demás intenten recordárselo…pero presenta un miedo
terrible a los lagos y mares.
Nótese
que para que haya un verdadero ejemplo de defensa, debe funcionar de
forma inconsciente (Laplanche y Pontalis en su Diccionario de
Psicoanálisis ? Ed. Labor, 1993- establecen que la defensa adquiere
a menudo un carácter compulsivo y actúa, al menos parcialmente,
inconscientemente. N.T.).
Mi
hermano tenía un miedo terrible a los perros cuando era niño, pero
no había en esta experiencia ninguna defensa en juego. Simplemente
él no que ría repetir la experiencia de haber sido mordido por uno
de ellos. Comúnmente, eso que llamamos miedos irracionales o fobias
derivan de la represión de traumas.
Ascetismo
es la renuncia de las necesidades es una de las defensas que menos
hemos oído hablar, pero se ha puesto nuevamente de moda con la
emergencia del trastorno llamado anorexia. Los pre-adolescentes,
cuando se sienten amenazados por sus emergentes deseos sexuales,
pueden protegerse a sí mismos inconscientemente a través de negar
no sólo sus deseos sexuales, sino también todos sus deseos. Así,
se embarcan en una vida como si fueran monjes, con una tendencia
ascética donde renuncian a cualquier interés sobre lo que los demás
renuncian.
En
los chicos de hoy hay un interés marcado en la autodisciplina de la
artes marciales. Afortunadamente, las artes marciales no solo no
hacen (mucho) daño, sino que incluso pueden ayudarles. Por el
contrario, las chicas de nuestra sociedad desarrollan con mucha
frecuencia un interés importante por alcanzar estándares
artificiales de belleza basados en la delgadez. Considerando la
teoría freudiana, la negación de estas chicas a comer es una
tapadera de su negación a su desarrollo sexual. Y desde luego que la
sociedad aumenta la presión. ¡Lo que para otras sociedades
representa una mujer madura es para nosotros una mujer con 20 libras
de más!.
Aislamiento
(también llamado intelectualización) consiste en separar la emoción
(o el afecto. N.T.) de un recuerdo doloroso o de un impulso
amenazante. La persona puede reconocer, de forma muy sutil, que ha
sido abusada de pequeña, o puede demostrar una curiosidad
intelectual sobre su orientación sexual recién descubierta. Algo
que debe considerarse como importante, sencillamente se trata como si
no lo fuera.
En
situaciones de emergencia, hay algunas personas que se sienten
completamente calmados e íntegros hasta que se haya pasado la
situación difícil, y es entonces cuando se vienen abajo. Algo te
dice que te mantengas entero mientras dure la emergencia. Es bastante
común que nos encontremos con personas totalmente inmersas en
obligaciones sociales alrededor de la muerte de un ser querido. Los
médicos y las enfermeras deben aprender a separar sus reacciones
naturales de su ejercicio profesional cuando están en presencia de
pacientes heridos, o cuando necesitan operarles, o simplemente cuando
tienen que clavar una aguja. Deben tratar al paciente como algo menos
que humanos cálidos con familias y viviendo una vida similar a la de
ellos. Muchos adolescentes se dirigen a ver en masa las películas de
terror, e incluso se obsesionan con la cuestión, quizás para lograr
combatir el miedo real. Nada demuestra el aislamiento más claramente
que un cine lleno de gente riéndose histéricamente ante el
descuartizamiento de un ser humano en la pantalla.
El
Desplazamiento es la “redirección” de un impulso hacia otro
blanco que lo sustituya. Si el impulso o el deseo es aceptado por ti,
pero la persona al que va dirigido es amenazante, lo desvías hacia
otra persona u objeto simbólico. Por ejemplo, alguien que odia a su
madre puede reprimir ese odio, pero lo desvía hacia, digamos, las
mujeres en general. Alguien que no haya tenido la oportunidad de amar
a un ser humano puede desviar su amor hacia un gato o un perro. Una
persona que se siente incómodo con sus deseos sexuales hacia
alguien, puede derivar este deseo a un fetiche. Un hombre frustrado
por sus superiores puede llegar a casa y empezar a pegar al perro o a
sus hijos o establecer discusiones acaloradas.
Agresión
contra el propio self (Utilizaremos aquí el propio término en
inglés para referirnos al “sí mismo, ya que en la psicología en
español se usa con mayor frecuencia el vocablo en inglés “self”.
N.T.). Es una forma muy especial de desplazamiento y se establece
cuando la persona se vuelve su propio blanco sustitutivo. Usualmente
se usa cuando nos referimos a la rabia, irritabilidad y la agresión,
más que a impulsos más positivos. Constituye la explicación
freudiana para muchos de nuestros sentimientos de inferioridad, culpa
y depresión. La idea de que la depresión es muchas veces el
producto de la rabia contra un objeto (persona) que no queremos
reconocer, es ampliamente aceptada por freudianos y otros de diversas
corrientes.
Hace
un tiempo, en una etapa en la que no me sentía muy bien, mi hija de
cinco años derramó un vaso de leche con chocolate en el salón de
casa. Me levanté incómodo y empecé a decirle gritándole que cómo
era posible que después de habérselo dicho tantas veces lo hacía
de nuevo. Que tenía que ser más cuidadosa porque ya era mayor
y…etc. En ese momento, mi hija empezó a golpearse la cabeza varias
veces. Obviamente, ella no me golpearía la cabeza a mí, ¿no?. De
más está decir que a partir de aquel suceso me he sentido culpable
hasta hoy.
Proyección
o desplazamiento hacia fuera, como Anna Freud le llamó, es casi
completamente lo contrario de la agresión contra el propio self.
Comprende la tendencia a ver en los demás aquellos deseos
inaceptables para nosotros. En otras palabras; los deseos permanecen
en nosotros, pero no son nuestros. Confieso que cuando oigo a alguien
hablar sin parar sobre cómo está de agresiva nuestra sociedad o
cómo está aquella persona de pervertida, no puedo dejar de
preguntarme si esta persona no tiene una buena acumulación de
impulsos agresivos o sexuales que no quiere ver en ella misma.
Déjenme
mostrarles algunos ejemplos. Un marido fiel y bueno empieza a sentir
atracción por una vecina guapa y atractiva. En vez de aceptar estos
sentimientos, se vuelve cada vez más celoso con su mujer, a la que
cree infiel y así sucesivamente. O una mujer que empieza a sentir
deseos sexuales leves hacia sus amigas.. En lugar de aceptar tales
sentimientos como algo bastante normal, se empieza preocupar cada vez
más por el alto índice de lesbianismo en su barrio.
La
Rendición altruista es una forma de proyección que parece a primera
vista como lo opuesto: aquí, la persona intenta llenar sus propias
necesidades de forma vicaria a través de otras gentes.
Un
ejemplo común es el del amigo (siempre conocemos alguno) que en vez
de buscar algún amigo o relación por sí mismo, embarca a los demás
a que las tengan. Son esos que te dicen curiosamente “¿y qué paso
anoche con tu cita?” o “Qué, ¿ya tienes pareja o no?”. Un
ejemplo extremo sería el de la persona que vive completamente su
vida para y a través de los demás. (La rendición altruista también
es común en los grupos ideológicos dogmáticos, incluyendo grupos
de “ciencia”, así como de personas que se someten a una religión
por completo o a una vida dedicada únicamente a servir a los demás.
N.T.).
La
Formación reactiva, o “creencia en lo opuesto”, como Anna Freud
llamó, es el cambio de un impulso inaceptable por su contrario. Así,
un niño. Enfadado con su madre, puede volverse un niño muy
preocupado por ella y demostrarle mucho cariño. El niño que sufre
abusos por parte de un progenitor, se vuelve hacia él corriendo. O
alguien que no acepta un impulso homosexual, puede repudiar a los
homosexuales.
Quizás
el ejemplo más significativo de formación reactiva lo encontramos
en niños entre 7 y 11 años. La mayoría de los chicos, sin dudarlo,
hablarán mal de las chicas o incluso no querrán saber nada del
tema. Las niñas harán lo mismo con respecto a ellos. Pero, si
nosotros, los adultos, les vemos jugar, podemos decir con toda
seguridad cuáles son sus verdaderos sentimientos.
La
Anulación Retroactiva comprende rituales o gestos tendientes a
cancelar aquellos pensamientos o sentimientos displacenteros después
de que han ocurrido. Por ejemplo, Anna Freud mencionaba a un niño
que recitaba el alfabeto al revés siempre que tenía un pensamiento
sexual, o que se volvía y escupía cuando se encontraba con otro
niño que compartiese su pasión por la masturbación.
En
personas “normales”, la anulación retroactiva es, por supuesto,
más consciente, pidiendo formalmente excusas o estableciendo actos
de expiación. Pero, en algunas personas los actos de expiación no
son conscientes en absoluto. Fíjese, por ejemplo, en un padre
alcohólico que después de un año de abusos verbales y quizás
físicos, regala los mejores juguetes a sus hijos en Navidad. Cuando
pasa la época navideña y percibe que sus hijos no se han dejado
engañar por los regalos, se vuelve al bar de siempre y le comenta al
camarero lo desagradecida que es su familia, lo que le lleva a beber.
