martes, 31 de enero de 2023

ORIGEN DEL UNIVERSO ´Un viaje a lo desconocido - Vía Láctea

Vía Láctea con estrellas y galaxias

Esta es la primera foto más nítida de la Vía Láctea

Te explicamos qué es la Vía Láctea, cómo se originó y las dimensiones que presenta. Además, cuáles son sus características y estructura.

¿Qué es la Vía Láctea?

La Vía Láctea es observable a
simple vista desde nuestro planeta.

Se conoce como la Vía Láctea a la galaxia en donde se encuentra nuestro Sistema Solar y, por ende, nuestro planeta.

Se encuentra en un cúmulo de unas cuarenta galaxias distintas llamado el Grupo Local (Local cluster), junto con otras galaxias de renombre como la de Andrómeda. Es la segunda más brillante de todo el conjunto y, según algunos estudios, podría ser la más masiva también.

La Vía Láctea es observable a simple vista desde nuestro planeta, como una banda de luz blanca y borrosa que se encuentra en toda la esfera celeste.

Es más brillante hacia su centro, en dirección a la constelación de Sagitario. Esto ha permitido su observación desde tiempos antiguos, cuando se pensaba que contenía todas las estrellas del universo.

En el siglo XVII Galileo Galilei fue el primero en observarla con un telescopio y percatarse de que estaba compuesta por un cúmulo de estrellas que le confieren forma de nebulosa. Sin embargo, sería Edwin Hubble en el siglo XX quien la delimitó y estudió a mayor profundidad.

Origen del nombre Vía Láctea

El nombre de nuestra galaxia tiene un origen mitológico: en la antigua Grecia pensaban que Hércules (el héroe y semidiós favorito del dios padre Zeus, fruto de la unión ilegítima de éste con una mortal llamada Alcmena) había sido llevado a los pocos meses de nacido hasta el Olimpo por el dios Hermes, donde halló a la diosa Hera, celosa mujer de Zeus, dormida.

Dispuso entonces Hermes que Hércules mamara la leche divina de la diosa, cosa que hizo con tanta fuerza que la lastimó y despertó en el acto, ocasionando que la leche se derramara en el firmamento. De allí que el nombre “Vía Láctea” signifique en latín “Camino de leche”.

Dimensiones de la Vía Láctea

Nuestra galaxia tiene un diámetro medio estimado en 100.000 años luz, equivalentes a casi un trillón y medio de kilómetros (9480 unidades astronómicas).

Se calcula que en ella habiten unos 100 400 miles de millones de estrellas diferentes, lo cual le confiere una masa total de 1012 masas solares. Además, tiene la forma de un lente convexo.

Tipo de galaxia

La Vía Láctea es una galaxia en espiral barrada, es decir, presenta una barra central de estrellas brillantes desde las cuales nacen los “brazos” de la espiral. Existen otros tipos de galaxia de acuerdo a su forma, como las elípticas o las irregulares.

Partes de la Vía Láctea


Nuestra galaxia puede dividirse en tres partes: halo, disco y bulbo.

 

  • ·    Halo. Es una estructura con forma esférica que rodea a la galaxia y presenta una baja concentración de estrellas y de nubes de gas. En cambio, contiene muchos cúmulos globulares, conjuntos de estrellas viejas que giran en torno a la galaxia como satélites. También presenta abundante materia oscura, que influye gravitacionalmente en el movimiento de la galaxia.

 

  • ·    Disco. En el disco están contenidas la mayoría de las estrellas jóvenes, ya que es la región con mayor contenido de gas y donde aún se dan los procesos de nacimiento de estrellas. En el disco se hallan los brazos de la espiral galáctica, unos ocho en total, y está unido al bulbo de la galaxia por la barra de estrellas en su interior.

 

  • ·    Bulbo. Esta es la región central de la galaxia, con mayor densidad estelar. Tiene una forma esférica achatada y presenta un movimiento giratorio similar al de un sólido rígido. Sin embargo, muchas investigaciones ponen en duda la existencia del bulbo y apuntan más a un pseudobulbo debido a la formación de una barra estelar en su centro.

 

Galaxias satelitales

Algunas otras galaxias orbitan alrededor de la nuestra, como son las Nubes de Magallanes, dos galaxias enanas también pertenecientes al Grupo Local, u otras galaxias elípticas enanas mucho menores, algunas de las cuales están tan próximas a la Vía Láctea que están siendo absorbidas por su interior.

 

Movimiento de la Vía Láctea

Como su forma elíptica lo sugiere, la galaxia rota sobre su eje a una velocidad de 270 kilómetros por segundo, completando un giro sobre su eje cada 225 millones de años (desde la perspectiva de nuestro Sol).

