Una tragedia que recoge y
prolonga para siempre el arquetipo del amor romántico entre dos jóvenes, que
luchan contra la adversidad y cuyo destino es irremediablemente trágico, puesto
que se mueven por una pasión sin límite.
La trama se
basa en una vieja tradición italiana, llevada a la letra escrita por el monje
Mateo Bandello en 1554. Muchos autores se hicieron eco en todo el continente de
ese argumento, siendo Shakespeare el que le dio fama para siempre. Todas las
fuentes tienen el tronco común de la tragedia de Píramo y Tisbe, recogida por
Ovidio en Las metamorfosis. Esta obra clásica es representada en el argumento
de Sueño de una noche de verano.
ACTO I
ACTO I
Dividida en cinco actos en los que se alterna la prosa con el
verso, Romeo y Julieta se inicia con una riña entre miembros y criados de las
dos principales familias de Verona, los Montescos y los Capuletos; queda así
patente desde el principio la irreconciliable enemistad que enfrenta a ambos
clanes. Ni Romeo ni Julieta están presentes en tal riña, que sólo finaliza
cuando irrumpe el Príncipe Scala e impone la paz con amenazas.
En compañía de sus amigos Benvolio y Mercucio, Romeo asiste a
una fiesta de máscaras en casa de los Capuletos, y, si antes se creía enamorado
de Rosalina, ahora se siente cautivado por la belleza de Julieta; se acerca a
ella y, tomándole la mano, le declara su amor. La pasión es instantánea y
recíproca, y culmina en un beso; sólo tras separarse conocen, cada uno por su
cuenta, la identidad del otro: Julieta es la hija de Capuleto; Romeo, el hijo
de Montesco. Con este descubrimiento termina el primer acto.
ACTO II
Sin ninguna ruptura temporal, la acción del segundo acto
comienza esa misma noche: finalizada la fiesta, Romeo se separa de sus amigos
y, desde una calleja, salta la tapia y entra en el jardín de la casa de los
Capuletos. Allí vislumbra en una ventana el perfil de Julieta. Tiene lugar
entonces la icónica escena del balcón (en realidad, ventana): sin haber
advertido la presencia de Romeo, que la escucha en la oscuridad, Julieta
pronuncia en voz alta sus amorosas quejas, lamentando que Montesco sea el
apellido de su amado para negar enseguida toda importancia a ese hecho:
"¿Qué hay en un nombre? Lo que llamamos rosa, olería tan dulcemente con
cualquier otro nombre". Aparece entonces ante sus ojos Romeo; inflamados
en mutuo amor, conciertan, tras un dulce coloquio, casarse en secreto. Gracias
a la ayuda de Fray Lorenzo, su propósito se cumple la tarde del día siguiente:
el fraile los une en matrimonio en su convento.
ACTO III
ACTO III
Pero en el acto tercero, el aborrecimiento mutuo de Capuletos
y Montescos, que ya había determinado la clandestinidad de la boda, es ahora
causa de una forzosa separación de los amantes que conducirá al trágico final.
En una plaza de Verona, Mercucio, amigo de Romeo, topa con Tebaldo (sobrino de
la señora Capuleto), que está furioso por la presencia de Romeo en la fiesta de
máscaras celebrada en casa de los Capuletos la noche anterior; Mercucio y
Tebaldo riñen. Romeo interviene, y al desafío de Tebaldo responde con palabras
que ocultan el nuevo vínculo de parentesco, y rehúsa batirse. Mercucio se
indigna ante tanta sumisión y saca la espada. Romeo trata en vano de separar a
los contendientes, consiguiendo tan sólo dar ocasión a Tebaldo para herir de
muerte a Mercucio. Entonces Romeo se ve arrastrado a luchar, mata a Tebaldo y
huye.
Informado de los hechos, el Príncipe Scala condena a Romeo al
destierro. La noticia de la sentencia llega a oídos de Julieta, y también de
Romeo (oculto en la celda de Fray Lorenzo), causando la desesperación de ambos.
Les queda como único consuelo el ya previamente convenido encuentro para esa
misma noche; al amanecer, tras una triste despedida, Romeo parte hacia Mantua.
Como remate del acto tercero, una decisión del viejo Capuleto agrava aún más la
situación: pese a la oposición de su hija, Capuleto fija para dos días después
la boda entre Julieta y el conde Paris, un matrimonio del que se venía hablando
desde antes de que Julieta conociese a Romeo..
ACTO IV
En el acto cuarto, con la esperanza de que encuentre un
remedio a la situación, Julieta acude a la celda de Fray Lorenzo. Todo el ardid
para volver a reunir a los esposos es idea de Fray Lorenzo: aconseja a Julieta
que finja ante sus padres aceptar el casamiento con el conde, y le proporciona
un narcótico que Julieta deberá tomar la víspera de la boda y que la hará
parecer muerta durante cuarenta y dos horas; creyéndola muerta, su familia
llevará su cuerpo, en ataúd abierto, al panteón de los Capuletos. El fraile
mismo se ocupará de avisar a Romeo, que la sacará del sepulcro en el momento de
su despertar y la conducirá a Mantua. Empujada por la pasión, Julieta acepta
sin reticencia alguna tan temerario plan, cuya primera parte se cumple sin
dificultades: Julieta se aviene al matrimonio, toma el narcótico, es hallada
muerta y, al final del cuarto acto, lo que iba a ser gozosa boda ha de
convertirse en lúgubre sepelio.