Uno
de los ejemplos clásicos de esta defensa es el lavarse después de
una relación sexual. Sabemos que es perfectamente común lavarse
después de esto, pero si usted tiene que ducharse durante tiempo y
frotarse concienzudamente con un jabón fuerte, quizás el sexo no le
va mucho.
La
Introyección, muchas veces llamada identificación, comprende la
adquisición o atribución de características de otra persona como
si fueran de uno, puesto que hacerlo, resuelve algunas dificultades
emocionales. Por ejemplo, si se le deja solo a un niño con mucha
frecuencia, él intenta convertirse en “papá” de manera de
disminuir sus temores. En ocasiones les vemos jugando a con sus
muñecos diciéndoles que no deben tener miedo. También podemos
observar cómo los chicos mayores y adolescentes adoran a sus ídolos
musicales, pretendiendo ser como ellos para lograr establecer una
identidad.
Un
ejemplo más inusual es el de una mujer que vive al lado de mis
abuelos. Su esposo había muerto y ella comenzó a vestir en sus
ropas, aunque prolijamente adaptada a su figura. Empezó a presentar
varios de sus hábitos, como fumar en pipa. Aunque para los vecinos,
todo esto era extraño y le llamaban el “hombre-mujer”, ella no
presentaba confusión alguna con respecto a su identidad sexual. De
hecho, más tarde se casó, manteniendo hasta el final sus trajes de
hombre y su pipa.
Debo
agregar en este momento que en la teoría freudiana, el mecanismo de
identificación es aquel a través del cual desarrollamos nuestro
Super-yo.
Identificación
con el Agresor es una versión de la introyección que se centra en
la adopción no de rasgos generales o positivos del objeto, sino de
negativos. Si uno está asustado con respecto a alguien, me convierto
parcialmente en él para eliminar el miedo.
Dos
de mis hijas, las cuales se han criado con un gato de bastante mal
genio, recurren muchas veces a maullar y chillar para evitar que
salga repentinamente de un armario o de una esquina oscura y vaya a
morderle los tobillos.
Un
ejemplo más dramático es aquel llamado Síndrome de Estocolmo.
Después de una crisis de rehenes en Estocolmo, los psicólogos se
sorprendieron al ver que las rehenes no solo no estaban terriblemente
enojadas con sus captores, sino incluso sumamente simpáticas hacia
ellos. Un caso más reciente es el de una mujer joven llamada
Patricia Hearst, proveniente de una familia muy influyente y rica.
Fue secuestrada por un pequeño grupo revolucionarios autoproclamados
conocidos como el Ejército de Liberación Simbionés.
La retuvieron armarios, la violaron y maltrataron. A pesar de esto, decidió unirse a ellos, haciendo pequeños videos de propaganda para éstos e incluso portando un arma de fuego en un atraco cometido a un banco. Posteriormente a su detención, sus abogados defendieron con fuerza su inocencia, proclamándole como víctima, no como una criminal. No obstante, fue sentenciada a 7 años de prisión por el robo al banco. Su sentencia fue conmutada al cabo de dos años por el presidente Carter.
La retuvieron armarios, la violaron y maltrataron. A pesar de esto, decidió unirse a ellos, haciendo pequeños videos de propaganda para éstos e incluso portando un arma de fuego en un atraco cometido a un banco. Posteriormente a su detención, sus abogados defendieron con fuerza su inocencia, proclamándole como víctima, no como una criminal. No obstante, fue sentenciada a 7 años de prisión por el robo al banco. Su sentencia fue conmutada al cabo de dos años por el presidente Carter.
La
Regresión constituye una vuelta atrás en el tiempo psicológico
cuando uno se enfrenta a un estrés. Cuando estamos en problemas o
estamos atemorizados, nuestros comportamientos se tornan más
infantiles o primitivos. Un niño, por ejemplo, piede empezar a
chuparse el dedo nuevamente o a hacerse pis si necesitan pasarse un
timepo en el hospital.
Un adolescente puede empezar a reirse descontroladamente en una situación de encuentro social con el sexo opuesto. Un estudiante preuniversitario debe traerse consigo un muñeco de peluche de casa a un exámen. Un grupo de personas civilizadas se pueden volver violentas en un momento de amenaza. O un señor mayor que después de 20 años en una empresa es despedido y a partir de ese momento se vuelve perezoso y dependiente de su esposa de una manera infantil.
Un adolescente puede empezar a reirse descontroladamente en una situación de encuentro social con el sexo opuesto. Un estudiante preuniversitario debe traerse consigo un muñeco de peluche de casa a un exámen. Un grupo de personas civilizadas se pueden volver violentas en un momento de amenaza. O un señor mayor que después de 20 años en una empresa es despedido y a partir de ese momento se vuelve perezoso y dependiente de su esposa de una manera infantil.
¿A
dónde nos retiramos cuando nos enfrentamos al estrés?. De acuerdo
con la teoría freudiana, a un tiempo de la vida donde nos sentimos
seguros y a salvo.
El
mecanismo de Racionalización es la distorsión cognitiva de los
“hechos” para hacerlos menos amenazantes. Utilizamos esta defensa
muy frecuentemente cuando de manera consciente explicamos nuestros
actos con demasiadas excusas. Pero, para muchas personas con un Yo
sensible, utilizan tan fácilmente las excusas, que nunca se dan
cuenta de ellas. En otras palabras, muchos de nosotros estamos
bastante bien preparados para creernos nuestras mentiras.
Una
buena forma de entender las defensas es verlas como una combinación
de negación o represión con varias clases de racionalizaciones.
Todas
las defensas son, de hecho, mentiras, incluso si no somos conscientes
de ellas. Es más, si no nos damos cuenta de ellas, son aún más
peligrosas, si cabe. Como su abuela le dice: “Ay, cómo nos
complicamos la vida…”. Las mentiras traen más mentiras y nos
lleva cada vez más lejos de la verdad, de la realidad. Después de
un tiempo, el Yo no puede preservarnos de las demandas del Ello o
empieza a hacerle caso al Superyo. Empieza a surgir fuertemente la
ansiedad y nos venimos abajo.
Pero
aún así, Freud consideró que las defensas eran necesarias. No
podemos esperar que una persona, especialmente un niño, pueda con
todo el dolor y las penas que la vida le depara. Aunque algunos de
sus seguidores sugirieron que todas las defensas podían utilizarse
con fines positivos, Freud dijo que solo había una, la sublimación.
La
Sublimación es la transformación de un impulso inaceptable, ya sea
sexo, rabia, miedo o cualquier otro, en una forma socialmente
aceptable, incluso productiva. Por esta razón, alguien con impulsos
hostiles puede desarrollar actividades como cazar, ser carnicero,
jugador de rugby o fútbol o convertirse en mercenario. Una persona
que sufre de gran ansiedad en un mundo confuso puede volverse un
organizado, o una persona de negocios o un científico. Alguien con
impulsos sexuales poderosos puede llegar a ser fotógrafo, artista,
un novelista y demás. Para Freud, de hecho, toda actividad creativa
positiva era una sublimación, sobre todo de la pulsión sexual.
Los
Estadios
Estadios de la teoría de Freud
La
época en la que el autor de la teoría psicosexual vivió, y en la
que era habitual la fuerte represión de los deseos sexuales,
sobretodo en el sexo femenino, Sigmund Freud entendió que existía
una relación entre la neurosis y la represión sexual. Por lo tanto,
era posible entender la naturaleza y la variedad de la enfermedad al
conocer la historia sexual del paciente.
Freud
consideraba que los niños nacen con un deseo sexual que deben
satisfacer, y que existen una serie de estadios, durante los cuales
el niño busca placer de diferentes objetos. Esto es lo que llevo a
la parte más polémica de su teoría: la teoría del desarrollo
psicosexual.
Para
Freud la pulsión sexual es la fuerza mtivacional más importante.
Éste creía que esta fuerza no era solo la más prevalente para los
adultos, sino también en los niños, e incluso en los infantes.
Cuando Freud presentó sus ideas sobre sexualidad infantil por
primera vez, el público vienés al que se dirigió no estaba
preparado para hablar de sexo en los adultos, y desde luego menos aún
en los niños.
Es
cierto que la capacidad orgásmica está presente desde el
nacimiento, pero Freud no solo hablaba de orgasmo. La sexualidad no
comprende en exclusiva al coito, sino todas aquellas sensaciones
placenteras de la piel. Está claro que hasta el más mojigato de
nosotros, incluyendo bebés, niños y adultos, disfrutamos de as
experiencias táctiles como los besos, caricias y demás.