Dependiendo de qué tan cerca se encuentre uno del núcleo, girará más rápido o más despacio en torno al eje galáctico.

El centro galáctico

Se ignora qué hay en el brillante centro de nuestra galaxia, que no podemos observar debido a materiales opacos y gases fríos que impiden el acceso a la luz.

Algunos astrónomos especulan con la existencia de un gran agujero negro de 2,6 millones de masas solares en su interior.

En todo caso, el centro galáctico mide unos 8.000 años luz de diámetro y sus estrellas están muy juntas entre sí, mucho más que las de los brazos elípticos.

Ubicación del Sistema Solar

Nuestro Sistema Solar se encuentra en las afueras de la galaxia, a unos 28 mil años luz del centro, en uno de los brazos de la espiral del disco galáctico. Si la galaxia fuera una gran ciudad, nosotros viviríamos en los suburbios.

 Sistema Solar

Índice temático

Te explicamos qué es el sistema solar y cuáles son sus características. Además, los planetas que lo componen y modelos astronómicos.

¿Qué es el Sistema Solar?

Los objetos del Universo se encuentran relacionados entre sí, de acuerdo a fuerzas y dinámicas que los mantienen cohesionados, pero en movimiento. A dicho sistema de fuerzas y dinámicas se les conoce como sistemas planetarios, y entre ellos se encuentra nuestro Sistema Solar.

El Sistema Solar es nuestro sistema planetario, en donde ocho planetas se encuentran en órbita constante alrededor de una única estrella: el Sol.

Otros objetos se constituyen también en nuestro Sistema Solar, como el cinturón de asteroides entre Marte y Júpiter, donde se halla el planeta enano Ceres; o los llamados Objetos Transneptunianos, tales como el Cinturón de Kuiper, el Disco Disperso o la Nube de Oort, esta última aún de existencia hipotética. Allí también se encuentran cuatro planetas enanos: Haumea, Makemake, Eris y Plutón, este último considerado hasta no hace mucho como un noveno planeta.

Características del Sistema Solar:

Origen

Se calcula que el origen del Sistema Solar haya tomado lugar hace 4568 millones de años, debido al colapso de una nube molecular en nuestra galaxia, la Vía Láctea.

Este colapso dio origen a un Disco circunestelar o protoplanetario, en el cual un conjunto desordenado de materia rodeaba en forma de anillos al Sol, y así se fueron constituyendo los distintos planetas. Se estima que los objetos del cinturón de asteroides o del Cinturón de Kuiper sean elementos residuales de dicho proceso.

El Sistema Solar se encuentra en la Nube Interestelar Local, en la Burbuja Local del brazo de Orión, a unos 28.000 años luz del centro de nuestra galaxia.

El sol

En el centro del sistema solar está el único cuerpo que emite luz propia de todo el conjunto: el Sol. Se trata de una estrella tipo-G de la secuencia principal y clase de luminosidad V (una enana amarilla), constituido en su mayor parte por hidrógeno, en constante estado de fusión nuclear, con presencia de otros elementos más pesados como oxígeno, carbono, neón y helio. Es el objeto más brillante de nuestro firmamento, tanto así que su brillo impide percibir a cualquier otro.

Con un diámetro total de 1.392.000 kilómetros, contiene el 99,86% de la masa total del Sistema Solar, razón por la cual todo el resto del contenido gira en órbitas a su alrededor. Se estima que el Sol permanecerá sin cambios unos 5.000 millones de años más.

Los planetas

Existen ocho planetas principales en el sistema solar, divididos en dos grupos de acuerdo a su constitución:

  • Los planetas interiores. Más cercanos al sol y más pequeños en tamaño, que son Mercurio, Venus, la Tierra y Marte. Se les conoce como los planetas terrestres o telúricos ya que poseen una superficie sólida, semejante en densidad y constitución. Los últimos tres poseen una atmósfera.
  • Los planetas exteriores. Ubicados luego del cinturón de asteroides que prosigue a Marte, son gigantes en proporción y básicamente gaseosos. Se llaman Júpiter, Saturno, Neptuno y Urano, y los últimos dos son conocidos como los gigantes helados, dada su distancia del Sol.

De todos los planetas del Sistema Solar, solo La Tierra es capaz de sustentar vida orgánica, si bien numerosos descubrimientos respecto a la superficie de Marte apuntan a la posible presencia de fósiles de bacterias y otros indicios de vida en el “planeta rojo”.

Existen también un conjunto de planetas inferiores, llamados planetas enanos, en los que se incluyó a Plutón a partir de 2006. Éstos son Ceres, Makemake, Eris, Haumea y Plutón. Estos planetas tienen la suficiente masa para tener forma esférica, pero no para haber atraído o repelido los objetos que les rodean. Están en un nivel intermedio entre planetas y asteroides.

