Los minerales de guerra son aquellos cuya extracción genera
conflictos bélicos, bien por la escasez del mineral o bien por la demanda del
mismo, provocando innumerables pérdidas humanas en manos de grupos armados que
pugnan por el dominio de las minas. También se conocen como minerales en
conflicto o minerales de sangre. En la actualidad, se consideran como minerales
de guerra el oro, estaño, wolframio y tantalio.
La República Democrática del Congo, escenario del conflicto
más sangriento desde la Segunda Guerra Mundial, es el lugar más peligroso del
mundo para una mujer o una chica.
Mujeres en conflicto
La situación de mujeres
que viven en lugares con conflictos armados en distintos lugares del mundo fue
registrada por Médicos sin Fronteras (MSF). Un material que da cuenta, a través
de imágenes, del daño que sufren estas mujeres, producto de las guerras.
Desde principios del
siglo XX, el impacto directo de las guerras en las poblaciones civiles se ha
ido agravando: a menudo son víctimas de los bombardeos, ataques y abusos, y
cuando no, quedan atrapadas entre las facciones en combate sin posibilidad de
recibir asistencia, o se ven obligadas a huir en las más adversas condiciones.
Cuando las estructuras
de salud son dañadas, destruidas o son inexistentes, los mecanismos de apoyo
social colapsan y el acceso a la asistencia sanitaria se hace difícil. Las
mujeres inmersas en estos contextos de violencia presentan un elevado grado de
vulnerabilidad, afectadas especialmente por emergencias obstétricas,
complicaciones del embarazo y del parto. Están expuestas a un alto riesgo de
ser víctimas de violencia sexual, además de ser las que suelen ocuparse del
mantenimiento de su familia.
República
Centroafricana, Yemen, República Democrática del Congo, Sudán del Sur, Irak son
algunas de las crisis humanitarias en las que Médicos Sin Fronteras (MSF)
brinda asistencia y donde las mujeres sufren el daño directo de las guerras.
El escenario de
conflicto es en gran
parte para saciar la demanda internacional de productos electrónicos que
requiere los minerales que se encuentran en el Congo oriental. Mientras que el
Congo oriental siga teniendo una crisis compleja que es avivada por las
tensiones por el terreno, por los derechos, por la identidad, por las luchas
por el poder regional y por la debilidad del Congo como país, el comercio de
los minerales en conflicto seguirá siendo una de las claves principales del
conflicto.
Los mismos grupos armados que obtienen enormes beneficios del
comercio de minerales en el Congo oriental llevan a cabo regularmente las
atrocidades más estremecedoras, ya que compiten por el control de las minas más
valiosas de la región, las mejores rutas de transporte y oportunidades para
imponer “impuestos” desorbitados a aquellos que están involucrados en este
negocio.
Aquellas compañías que producen productos electrónicos que
pueden contener minerales en conflicto provenientes del Congo oriental tienen
la responsabilidad de asegurar que sus negocios no están ayudando a alimentar
las atrocidades involuntariamente. Ésta no es una tarea fácil, pero se puede
llevar a cabo. Las compañías que producen productos electrónicos pueden
presionar a sus proveedores y seguir el rastro de los minerales que usan para asegurar
que no provienen de las minas que financian grupos armados e intereses
criminales.
Los consumidores y los ciudadanos globales tienen que
desempeñar un papel crítico demandando que las compañías y los gobiernos ejerzan
presión en la cadena de suministro para que los minerales en conflicto del
Congo queden fuera de las relaciones comerciales.
Llevar la transparencia a la cadena de suministro de los
consumidores de productos electrónicos sería el primer paso significante para
transformar las abundantes fuentes de minerales del Congo y que así pasen de
ser la llama de la violencia al motor de poder para las millones de personas
que se encuentran atrapadas en el conflicto y para todas aquellas que dependen del escaso
sustento que ganan en las minas del Congo oriental.
Los Estados Unidos y otros legisladores y activistas pueden
alterar estas dinámicas definitivamente concentrándose en la dimensión internacional
del comercio de los minerales en conflicto y asegurando que los esfuerzos para
la reconciliación abordan la economía política del conflicto, la cual se ha
estado ignorando desde hace mucho tiempo.
Para vencer de verdad a la maldición de los minerales en
conflicto en el Congo oriental, se necesita un enfoque más exhaustivo. Se
necesita un enfoque que abarque una inversión importante, prolongada y a largo
plazo sobre la seguridad, la gobernanza y los sustentos del Congo dentro de un
período de varios años.
Una estrategia exhaustiva que termine con el comercio de los
minerales en conflicto del Congo debe tener cuatro partes principales:
1. Prestar atención a la cadena de suministro
2. Identificar y asegurar las minas estratégicas
3. Reformar la gobernanza
4. Apoyar los sustentos y las oportunidades económicas para
los mineros
Finalmente, cualquier esfuerzo para abarcar el problema de
los minerales en conflicto debe estar unido a una estrategia más amplia para
así generar la voluntad política en el Congo y entre sus vecinos. Así, se
encontrarán soluciones diplomáticas para terminar con las tensiones locales,
nacionales y regionales que se han propagado en los últimos 15 años. La
transparencia y la responsabilidad deben extenderse más allá de las fronteras
para incluir a otros gobiernos en la región. Ruanda, Uganda y Burundi (en menor
medida) se han beneficiado enormemente del comercio ilegal de minerales y de la
continua inestabilidad, a la cual han contribuido a veces de manera directa.