Freud
observó que en distintas etapas de nuestra vida, diferentes partes
de la piel que nos daban mayor placer. Más tarde, los teóricos
llamarían a estas áreas zonas erógenas. Vio que los infantes
obtenían un gran monto de placer a través de chupar, especialmente
del pecho. De hecho, los bebés presentan una gran tendencia a
llevarse a la boca todo lo que tienen a su alrededor. Un poco más
tarde en la vida, el niño concentra su atención al placer anal de
retener y expulsar. Alrededor de los tres o cuatro años, el niño
descubre el placer de tocarse sus genitales. Y solo más tarde, en
nuestra madurez sexual, experimentamos un gran placer en nuestras
relaciones sexuales. Basándose en estas observaciones, Freud postuló
su teoría de los estadios psicosexuales.
Etapa oral
Comienza
con el nacimiento y continúa durante los primeros 18 meses de vida.
Esta etapa se centran en el placer en la boca, esa es la zona
erógena. El niño chupa todo lo que encuentra porque eso le resulta
placentero y así conoce su entorno. Por lo tanto, en esta fase el
niño ya experimenta con su sexualidad. Si el adulto, por ejemplo, le
prohíbe que se chupe el dedo, la mano, etc. le está obstruyendo la
posibilidad de explorarse y explorar su alrededor. Lo cual puede
traer problemas futuros para el niño.
La
etapa oral se establece desde el nacimiento hasta alrededor de los 18
meses. El foco del placer es, por supuesto, la boca. Las actividades
favoritas del infante son chupar y morder.
Etapa anal
La
fase anal del desarrollo se produce entre los 18 meses y los tres
años de edad. En esta etapa la preocupación del niño y sus padres
gira alrededor del ano, es la etapa del control de esfínteres. El
goce sexual para el niño está en la defecación. Él siente que
entrega así, una producción de su cuerpo, una parte de sí mismo y
por ello es tan importante para él.
Es
una etapa de gran importancia y es fundamental que el control de
esfínteres se haga progresivamente, sin presiones. Manejar mal esta
etapa va a repercutir negativamente en comportamientos futuros.
La
etapa anal se encuentra entre los 18 meses hasta los tres o cuatro
años de edad. El foco del placer es el ano. El goce surge de retener
y expulsar.
Etapa fálica
La
fase fálica de la teoría de Sigmund Freud comienza a los tres años
y se extiende hasta los seis años. En esta etapa los genitales son
el objeto de placer y aparece el interés por las diferencias
sexuales y los genitales, por lo que es muy importante no reprimir y
manejar debidamente este estadio, ya que se podría obstruir la
capacidad de investigación, conocimiento y aprendizaje general.
Freud
asegura que los varones comienzan a experimentar sentimientos
sexuales hacia sus madres y ven a sus padres como competidores, por
lo que temen ser castrados, proceso que resulta en el complejo de
Edipo. Más tarde los niños se identifican con sus padres y reprimen
los sentimientos hacia sus madres para dejar atrás esta fase
La
etapa fálica va desde los tres o cuatro años hasta los cinco, seis
o siete. El foco del placer se centra en los genitales. La
masturbación a estas edades es bastante común.
Etapa de latencia
La
fase de latencia de Freud se desarrolla entre los seis años y el
inicio de la pubertad .Coincide con la etapa escolar y durante mucho
tiempo se creyó, equivocadamente, que la sexualidad quedaba
adormecida, latente. Lo que sucede es que durante este período el
interés del niño se centra en conocer, aprender e investigar. Un
buen manejo de las etapas anteriores, contribuye muy favorablemente
al éxito escolar.
La
etapa de latencia dura desde los cinco, seis o siete años de edad
hasta la pubertad, más o menos a los 12 años. Durante este período,
Freud supuso que la pulsión sexual se suprimía al servicio del
aprendizaje. Debo señalar aquí, que aunque la mayoría de los niños
de estas edades están bastante ocupados con sus tareas escolares, y
por tanto “sexualmente calmados”, cerca de un cuarto de ellos
están muy metidos en la masturbación y en jugar “a los médicos”.
En los tiempos represivos de la sociedad de Freud, los niños eran
más tranquilos en este período del desarrollo, desde luego, que los
actuales.
Etapa genital
Esta
fase se da en la pubertad, y una vez más, el centro de atención
recae en los genitales. Los individuos muestran curiosidad por la
sexualidad genital y es básico que encuentren en sus padres y en el
mundo adulto la apertura y disponibilidad para hablar de sexo y para
aclarar y responder a sus dudas.
La
etapa genital empieza en la pubertad y representa el resurgimiento de
la pulsión sexual en la adolescencia, dirigida más específicamente
hacia las relaciones sexuales. Freud establecía que tanto la
masturbación, el sexo oral, la homosexualidad como muchas otras
manifestaciones comportamentales eran inmaduras, cuestiones que
actualmente no lo son para nosotros.
Estas
etapas constituyen una verdadera teoría de períodos que la mayoría
de los freudianos siguen al pie de la letra, tanto en su contenido
como en las edades que comprenden.
La
crisis Edípica
Cada
estadio comprende una serie de tareas difíciles propias de donde
surgirán multitud de problemas. Para la fase oral es el destete;
para la anal, el control de esfínteres; para la fálica, es la
crisis edípica, llamada así por la historia griega del rey Edipo,
quien inadvertidamente mató a su padre y se casó con su madre.
Veamos
como funciona la llamada crisis edípica. El primer objeto de amor de
todos nosotros es nuestra madre. Queremos su atención, queremos su
afecto, queremos su cuidado; la queremos, la deseamos de una manera
ampliamente sexual. No obstante, el niño tiene un rival ante estos
deseos, personificado en su padre. Éste es mayor, más fuerte, más
listo y se va a la cama con ella, mientras que el chico es desplazado
a dormir solo en su habitación. El padre es el enemigo.
Ya
en el momento en que el niño se da cuenta de esta relación
arquetípica, ya se ha percatado de las diferencias entre niños y
niñas, además del pelo largo y los estilos de vestirse. Desde su
punto de vista párvulo, la diferencia estriba en que tiene un pene,
cosa que no tiene la chica. En este período de la vida, éste cree
que es mejor tener algo que carecer de ello, por lo que se siente
satisfecho y orgulloso de poseerlo.
Pero,
aparece la pregunta: ¿y dónde está el pene de la niña?. Quizás
lo ha perdido de alguna forma. Quizás se lo cortaron. ¡Quizás lo
mismo me puede pasar a mí!. Este es el inicio de la ansiedad de
castración, un nombre poco apropiado para definir el temor a perder
el propio pene.
Volviendo
a la historia anterior, el niño, al reconocer la superioridad de su
padre y temiendo a su pene, empieza a poner en práctica algunas de
sus defensas yoicas. Desplaza sus impulsos sexuales a su madre hacia
las chicas y posteriormente a las mujeres. Y se identifica con el
agresor, su papá, e intenta parecerse cada vez más a él; esto es,
un hombre. Después de unos años de latencia, entra en la
adolescencia y al mundo de la heterosexualidad madura.
La
niña también empieza su vida con amor hacia su madre, por lo que se
nos presenta el problema de tener que redirigir sus afectos hacia su
padre antes de que tenga lugar el proceso edípico. Freud responde a
esto con la envidia al pene. La niña ha notado también que ante la
diferencia de ambos sexos, ella no puede hacer nada. A ella le
gustaría tener un pene también, así como todo el poder asociado a
éste. Mucho más tarde podrá tener un sustituto, como un bebé.
Como todo niño sabe, se necesita de un papá y una mamá para tener
un bebé, de manera que gira su atención y cariño hacia papá.
Pero,
papá, por supuesto ya está cogido por alguien. La chica entonces le
desplaza por los chicos y hombres, identificándose con mamá, la
mujer que posee al hombre que ella verdaderamente desea. Debemos
observar que hay algo aquí que falta. La niña no sufre por el poder
motivacional de la ansiedad de castración, ya que ella no puede
perder lo que nunca ha tenido. Freud pensó que la falta de este
tremendo miedo es lo que provocaba que las mujeres fuesen menos
firmes en su heterosexualidad que los hombres y un poco menos
inclinadas hacia los aspectos morales en general.
Antes
de que usted se torne rabioso por esta poco agraciada sdescripción
de la sexualidad femenina, no se preocupe, que muchas personas han
respondido a ello. Retornaremos a esto en sección sobre la
discusión.
Carácter
Las
experiencias que uno va acumulando a lo largo de la vida contribuyen
a forjar su personalidad o carácter como adulto. Freud creía que
las experiencias traumáticas tenían un efecto especialmente fuerte
en esta etapa. Indudablemente, cada trauma en particular podría
tener su impacto específico en una persona, lo cual solo podía
explorarse y comprenderse sobre una base individual. Pero, aquellos
traumas asociados con los estadios de desarrollo por los que todos
pasamos, tendrían mayor consistencia.