ACTO V
En el quinto acto, un simple contratiempo arruina la arriesgada estratagema de Fray Lorenzo. Romeo se encuentra en Mantua, donde había de recibir un mensaje que lo pondría al corriente del plan y que contendría la indicación de trasladarse a Verona para acudir al panteón de los Capuletos a la hora prevista. Pero la carta no llega a Romeo porque el mensajero que debía entregarla es retenido ante la sospecha de que podría estar contagiado por la peste. Y en lugar de ello Romeo recibe, por otro conducto, la noticia de la muerte de Julieta y de su entierro en el panteón de los Capuletos.
En el quinto acto, un simple contratiempo arruina la arriesgada estratagema de Fray Lorenzo. Romeo se encuentra en Mantua, donde había de recibir un mensaje que lo pondría al corriente del plan y que contendría la indicación de trasladarse a Verona para acudir al panteón de los Capuletos a la hora prevista. Pero la carta no llega a Romeo porque el mensajero que debía entregarla es retenido ante la sospecha de que podría estar contagiado por la peste. Y en lugar de ello Romeo recibe, por otro conducto, la noticia de la muerte de Julieta y de su entierro en el panteón de los Capuletos.
ACTO VI
De este modo, cuando Romeo llega al panteón, encuentra al
conde Paris, que le sale al paso y lo increpa; luchan, y Romeo acaba matando al
conde. A continuación, Romeo contempla por última vez el hermoso rostro
incorrupto de Julieta, toma el veneno y cae muerto. Llega entonces Fray
Lorenzo, y asiste al despertar de Julieta; tras ver a su lado el cuerpo de
Romeo con la copa de veneno aún en la mano, Julieta comprende lo sucedido y,
presa del dolor, se apuñala. El funesto desenlace es contado al Príncipe y a
los Capuletos y Montescos por Fray Lorenzo, por el criado de Romeo y por el
paje de Paris, causando la general consternación y el mínimo consuelo de la
reconciliación de las familias, conmovidas por la catástrofe que ha provocado
su enemistad.
Una tragedia singular
Ha sido advertido muchas veces por los críticos que ésta no
es una tragedia en el sentido en que lo serán las grandes tragedias de Shakespeare,
ya que no brota de los caracteres, sino que es debida a una fortuita
combinación de circunstancias externas, hasta tal punto que en el siglo XVIII
se pudo alterar el desenlace del drama haciéndolo feliz. No obstante, la
concepción de Shakespeare resulta trágica por las mismas imágenes con que
opera, ya que en ellas muestra su visión de la historia de los dos enamorados
en su rápida y fatal belleza, casi como un relámpago, encendido de pronto y
también súbitamente apagado.
Esta concepción se proyecta sobre un fondo artificial
"italianizado", que es el mismo de los primeros dramas de Shakespeare
(Los dos hidalgos de Verona, Trabajos de amor perdidos). De todo el teatro
shakesperiano, Romeo y Julieta es la obra más rica en metáforas; en las
palabras de Romeo, más aún que en los sonetos de Shakespeare, encontramos la
influencia de los conceptos convencionales de los precursores del barroco. Pero
la artificiosidad, en lugar de ser tan sólo una amena decoración, como en los
dramas de John Lyly y de Robert Greene, confiere un acento más patético a la
historia humana que rodea, y la angustia y la muerte no son menos reales y
conmovedoras por producirse en un melindroso jardín a la italiana y estar
rodeados de dulzura.
Grande es la variedad de las notas tocadas en este drama, que
resume el período inicial y anticipa el de la madurez de Shakespeare:
costumbres artificiosas, agudeza extraña y desbocada, pureza de corazón,
ardiente fantasía, apoteosis del amor y de su fúnebre pompa.
Por esta mezcla de elementos, el drama fascinó a los románticos, no sólo por sus notas más elevadas (en él se inspirará John Keats, cuya Víspera de Santa Inés es una variación sobre un tema de este drama), sino también por ciertos motivos macabros, como la escena del panteón (que puede haber influido sobre ciertas narraciones fantásticas de Edgar Allan Poe) y el parlamento de Julieta en la primera escena del cuarto acto ("Mandadme que me oculte donde anidan las sierpes..."), que parece haber sugerido muchas situaciones de la novela gótica de fines del siglo XVIII.
El drama es, entre los de Shakespeare, el más difundido y popular, y son numerosas las imitaciones y derivaciones en todas las lenguas, si bien el valor de éstas sea a menudo muy escaso.
Por esta mezcla de elementos, el drama fascinó a los románticos, no sólo por sus notas más elevadas (en él se inspirará John Keats, cuya Víspera de Santa Inés es una variación sobre un tema de este drama), sino también por ciertos motivos macabros, como la escena del panteón (que puede haber influido sobre ciertas narraciones fantásticas de Edgar Allan Poe) y el parlamento de Julieta en la primera escena del cuarto acto ("Mandadme que me oculte donde anidan las sierpes..."), que parece haber sugerido muchas situaciones de la novela gótica de fines del siglo XVIII.
El drama es, entre los de Shakespeare, el más difundido y popular, y son numerosas las imitaciones y derivaciones en todas las lenguas, si bien el valor de éstas sea a menudo muy escaso.
Desesperado, Romeo compra a un boticario de Mantua un
poderoso veneno y se dirige a Verona; su irrevocable decisión es tomar la
pócima junto a la tumba de su amada. Entretanto, Fray Lorenzo conoce por el
mensajero que su carta no ha llegado a Romeo: el propio Fray Lorenzo debe por
ello ocuparse de abrir el panteón en el momento del despertar de Julieta, y con
este propósito se encamina también al cementerio. Sin embargo, por una fatal
coincidencia, un tercer personaje se adelanta a ambos: el conde Paris, sinceramente
enamorado de su prometida, acude al panteón de los Capuletos para depositar
flores en la tumba de Julieta.
LEER: Romeo & Julieta pdf
VER: Romeo y Julieta - Teatro
VER: Romeo andJuliet - Ballet
VER: Romeo y Julieta
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