Por la misma razón, los vecinos del Congo tienen
preocupaciones de seguridad legítimas e intereses económicos en el Congo
oriental. Es vital que los Estados Unidos y sus aliados hagan un enfoque más
imparcial hacia estos actores regionales para abarcar estas preocupaciones de seguridad,
para terminar el papel importante que estos estados continúan desempeñando en
el comercio destructivo de los minerales en conflicto, y para apoyar el estado
de derecho en el Congo y más allá de sus fronteras.
El oro es un excelente conductor eléctrico y buen aislante de
frío y calor. Su principal uso en la electrónica es en la elaboración de
tarjetas o microchips y cableado, aunque también se emplea en la aeronáutica y
aeroespacial, y en joyería. El estaño se emplea en la elaboración de artefactos
electrónicos para la soldadura de los contactos.
El wolframio (tungsteno) se encuentra en forma de óxido y
sales en ciertos minerales como la wolframita. Se usa en resistencias
eléctricas, electrodos de soldadura, filamentos de lámparas incandescentes y la
elaboración de aceros especiales. Es responsable de la vibración de los
teléfonos celulares.
El coltán (columbita –óxido de niobio– y tantalita –óxido de
tantalio–) se emplea casi en su totalidad en dispositivos electrónicos. El 80%
de las reservas se hallan en la República Democrática del Congo (RDC), donde es
motivo de graves conflictos geopolíticos por los intereses nacionales y
fronterizos, y por el enfrentamiento entre contrabandistas, guerrilleros y
multinacionales.
La guerra del coltán en el Congo inició en 1998 y aunque
terminó en 2003, aún persisten los conflictos humanitarios (enfrentamientos
entre grupos por el control de las minas, mineros esclavizados, trabajo
infantil, entre otros) y conflictos ambientales (contaminación, deforestación,
matanza de especies en peligro de extinción). Muchas empresas tecnológicas
recurren a las guerrillas para adquirir mayor cantidad de materia prima y así
aumentar su producción, a fin de satisfacer la creciente demanda de sus
productos.
Esta grave situación ha llevado a múltiples ONG’s a orientar
sus fuerzas a la lucha por restaurar la paz en las zonas afectadas y a la
protección del ambiente, y han elaborado grandes campañas de información y
concientización a nivel mundial. La ONU ya ha liberado algunas minas en RDC y
desmilitarizado un gran número de yacimientos de estaño, coltán y tungsteno;
sin embargo, la problemática continúa.
Una iniciativa gubernamental sobre la gestión responsable de
las cadenas de suministro de minerales en conflicto es la Guía de la Diligencia
Debida de la OCDE que orienta a las empresas sobre los pasos a seguir para
hacer transparente su obtención de minerales. A raíz de la norma “producto
libre de conflicto”, en 2010 se promulgó en Estados Unidos la Ley Dodd-Frank que
regula el comercio de los 4 minerales en conflicto. En Europa, una ley similar
está en discusión desde 2014 y se espera se apruebe en 2016.
Muchas personas desconocen esta crítica situación. Le
invitamos a ser portavoz de esta información y partícipe de la lucha contra el
uso de minerales de guerra evitando la adquisición de productos elaborados por
empresas que no los reporten libres de conflicto.
REFERENCIA: https://www.joya.life/
. Congo: Minerales de guerra, es un estupendo documental que nos habla de una de las mayores riquezas de la República Democrática del Congo, los minerales.
Lo paradójico es que esa riqueza --justamente- es la cuna de
sus desgracias, y maquina de sufrimiento de la población de origen, que dejan
sus cuerpos en las minas con el fin de poder dar de comer a sus hijos, ganando
una miseria que, en la mayoría de los casos, no alcanza para COMER.
La mayor desolación y desgracia se encuentra en las zonas
limítrofes con Ruanda, Uganda y Burundi, aunque todo el país se resiente con la
"fiebre" de algunos minerales (como el Coltán y la Casiterita, por
ejemplo), que los países ricos comercializan a precios exageradamente
mayores...
Injusticias mundiales que te llevan a reflexionar y recordar
que muchos de los congoleños que llegan a nuestras costas, han sido los que
trabajaron duro en la mina para que nosotros podamos tener un móvil de última
generación. Congoleños con unos riquísimos recursos mineros que, lo único que
han obtenido a través de ellos es pobreza y sufrimiento.
Hablamos de seres humanos que sobreviven con menos de un
dólar diario y con una esperanza de vida de 43 años...
VER: Mineralesde Guerra
. El siguiente documental transmitido por el canal History Channel relata algunos de los más crudos conflictos que se han desatado en África debido al tráfico clandestino de diamantes que terminan en las más prestigiosas joyerías de Europa y Estados Unidos.
En particular, se detalla la tragedia padecida en Liberia y
Sierra Leona (aunque también se hace referencia al horror que se vivió en
Angola) en los 90 a raíz de los turbios negocios del entonces gobernante de
Liberia Charles Taylor y su relación con el grupo insurgente FRU de Sierra
Leona .
No obstante, también se recorre los orígenes del comercio
moderno de diamantes en la última parte del siglo XIX en Suráfrica y la forma
como al poco tiempo el ambicioso empresario y colonizador británico Cecil
Rhodes fundó la compañía más grande de diamantes hasta el presente: De Beers.
Especial agradecimiento para la ONG Global witness quienes se
han esforzado por "romper" el vínculo entre explotación de recursos
naturales y abuso de derechos humanos a través de sus investigación y denucias
a nivel internacional.
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