Si
una persona presenta algún tipo de dificultad en cualquiera de las
tareas asociadas con estas etapas (el destete, el control de
esfínteres o en la búsqueda de la identidad sexual) tenderá a
retener ciertos hábitos infantiles o primitivos. A esto se le llama
fijación.
La
fijación provoca que cada problema de una etapa específica se
prolongue considerablemente en nuestro carácter o personalidad.
Si,
teniendo 18 meses de edad, se encuentra constantemente frustrado en
su necesidad de chupar, ya sea porque mamá está incómoda o incluso
es muy ruda con usted, o sencillamente quiere destetarle demasiado
rápido, usted puede desarrollar un carácter oral-pasivo. Una
personalidad de este tipo tiende a depender mucho de los demás.
Usualmente buscan “gratificaciones orales” tales como comer,
beber y fumar. Es como si estuviesen buscando los placeres que se
perdieron en la infancia.
Cuando
tenemos entre 5 y 8 meses de edad, empezamos la dentición. Una
acción que nos satisface mucho en este período es morder todo lo
que esté a nuestro alcance, como por ejemplo, el pezón de mamá. Si
esta acción es causante de displacer o se corta demasiado rápido.
Podremos desarrollar entonces una personalidad oral-agresiva. Esta
personas retienen de por vida un deseo de morder cosas, como lápices,
chicles, así como personas. Tienden a ser verbalmente agresivos,
sarcásticos, irónicos y demás.
En
el estadio anal estamos fascinados con nuestras “funciones
corporales”. Al principio, podemos hacerlo de cualquier forma y en
cualquier lugar. Posteriormente, sin razón aparente empezamos a
comprender que podemos tener control sobre ello, haciéndolo en
ciertos lugares y a ciertas horas. ¡Y los padres parecen valorar
sobremanera el producto final de estos esfuerzos!.
Algunos
padres se someten a merced del niño en el entrenamiento del control
de esfínteres. Le piden de rodillas que lo hagan en el váter, se
alegran considerablemente cuando lo hacen bién y se rompe su corazón
cuando no lo hacen correctamente. El niño, mientras, es el rey de la
casa, y él lo sabe. Este niño, con esos padres, desarrollará una
personalidad anal-expulsiva (también anal-agresiva). Estas personas
tienden a ser sensibleros, desorganizados y generosos ante una falta.
Pueden ser crueles, destructivos y muy dados al vandalismo y los
grafiti. El personaje de Oscar Madison en la película “Un par de
gruñones” (The Odd Couple) es un buen ejemplo.
Otros
padres son estrictos. Pueden estar compitiendo con los vecinos a ver
cuál de los niños controla primero los esfínteres (muchas personas
creen que si un niño lo hace muy pronto en su evolución, es un
signo de gran inteligencia). Pueden llegar a usar la humillación o
el castigo. Este niño puede perfectamente sufrir de estreñimiento,
tratando de controlarse constantemente y desarrollará de mayor una
personalidad anal-retentiva. Será especialmente pulcro,
perfeccionista y dictatorial. En otras palabras el anal-retentivo
está atado por todas partes. El personaje de Félix Unger en la
película mencionada es un ejemplo perfecto.
Existen
también dos personalidades fálicas, aunque a ninguna de ellas se le
ha dado nombre. Si el niño, por ejemplo, es rechazado en demasía
por su madre y además amenazado por su padre excesivamente varonil,
tendrá posiblemente una sensación muy pobre de autovalía en cuanto
a su sexualidad. En este caso, intentaría lidiar con esto o bién
declinando cualquier actividad heterosexual; convirtiéndose en un
ratón de biblioteca o llegando a ser el macho de todas las mujeres.
En el caso de una niña rechazada por su padre y amenazada por
una madre excesivamente femenina, también producirá una autoestima
muy baja en el área de la sexualidad. Así, podría llegar a ser un
jarrón de flores de adorno y una belleza exageradamente femenina.
En
otra situación, si un niño no es rechazado por su madre y más bien
es sobreprotegido en sus debilidades por ella mucho más que su padre
pasivo, podría desarrollar una opinión de sí mismo bastante grande
(lo cual le remitirá mucho sufrimiento al enfrentarse al mundo real
y darse cuanta de que los demás no le quieren como su madre lo hizo)
y parecer afeminado. Después de todo, no existe ninguna razón por
la que tenga que identificarse con su padre. De la misma manera, si
una niña es la princesita de papá y su mejor colega y mamá ha sido
relegada a una posición casi de sirvienta, la chica será muy
superficial y egocéntrica, o por el contrario muy masculina.
Estos
distintos caracteres fálicos demuestran un punto importante de la
caracterología freudiana: los extremos conllevan a los extremos. Si
usted se encuentra frustrado o es demasiado indulgente, tiene
problemas.. Y, aunque cada problema tiende a desarrollar ciertas
características, éstas últimas pueden ser fácilmente reversibles.
Así, por ejemplo, una persona anal-retentiva puede volverse
excesivamente generosa o ser bastante desorganizada en algunos
aspectos de su vida. Esto puede llegar a ser suficientemente
frustrante paralos científicos, pero de hecho es la realidad de la
personalidad.
Terapia
La
terapia de Freud (en el ámbito de la psicología, se utiliza
“psicoterapia” para hablar de terapias psicológicas. N.T.) ha
sido la más influyente de todas, a la vez que la parte más
influyente también de su teoría. A continuación veremos algunos de
sus puntos más importantes:
Atmósfera
relajada. El cliente debe sentirse libre de expresar lo que quiera.
La situación terapéutica es, de hecho, una situación social única,
en la que uno no se debe sentir miedoso ante un juicio social u
ostracismo. De hecho, en la terapia freudiana, el terapeuta
prácticamente desaparece. Añada a este situación un diván cómodo,
luces tenues, paredes insonorizadas, y el ámbito está servido.
Asociación
libre. El cliente puede hablar de cualquier cosa. La teoría dice que
con una buena relajación, los conflictos inconscientes
inevitablemente surgirán al exterior. Si nos detenemos un poco aquí,
no hay que ir tan lejos para observar una similitud entre esta
terapia y el soñar. Sin embargo, en la terapia, existe un terapeuta
que está entrenado para reconocer ciertos aspectos o pistas de
problemas y sus soluciones que el cliente pasa por alto.
Resistencia.
Una de estas pistas es la resistencia. Cuando el cliente intenta
cambiar de tema, o su mente se le queda en blanco, se duerme, llega
tarde o falta a una sesión, el terapeuta dice “¡Ajá!”. Estas
resistencias sugieren que el cliente, a través de sus asociaciones
libres, está cercano a contenidos inconscientes que vive como
amenazantes.
Análisis
de los sueños. Mientras dormimos, presentamos menos resistencia a
nuestro inconsciente y nos permitiremos algunas licencias, de manera
simbólica, que florecerán en nuestra consciencia. Estos deseos del
Ello proveen al cliente y al terapeuta de mayores pistas. Muchas
formas de terapia usan los sueños en sus prácticas, pero la
interpretación freudiana es distinta en tanto tendencia a hallar
significados sexuales en ellos.
Paráfrasis.
Una paráfrasis es una desvío del discurso verbal. (muchas veces
este acto supone una invasión directa de contenidos inconscientes o
del Ello, llamado también “lapsus linguae”. N.T.). Freud creía
que estos fallos o desvíos también sugerían pistas para llegar a
conflictos inconscientes. También se interesó por los chistes que
sus clientes contaban. De hecho, creía que cualquier cosa que dijera
el paciente siempre significaba algo; equivocarse de número al
llamar por teléfono, desviarse de ruta, decir mal una palabra,
suponían serios objetos de estudio para Freud. No obstante, como él
mismo mencionó, en respuesta a un estudiante que le preguntó
cuál era el significado simbólico de un cigarro, el contestó que
“a veces, un cigarro no es más que un cigarro”. ¿O no?.
Otros
seguidores de Freud desarrollaron un interés especial sobre los test
proyectivos, como el famoso test de manchas Rorschach. La teoría
base de este test es que cuando se presenta un estímulo vago, el
cliente lo completa con sus propios temas inconscientes. Una vez más,
esto puede proveer de más pistas al terapeuta.
Transferencia,
catarsis e introspección. (Usaremos indistintamente “insight” e
“introspección” para referirnos al mismo fenómeno. N.T.)
La
transferencia ocurre cuando un cliente proyecta sentimientos sobre el
terapeuta que de manera más bién tienen que ver con otras personas
importantes. Freud entendía que la transferencia era necesaria en la
terapia para traer a la luz aquellas emociones reprimidas que habían
estado causando problemas al paciente por tanto tiempo. Por ejemplo,
uno no puede sentirse verdaderamente rabioso si no existe una persona
con la que estarlo. Contrariamente al pensamiento popular, la
relación entre el terapeuta y el cliente en la teoría freudiana es
muy cercana, aunque se establece de manera que no pueda traspasar
unos límites.
La
catarsis es la explosión súbita y dramática que ocurre cuando el
trauma resurge. ¡Las letras pequeñas de un contrato no están ahí
de adorno!.
La
introspección es el estado de alerta ante la fuente de la emoción o
de su fuente traumática. Se alcanza la mayor parte de la terapia
cuando el insight y la catarsis se han experimentado. Aquello que
debió ocurrir hace muchos años y que por ser muy pequeños para
lidiar con ello o porque la presión era demasiado para nosotros,
empieza ahora a surgir, de manera de lograr una vida más feliz.
Freud
dijo una vez que el objetivo de la terapia era simplemente “hacer
consciente lo inconsciente”.
Sigmund Freud y el Psicoanálisis
Sigmund
Freud es, quizás, el pensador más famoso, polémico y carismático
de la psicología del siglo
XX.
Sus teorías y su trabajo han ayudado a dar forma a la visión del
desarrollo en la infancia, la personalidad, la memoria, la sexualidad
o la terapia. Muchos psicólogos han sido influenciados por su obra,
mientras otros han desarrollado sus ideas en oposición a él.
Freud
es el padre
del psicoanálisis,
un método que tiene como objetivo el tratamiento de enfermedades
mentales. El psicoanálisis freudiano es una teoría que intenta
explicar el comportamiento de los seres humanos y se basa en el
análisis de los conflictos sexuales inconscientes que se originan en
la niñez. Esta teoría sostiene que los impulsos instintivos que son
reprimidos por la conciencia permanecen en el inconsciente y afectan
al sujeto. El inconsciente no es observable por el paciente: el
psicoanalista es quien debe volver accesibles dichos conflictos
inconscientes a través de la interpretación
de los sueños, los actos fallidos y la asociación libre.
El
concepto llamado “asociación
libre”,
trata de una técnica que busca que el paciente exprese, durante las
sesiones de terapia, todas sus ideas, emociones, pensamientos e
imágenes tal y como se le presentan, sin restricciones ni
ordenamientos. Tras esta apertura, el psicoanalista debe determinar
qué factores, dentro de esas manifestaciones, reflejan un conflicto
inconsciente.
La relación de Sigmund Freud con Charcot y Breuer: Origen del Psicoanálisis
Para
entender su teoría, hay que saber que todo empezó en París,
donde Sigmund Freud se encontraba gracias una beca. Allí pasó mucho
tiempo al lado de Charcot,
un famoso neurólogo estudioso del fenómeno hipnótico, y así
comienza su interés en la sugestión y el estudio de la histeria.
Una vez finalizada la beca, Freud regresó a Viena y compartió las
teorías de Charcot con otros médicos, pero todos le rechazaron
salvo Breuer, un amigo suyo. Además, Breuer tuvo
un papel importantísimo en la vida de Sigmund Freud como figura
paterna, aconsejándole en los distintos aspectos de la carrera que
compartían, apoyándole económicamente para que estableciera su
consultorio como médico particular, creando el método catártico y
redactando con él la obra inaugural de la historia del
psicoanálisis.
2. Estado de intensa excitación nerviosa, provocado por una circunstancia o una situación anómala, en el que se producen reacciones exageradas y que hace que la persona que lo padece muestre sus actitudes afectivas llorando o gritando.
Disociativa: Es la
separación del afecto del estado de consciencia, donde hay alteración de la
memoria, la identidad y a veces también del comportamiento motor.
LA HISTERIA
1 . Enfermedad nerviosa que se
caracteriza por frecuentes cambios psíquicos y alteraciones emocionales que
pueden ir acompañados de convulsiones, parálisis y sofocaciones.
"Freud estudió la
histeria"
2. Estado de intensa excitación nerviosa, provocado por una circunstancia o una situación anómala, en el que se producen reacciones exageradas y que hace que la persona que lo padece muestre sus actitudes afectivas llorando o gritando.
"con la supresión del
viaje le dio un ataque de histeria"
El término histeria procede de
la palabra griega hystera (útero, matriz) y siempre se ha visto ligada al sexo
femenino, si bien también los hombres puede padecer trastornos histéricos,
aunque es mucho menos frecuente.
El término histrión hace referencia a las
máscaras de los actores del teatro griego, a la teatralidad y dramatismo con la
que suelen comportarse este tipo de personas.
La personalidad histérica o
histriónica se caracteriza precisamente por esta tendencia a la teatralidad,
que procede de una exagerada necesidad de ser admirado y estimado por los
otros.
Son personas que tienden a
llamar la atención de los demás en sus opiniones, en su forma de vestir, de
comportarse, exagerando sus sentimientos, perdiendo el autocontrol, etc.
Muchas veces, dan la impresión de estar
representando un papel, aunque generalmente lo hagan de forma inconsciente.
Les aburre y desespera lo
rutinario, todo lo que suponga monotonía. Tienen un exagerado afán de novedades
que les sirvan para sentir la vida profundamente, para vivir intensamente,
sobre todo en el terreno amoroso y afectivo. Esto hace que algunos se muestren
muy activos en la búsqueda de experiencias novedosas, excitantes, diferentes.
Odian lo normal, que interpretan
siempre como vulgar y valoran como aburrido y despreciable. Su profundo
egocentrismo les lleva siempre hacia lo raro, lo diferente, lo inaudito, ya que
de este modo pueden atraer sobre sí la atención de los otros, y sentirse
distintos, lo que para ellos equivale a decir superiores, geniales.
El mismo concepto de genio,
que aparece en el arte durante el periodo romántico, cobra aquí todo su
esplendor. Para los románticos las personas geniales estaban dotadas de una
inspiración y naturaleza particular y superior, que se manifestaba en su forma
de sentir, expresarse, comportarse, etc.
Son personas a todas luces
distintas de los demás y de una naturaleza superior. Por este motivo, durante
el romanticismo muchos artistas utilizan opiniones, atuendos y comportamientos
extravagantes, con el fin de diferenciarse de los demás y argumentar, de este
modo, su naturaleza de genios.
Son muy dados a las fantasías,
a soñar despiertos, a intentar vivir una vida de novela. Este uso exagerado e
inadecuado de la imaginación, en forma de evasión o para realizar deseos
insatisfechos o inalcanzables, les aleja paulatinamente de la realidad,
conduciéndoles a un mundo privado y distante, desde el cual la realidad siempre
resulta insuficiente. Suelen ser grandes insatisfechos.
Pueden ser personas muy
creativas, pero no en el aspecto intelectual. Su creación se encamina más al
terreno artístico, particularmente en los campos donde resulta importante la
expresión artística (teatro, cine, danza, poesía, etc). Sus planteamientos son
más intuitivos, afectivos, inspirados, que intelectuales, reflexivos,
razonados.
Suelen ser personas muy
sugestionables e influenciables, en las que los argumentos afectivos dominan a
los racionales. Metafóricamente, se podría decir que su corazón domina su
cerebro.
En sus relaciones con las
personas desconocidas o con las que tienen poca confianza suelen mostrarse
atentos, agradables, cálidos, encantadores, aduladores y seductores, aunque se
percibe en ellos la inautenticidad.
Con esto pretenden agradar y
recibir de este modo una aprobación y alta valoración de los otros, lo cual les
resulta imprescindible para incrementar la imagen que tienen de sí mismos, su
autoestima.
Buscan y agradecen siempre los
halagos de los demás, soportando muy mal sus críticas, a pesar de que digan
frecuentemente que no les importan lo más mínimo las opiniones ajenas. Se trata
de personas con una hipersensibilidad emocional y afectiva que procede de una
profunda inseguridad en sí mismos.
Les resulta fácil idealizar
rápidamente a algunas personas que acaban de conocer, aunque al cabo de poco
tiempo, por un pequeño detalle, se ven profundamente decepcionados por éstas,
pasando de una exagerada idealización a la infravaloración más cruel y
despiadada.
Con las personas de la familia
o de más confianza se comportan de un modo muy distinto. Son vanidosos, caprichosos,
desconsiderados, exigentes, despectivos, hirientes, a veces verdaderamente
crueles en sus comentarios.
Tienden a culpar siempre a éstos de sus
frustraciones o problemas, reaccionando frecuentemente con explosiones de ira
irracional e injustificada. Los demás no saben qué hacer, cómo tratarlos, ya
que de todos modos al final comprueban cómo les terminan diciendo que lo han
hecho mal.
Es frecuente que intenten
manipular a los demás en su beneficio, recurriendo a chantajes afectivos, entre
los que cabe destacar las amenazas o tentativas de suicidio.
Por tanto, sus relaciones
humanas terminan siendo superficiales, insanas, inestables, poco sinceras.
Ellos siempre culpan de esto a los otros, a la sociedad, al mundo, a la mala
suerte, incapaces de admitir que el fallo está en su propio comportamiento, por
lo que rara vez rectifican. Esto resulta aún más grave si se tiene en cuenta
que estas personas, en el fondo, tienen una gran dependencia de los demás y que
lo que más valoran son los logros de tipo afectivo.
El trastorno histérico de la
personalidad conduce, en algunos casos, al abuso de alcohol o de otras drogas.
Se recurre a estas sustancias para compensar los descensos bruscos del estado
emocional que suelen padecer estas personas ante una frustración, ante un
comentario desfavorable de otras personas, etc.
El alcohol o las drogas pueden
ser un refugio, servir para aumentar la autoestima o aliviar los síntomas
ansiosos o depresivos, pero a medio plazo agravan la situación y crean
dependencia.
Generalmente, el trastorno
histérico de la personalidad termina produciendo, a medio o largo plazo,
distimias o neurosis depresivas.
Sus síntomas más comunes son: cansancio,
disminución de la autoestima, inseguridad, indecisión, tristeza, desesperanza,
dificultades de concentración, angustia y alteraciones del sueño y del apetito.
Estos síntomas aparecen con
una intensidad variable, agravándose y aliviándose periódicamente, en relación
con circunstancias exteriores y tomando un curso crónico.
También es frecuente que entre
las personas que padecen una personalidad histérica se añadan otros trastornos
no histéricos, como la neurosis histérica o la psicosis histérica, incluidas
últimamente dentro de los llamados trastornos disociativos.
Estos trastornos disociativos
consisten en una división de la propia identidad, de la identidad del
"yo". Se suelen manifestar en forma de despersonalización, es decir,
en la experiencia de sentirse extraño, como si uno fuese espectador de sí
mismo, notando extraño su propio cuerpo o su propia forma de actuar.
A veces se puede llegar a
establecer una doble personalidad o incluso una personalidad múltiple, como si
fuesen varias personalidades, con toda su estructura distinta, las que conviven
en esa persona.
Con frecuencia estos fenómenos
se acompañan de períodos en los que no se recuerda nada de lo ocurrido (amnesia
psicógena) o de fugas por las que se realizan viajes inesperados e
injustificados de un modo casi automático (fugas psicógenas).
La neurosis histérica, también
llamada neurosis de conversión, consiste esencialmente en el traslado
inconsciente del conflicto psíquico al ámbito corporal o somático.
Así, por ejemplo, como
consecuencia de un conflicto en el terreno afectivo, una persona puede sufrir
una parálisis, ceguera, afonía, sordera, etc, que no se corresponde con ninguna
causa orgánica.
La psicosis histérica, también
conocida como psicosis psicógena, consiste en la aparición de ideas delirantes
(irreales, absurdas, e ilógicas), alucinaciones y grandes alteraciones del
comportamiento, como consecuencia de un acontecimiento que supone una gran
carga afectiva.
Los síntomas son muy
llamativos y suelen ser de aparición brusca, si bien su duración generalmente
es reducida. Los americanos denominan a este trastorno psicosis reactiva breve.
Las psicosis histéricas eran
más frecuentes hace años que en la actualidad. Muchos casos de presuntas
posesiones diabólicas, endemoniamientos, o de fenómenos de apariencia de
paranormales, son, en realidad, psicosis de este tipo.
Principales características de
la personalidad histérica:
- Tendencia a la teatralidad y al
dramatismo.
- Exagerada necesidad de estimación
ajena.
- Tendencia a llamar la atención.
- Egocentrismo.
- Hipersensibilidad emocional.
- Predominio de lo afectivo sobre lo
racional.
- Tendencia a enfrascarse en fantasías.
- Sugestionabilidad.
- Excesiva dependencia de la opinión de
los demás.
- Escaso autocontrol emocional.
- Tendencia a manipular a los demás y al
chantaje afectivo.
- Inestabilidad emocional.
Por último, su discurso,
egocéntrico y trivial, se mueve siempre en un plano de superficialidad que
dificulta un acercamiento verdadero y, en definitiva, el establecimiento de
relaciones maduras y significativas.
Todos estos rasgos de
personalidad y el rechazo que producen sus intentos de manipular el ambiente,
convierten a la histérica en un personaje desadaptado e infeliz bajo una
máscara en apariencia brillante.
En el hombre, aunque el cuadro
clínico se difumina (quejas hipocondriacas, sociopatía, etc.), los intentos de
manipulación del ambiente, la desadaptación y las dificultades sexuales, se
hallan también presentes. Las diferencias clínicas, posiblemente debidas a
factores sociales, condicionan que el diagnóstico se sustituya con frecuencia
por el de sociopatía.
EVOLUCION. PRONÓSTICO
Los trastornos disociativos y
conversivos se instauran de forma aguda y, aunque pueden ser recurrentes, no
suelen cronificarse. En el trastorno por somatización y personalidad histérica,
por el contrario, el inicio es insidioso y el curso crónico y fluctuante,
puediendo observarse mejorías momentáneas, ya sea espontáneas o inducidas por
el tratamiento.
Trastornos neurológicos
La escasa estabilidad del
diagnóstico de histeria a lo largo del tiempo, demostrada por diferentes
estudios de seguimiento, alerta sobre la necesidad de excluir un trastorno
orgánico subyacente.
Cuadros clínicamente similares
a los histéricos han sido descritos en múltiples trastornos del SNC: epilepsia,
procesos expansivos, vasculares, infecciosos, etc.
El inicio en edad tardía, sin
antecedentes previos de trastorno psiquiátrico, aún en presencia de síntomas
atípicos, orienta hacia cuadros orgánicos.
Trastornos psiquiátricos
Depresión
Síntomas de la esfera afectiva
pueden contaminar y encubrir un trastorno histérico e inversamente, cuadros
depresivos presentan con cierta frecuencia apariencia histeriforme. La histeria
y la depresión, de acuerdo con esta doble relación, se vinculan
fundamentalmente a través de tres entidades clínicas:
- Pseudodepresión histérica.
Cada vez con mayor frecuencia, quizá como consecuencia de la modulación que la
aceptación social ejerce sobre la expresión de los síntomas, la histeria se
presenta bajo la apariencia de un cuadro depresivo auténtico.
Las respuestas inconsistentes
o paradójicas al tratamiento farmacológico, así como la observación de rasgos
de personalidad histeriformes en la evolución, orientan al diagnóstico.
- Melancolía. Los cuadros
depresivos melancólicos, especialmente los de inicio en edad tardía, se
acompañan en ocasiones de elevada ansiedad y conductas regresivas, en
apariencia histeriformes, que nada tienen que ver con la verdadera histeria y
que responden favorablemente a los antidepresivos o a la terapia
electroconvulsiva.
- Disforia histeroide. Este
término, descrito por Klein en 1969, hace referencia a un trastorno
caracterizado por rasgos histriónicos de personalidad que, de forma episódica y
recortada, presentan episodios depresivos breves de características atípicas:
hiperfagia (fundamentalmente a expensas de hidratos de carbono), hipersomnia,
etc.
Estos episodios,
desencadenados muchas veces por estresores psicosociales, responden
favorablemente al tratamiento con IMAOs. Así, aunque clínicamente se situan en
el espectro de la histeria, su respuesta a los antidepresivos los vincula a los
trastornos afectivos.
Hipocondría
La hipocondria y el trastorno
por somatización comparten las quejas somáticas como elemento central en el
diagnóstico.
El intento de manipulación del
ambiente y la indiferencia frente a los síntomas, permiten sin embargo
diferenciar entre ambos trastornos. Esta concepción clásica se ha visto
modificada por los sistemas de clasificación que en sus versiones actuales
integran en un mismo apartado ambas figuras.
Simulación y trastorno
facticio
Los límites entre histeria,
trastorno facticio y simulación, aunque claros desde el punto de vista teórico,
son en ocasiones difíciles de establecer clínicamente.
La producción de los síntomas,
involuntaria en el histérico, la distingue de ambos trastornos. La presencia de
un beneficio externo claro diferente al mantenimiento del rol de enfermo, es la
clave diferenciadora entre trastorno facticio y simulación.
TRATAMIENTO
Aunque el tratamiento varía
según la forma clínica de que se trate, en general, la farmacoterapia, es poco
útil en el abordaje de la histeria.
Las mejorías, paradójicas o
poco mantenidas tras la administración de psicotropos, así como la frecuencia
de quejas sobre efectos secundarios, aconsejan restringir su uso a situaciones
muy concretas.
En su fase aguda los
trastornos disociativos y conversivos suelen responder a la sugestión. El
alejamiento del medio, característicamente conflictivo para el paciente, así
como la ausencia de "público", en especial familiares, pueden también
contribuir a disminuir la aparatosidad de los síntomas. Pasado el periodo
crítico, cuando existe un trastorno de personalidad subyacente, está indicado
el tratamiento con psicoterapia de orientación dinámica.
El paciente con trastorno por
somatización busca ayuda en diferentes especialidades médicas y sólo en algunos
casos va a ser valorado psiquiátricamente.
Este hecho y su incapacidad
para conectar los síntomas con causas psíquicas, provocan grandes dificultades
en el tratamiento. Así, conseguir una buena relación médico-paciente es
imprescindible para interrumpir el característico peregrinar de médico en
médico.
Las exploraciones
complementarias deben realizarse en la medida en que sea preciso descartar un
trastorno somático, teniendo en cuenta que su repetición innecesaria, lejos de
tranquilizar al paciente, reafirmará su convencimiento de enfermedad.
La psicoterapia de apoyo, asociada al
tratamiento farmacológico de los síntomas ansioso-depresivos que por su
cronicidad suelen acompañar a los somáticos, parece ser la fórmula aconsejada
por la mayoría de los autores.
En los trastornos por
somatización, disociativo y conversivo es importante disminuir, mediante la intervención
del médico sobre el ambiente, la ganancia que el paciente obtiene con el rol de
enfermo en aras de evitar la cronicidad y la progresiva desadaptación
sociofamiliar.
Por lo que a la personalidad
histérica se refiere, aunque no exenta de dificultades, la psicoterapia es la
medida terapéutica que mayores beneficios ofrece.
La personalidad histérica:
Durante varios siglos se
consideró a la histeria como una alteración que era ocasionada por alteraciones
físicas del organismo.
La personalidad histérica:
Los griegos atribuían las
manifestaciones histéricas a movimientos anormales del útero (hísteroútero).
Gracias a los estudios de Charcot, Janet y Freud fue posible llegar a la
comprensión sobre la naturaleza del comportamiento histérico.
Sus características son:
Teatralidad: Hacen gala de
dramatismo y circunstancialidad en sus comportamientos.
Narcisismo: Narciso fue otro
personaje de la mitología griega que Freud adoptó para nombrar esta
característica. Muestran una notable preocupación por sí mismos con cierta
indiferencia por los demás a menos que se gratifiquen sus demandas de elogio.
Labilidad emocional: Exhiben o
demuestran una notable facilidad de cambio en su expresión emocional. Tan
fácilmente como ríen muestran ánimo triste.
Manipulación: Con gran
habilidad logran obtener de otras personas lo que se proponen, acudiendo a
gestos de autodestrucción en caso de frustración
Relaciones interpersonales
superficiales: Alejan la amistad cuando ésta empieza a profundizar en la
intimidad. Tendencia a manifestar en actuaciones autodestructivas sus
frustraciones por poca tolerancia hacia las mismas. Hay escenas que tienen la
"Belle indiferance" (bella indiferencia), es decir que pasan por la
vida mostrándose indiferentes a lo que ocurre, evitando comprometerse
emocionalmente
Dependencia acentuada de las
personas con autoridad: Combinada con una actitud de demanda obligatoria.
Seducción: Manifestaciones de
abierta coquetería y alteración psicológica de la respuesta sexual. Escenas de
seducción. Algunos sujetos se interesan en despertar el deseo del otro, que el
otro se preocupe por ellos. Una vez que logran atraer al otro, luego lo
frustran. Se hacen desear.
Ingenuidad
Infantilismo
Exhibicionismo
Sugestibilidad Tendencia o
condición para la sugestión (Son altamente sugestionables).
Son sensibles, susceptibles,
quisquillosos, se hacen las víctimas
Altamente insatisfechos (nada
les alcanza ni los conforma).
En algunos casos se combina
otra característica: el hiperconsumo medicamentoso y médico
Mitomanía
Alteraciones sexuales
Tipos de histeria.
Conversiva: Se manifiesta a
través de alteraciones del sistema motor. Ej: Anna O.
El caso de Anna O.
El
caso de Anna O. (su nombre real era Bertha
Pappenheim) marco
un antes y un después en la carrera de un joven Freud. Anna
O. era una paciente de Breuer que sufría histeria, pero ambos se
hicieron cargo de su problema. La paciente era una joven que en otoño
de 1880 enfermó. Cuando tenía cumplidos los 21 años,
inesperadamente su padre cayó enfermo y se vio obligada a cuidar de
él. Fue tanta su atención hacía su padre, que el gran descuido que
ella se dio a sí misma la condujo hacia la anemia y debilidad. Pero
estos problemas; que pronto la postraron en cama, fueron seguidos por
malestares aún más alarmantes: parálisis, una grave perturbación
del lenguaje y otros síntomas que aparecen tras de la muerte de su
padre, y por la que es diagnosticada como histérica.
El
tratamiento de Breuer se centraba en inducir a la paciente a un
estado hipnótico y persuadirla para que rememorara las
circunstancias previas a la primera aparición de cada uno de los
síntomas padecidos. Al salir del trance hipnótico, dichos síntomas
histéricos iban desapareciendo uno a uno. El médico realizaba este
tratamiento dos veces al día, y Anna O. lo solía llamar “cura por
la palabra”. Breuer lo bautizó como método “catártico”. En
el caso de Anna O. se concluyó que había padecido abusos sexuales
en su infancia por parte de un familiar, y pese a que parecía que la
terapia funcionaba, apareció una trasferencia sexual entre la
paciente y el médico. Luego hubo problemas con un falso embarazo de
la paciente, enamorada de su terapeuta, y Breuer se apartó hostigado
por los celos de su mujer.
Breuer
descubrió que los pacientes histéricos no tenían dolencias físicas
sino que, en realidad, sus síntomas eran el resultado de la acción
permanente de ciertas experiencias traumáticas del pasado y que se
habían reprimido, aunque no olvidado, y además, que al liberar
dichos pensamientos reprimidos, exteriorizándolos y aceptándolos de
manera consciente, los síntomas desaparecían. En un principio,
Breuer no hizo público sus descubrimientos, pero los compartió con
Freud. Este último, utilizó dicho método, pero dejo de lado la
hipnosis y en su lugar estableció el procedimiento de “asociación
libre”.
Más
tarde la relación entre Breuer y Freud comienza a decaer debido a
varias discusiones en el campo de lo científico. Breuer se apegaba a
una concepción cientificista clásica que no aceptaba la separación
total entre fisiología y psicología, mientras que Freud apostaba
por la creación de todo un sistema teórico nuevo para la psicología
y una independencia absoluta de cualquier otra rama médica. Por otro
lado, Breuer concebía al método catártico con la hipnosis, pero
sin la adopción de la “asociación libre” ni otras
modificaciones y ampliaciones sugeridas por Sigmund Freud. La amistad
acabó por romperse definitivamente al año de una publicación
conjunta.
La mente inconsciente
Sigmund
Freud desarrolló un mapa topográfico de la mente en el que
describió las características de la estructura y el funcionamiento
de la mente. En este modelo, la
mente consciente es solo la punta del iceberg.
En la mente inconsciente descansan muchos de nuestros impulsos y
deseos primitivos que están mediados por la preconciencia.
Freud
descubrió que algunos eventos y deseos causaban tanto miedo y dolor
a sus pacientes, que permanecían
guardados en el oscuro subconsciente, afectando
a la conducta de manera negativa. Esto sucedía debido al proceso que
llamó “represión”.
En su teoría da mucha importancia a la mente inconsciente, ya que el
objetivo del psicoanálisis es hacer consciente lo que está
molestando en el inconsciente.
Las instancias psíquicas
Más
tarde desarrolló un modelo de la mente que estaba compuesto por
el ELLO,
el YO y el SUPER-YO,
y lo llamó el “aparato psíquico”. Tanto el ELLO, el YO y
SUPER-YO no son áreas físicas, sino conceptualizaciones hipotéticas
de funciones mentales importantes.
- El ELLO opera en el nivel inconsciente. responde al principio del placer y está compuesto de dos tipos de instintos biológicos o impulsos a los que llamó Eros y Thanatos. El Eros, o instinto de vida, ayuda a los individuos a sobrevivir; dirige las actividades que sustentan la vida como la respiración, la comida o el sexo. La energía creada por los impulsos de vida se conoce como libido. En contraste, el Thanatos o instinto de muerte, son una serie de fuerzas destructivas que están presentes en todos los seres vivos. Cuando la energía se dirige hacia otros, se expresa en agresiones y violencia. Freud pensaba que el Eros tiene es más poderos que el Thanatos, ya facilita que la gente sobreviva en vez de autodestruirse.
- El YO (o ego) se desarrolla durante la infancia. Su objetivo es satisfacer las demandas del ELLO dentro de la aceptación social. En contraste con el ELLO, el YO sigue el principio de realidad y opera en el consciente y el subconsciente.
- El SUPER-YO (o superego) es el responsable de asegurar que se siguen unos estándares morales, por lo que actúa con el principio de moralidad y nos motiva a actuar con un comportamiento socialmente aceptable y responsable. El SUPER-YO puede hacer a una persona sentirse culpable por no seguir las normas. Cuando hay un conflicto entre objetivos del ELLO y el SUPER-YO, el YO actúa como mediador. El YO posee mecanismos de defensa para prevenir la ansiedad de estos conflictos. Estos niveles o las instancias se superponen, es decir se integran y de este modo funciona el psiquismo humano. Este es un proceso que se va desde el momento en que una persona nace.
Cuando
uno nace es todo ELLO, sus necesidades de alimentación, higiene,
sueño y contacto deben satisfacerse inmediatamente, porque no posee
la capacidad de espera, es decir se rige por un principio de placer,
es impaciente. Poco a poco va aprendiendo a esperar, percibe que
alguien lo alienta, distingue situaciones, es ese el momento en que
surge el YO y a medida que va creciendo continúa con sus
aprendizajes.
Entre
estos aprendizajes distingue que hay cosas que no puede hacer y otras
que sí, entonces es cuando comienza a formarse el SUPER-YO. Un niño
va orientando su conducta según lo indicado por los adultos quienes
le van otorgando premios o castigos según responda o no a las normas
o indicaciones que estos dan.
Los mecanismos de defensa
Freud
nos habla los mecanismos de defensa, como las técnicas del
inconsciente, encargadas de minimizar las consecuencias de eventos
demasiado intensos. De esta manera, a través de estos mecanismos, el
individuo es capaz de funcionar con normalidad. Es una
respuesta del YO, que se defiende tanto de la excesiva presión del
ELLO, cuando éste reclama la satisfacción de los impulsos, como del
desmesurado control del SUPER-YO; merced a ellos, el YO también se
protege de la presencia de experiencias pasadas de tipo traumático.
Los mecanismos de defensa son modos incorrectos de resolver el conflicto psicológico y pueden dar lugar a trastornos en la mente, la conducta, y en los casos más extremos a la somatización del conflicto psicológico y las disfunciones físicas que lo expresan. Estos son algunos de los mecanismos de defensa:
Los mecanismos de defensa son modos incorrectos de resolver el conflicto psicológico y pueden dar lugar a trastornos en la mente, la conducta, y en los casos más extremos a la somatización del conflicto psicológico y las disfunciones físicas que lo expresan. Estos son algunos de los mecanismos de defensa:
Desplazamiento
Se
refiere a la redirección de un impulso (habitualmente una agresión)
hacia una persona o un objeto. Por ejemplo, alguien que se sienta
frustrado con su jefe y le suelte una patada a su perro.
Es similar al desplazamiento, pero el impulso se canaliza hacia una forma más aceptable. Una pulsión sexual se sublima hacia una finalidad no sexual, apuntando a objetos valorados socialmente, como la actividad artística, la actividad física o la investigación intelectual.
Sublimación
Es
similar al desplazamiento, pero el impulso se canaliza hacia una
forma más aceptable. Una pulsión sexual se sublima hacia una
finalidad no sexual, apuntando a objetos valorados socialmente, como
la actividad artística, la actividad física o la investigación
intelectual.
Represión
Es
el mecanismo que Freud descubrió primero. Hace referencia a que el
YO borra eventos y pensamientos que serían dolorosos si se
mantuvieran en el nivel consiente.
Proyección
Hace
referencia a los individuos que atribuyen sus propios pensamientos,
motivos o sentimientos, hacia otra persona. Las proyecciones más
comunes pueden ser comportamientos agresivos que provocan un
sentimiento de culpa, y fantasías o pensamientos sexuales.
Negación
Es
el mecanismo por el cual el sujeto bloquea eventos externos para que
no formen parte de la conciencia y trata aspectos evidentes de la
realidad como si no existieran. Por ejemplo, un fumador que se niega
a afrontar que fumar puede provocar serios problemas para su salud.
Formación reactiva
Formación reactiva
Los
impulsos no solo se reprimen, sino que, además, se
controlan exagerando
el comportamiento opuesto.
Es decir, que se detiene la aparición de un pensamiento doloroso,
sustituyéndolo por otro más agradable. Por ejemplo, una persona
está muy enfada con un amigo, pero le dice que está todo correcto
para evitar la discusión.
Aislamiento
Es
un mecanismo por el cual se
divorcian los recuerdos de los sentimientos,
como manera de soportar los hechos. Se separa una idea intolerable
para el YO de las emociones que produce, así permanece en la
conciencia de forma debilitada. Por ejemplo, relatar un episodio
traumático con total normalidad, igual que si se hablara del estado
del tiempo.
Condensación
Es
un mecanismo por el cual, elementos
del inconsciente (contenido latente) se reúnen en una sola imagen u
objeto durante el sueño.
Consiste en la concentración de varios significados en un único
símbolo. El proceso de condensación hace que el relato del
contenido manifiesto sea mucho más breve que la descripción del
contenido latente. Es un término que surge de las explicaciones
psicoanalíticas que dan cuenta de la creación de los sueños.
Racionalización
Racionalización
En
la racionalización se sustituye
una razón real que no es aceptable, por otra que resulte aceptable.
Es decir, se cambia la perspectiva de la realidad a través de
ofrecer una explicación diferente. Por ejemplo, una mujer se enamora
de un hombre perdidamente. Al mes éste deja a la mujer por
considerar que tiene una autoconfianza muy baja y no le deja
respirar. Pese a que la mujer lleva 3 fracasos amorosos consecutivos
por la misma razón, concluye: “ya sabía que este hombre era un
perdedor”.
Las
ideas freudianas causaron un gran impacto, y su trabajo reunió a un
amplio grupo de seguidores. Entre ellos se pueden citar: Karl
Abraham, Sandor Ferenczi, Alfred Adler, Carl Gustav Jung, Otto Rank y
Ernest Jones. Algunos, como Adler y Jung se fueron alejando de los
principios de Freud y crearon su propia concepción psicológica. No
hay duda de que el
psicoanálisis ha sido y fue revolucionario para la psicología,
y ha servido como base para el desarrollo de una gran cantidad de
teorías y escuelas psicológicas.
En sus comienzos, e incluso en la actualidad, ha sido una doctrina que ha despertado grandes pasiones, a favor y en contra. Posiblemente una de las principales críticas, hace referencia a la falta de objetividad en la observación y la dificultad de derivar hipótesis específicas verificables a partir de esta teoría, pero por mucho que lo critiquen, en el desarrollo de la psicología, hay un antes y un después de este personaje célebre.
En sus comienzos, e incluso en la actualidad, ha sido una doctrina que ha despertado grandes pasiones, a favor y en contra. Posiblemente una de las principales críticas, hace referencia a la falta de objetividad en la observación y la dificultad de derivar hipótesis específicas verificables a partir de esta teoría, pero por mucho que lo critiquen, en el desarrollo de la psicología, hay un antes y un después de este personaje célebre.
23-09-1939 D.C. Muere Sigmund Freud, el padre del psicoanálisis
Un día como hoy fallecía el Profesor Sigmund Freud, en
Londres, en el año 1939. Freud creó y desarrolló el psicoanálisis, un método en
el que un analista escucha y trabaja con conflictos inconscientes sobre la base
de asociaciones libres, sueños y fantasías del paciente.
Sus teorías sobre la
sexualidad infantil, la libido y el ego, entre otras, fueron algunos de los
conceptos académicos más influyentes del siglo 20. Sigmund Freud nació en la
ciudad austriaca de Freiberg, el 6 de mayo de 1856, donde ahora se encuentra en
la República Checa.
Cuando tenía cuatro años, su familia se fue a vivir a
Viena, ciudad en la que vivió la mayor parte de su vida. Se graduó en Medicina
en 1881 y se casó al año siguiente. Tuvo seis hijos, entre ellos Ana, quien se
dedicaría al psicoanálisis. Considerando por la sociedad de la época más como
un científico (o incluso como un loco) que como un médico, entregó su vida y
expuso su nombre por el conocimiento profundo de la experiencia humana. Freud
en un comienzo fue influenciado por su amigo y colega vienés Josef Breuer, que
había descubierto que el proceso de expresión mejoraba la vida de una paciente
que sufría de histeria. Inspirado por Breuer, Freud comenzó a teorizar que
diversas neurosis tenían sus orígenes en las experiencias profundamente
traumáticas ocurridas en el pasado del paciente.
Su tratamiento consistió en
hacer que los pacientes recordaran su experiencia y las volvieran concientes
para deshacerse de los síntomas neuróticos. Freud y Breuer publicaron sus
teorías y hallazgos en un estudio de la histeria en 1895.
Luego Breuer rompería con Freud, que ponía demasiado énfasis
en los orígenes sexuales de las neurosis de los pacientes. Freud continuó
refinando su propio argumento y, en 1900, publicó "La interpretación de los
sueños." En 1901 publicó "Psicopatología de la vida cotidiana"
y, en 1905, "Tres ensayos sobre la teoría sexual." En su momento
Freud no tuvo el reconocimiento que tiene hoy.
Como datos curiosos respecto de su personalidad
cabe destacar que era un gran supersticioso, estaba obsesionado con los números
23 y 28 y tenía un temor inexplicable al número 62, nunca se hospedaba en un
hotel con más de 62 cuartos.También tenía fobia a los helechos y no le gustaba
comprar ropa, solo se permitía tener tres trajes, tres mudas de ropa interior y
tres pares de zapatos.
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