Estudios muy recientes apuntan a la posible existencia de un noveno planeta, llamado provisionalmente Phattie.

Satélites y anillos de asteroides


Otro conjunto de objetos que hacen vida en el sistema solar son los asteroides, tanto en el cinturón que hay luego de Marte, como en el que hay luego de Neptuno, y también en los anillos que rodean a los grandes planetas exteriores.

Por otro lado, los grandes satélites, como es el caso de nuestra Luna, o de Deimos y Phobos, las de Marte, son entidades mucho mayores que los asteroides, atrapados en el campo gravitacional de algún planeta mayor, al que orbitan. Los planetas exteriores cuentan con numerosos satélites: Júpiter y Saturno poseen 63 y 61 respectivamente, mientras que Neptuno y Urano tienen 27 y 13. Venus y Mercurio no poseen ninguno.

Objetos Transneptunianos

Los Objetos Transneptunianos son cuerpos helados y lejanos que se encuentran en el borde lejano del Sistema Solar. Son difíciles de estudiar y de observar, dada su lejanía y el poco impacto que sobre ellos tiene la luz del Sol, pero consisten a grandes rasgos en tres conjuntos de materia:

  • El Cinturón de Kuiper. Un conjunto de cuerpos de cometa que orbitan el Sol, de donde podrían nacer los cometas de corto período. Plutón y Caronte se consideran los mayores objetos de este grupo.
  • El Disco Disperso. Región cuyo espacio interno se solapa con el Cinturón de Kuiper y se extiende lejos del sol hasta una distancia desconocida. Se asume poblado por un número incierto de objetos, aunque se estiman alrededor de 90.
  • La Nube de Oort. Una hipotética nube esférica de objetos, en los confines del sistema solar, casi a un año luz del Sol, cien veces más lejos que el Cinturón de Kuiper. Se la supone portadora de entre uno y cien billones de objetos, alcanzando una masa total de cinco veces la terrestre.

Orbitación


 Los ocho planetas del Sistema Solar gravitan alrededor del Sol en órbitas elípticas, casi circulares, de distintas extensiones y a distintas velocidades, de acuerdo con sus respectivas proporciones y naturalezas. Esto es conocido como movimiento de traslación planetaria.

Mientras que la Tierra, por ejemplo, demora 365 días terrestres (1 año) en completar una órbita solar, otros planetas tardan menos, como Mercurio (0,24 años) o Venus (0,61); y otros más, como Júpiter (5,2), Saturno (9,5) y Neptuno (164,7). La teoría orbital establece que, a mayor distancia del Sol, más larga será la órbita y menor la velocidad alcanzada. Los planetas orbitan siempre en dirección anti-horario.

Distancia entre los planetas

Tal y como se deduce del ítem anterior, los planetas del Sistema Solar se encuentran posicionados en órbitas ordenadas a distancias crecientes del sol, a razón del doble de la distancia entre cada una y la anterior. Para el cálculo de dichas longitudes se ideó la ley de Titus-Bode, una fórmula matemática que permite calcular la distancia entre el Sol y cualquier planeta.

Aun así, la ley no es 100% exacta, pues presenta menores discrepancias, en particular respecto a la órbita de Neptuno, más cercana de lo que asevera la fórmula.

Objetos celestes más cercanos


 El Sistema Solar se encuentra en un rincón apartado y poco transitado de la galaxia, de allí que la estrella más cercana, Próxima Centauri, esté a “solo” 4,22 años luz del Sol.

De manera similar, la Galaxia de Andrómeda, el objeto más lejano que es posible ver desde la superficie terrestre y la galaxia más próxima a la nuestra, reside a 2,5 millones de años luz, si bien se encuentra en un curso directo de colisión de 300 kilómetros por segundo.

Modelos astronómicos

Desde tiempos antiguos el hombre ha soñado con vislumbrar el orden del universo y ha postulado numerosos modelos para entenderlo. El griego Anaximandro imaginaba La Tierra como el centro del universo, en torno al cual orbitaba lo demás, aunque mucho después la escuela pitagórica sería la que estableciera la esfericidad del mundo.

Si bien hubo modelos heliocéntricos propuestos por estudiosos orientales y occidentales, no sería hasta la llegada en el siglo XIII de Nicolás Copérnico que iniciaría una verdadera revolución astronómica, llegando a predecir los movimientos de traslación y rotación terrestres, lo cual le costaría la desconfianza de la Iglesia Católica.

Otro tanto ocurriría con Galileo Galilei en el siglo XVII, quien se basó en el trabajo de Copérnico y en las observaciones directas con los primeros telescopios para afirmar que los cuerpos celestes no orbitaban la tierra, sino al revés: por ello fue acusado de herejía y condenado por los dirigentes de la Iglesia.

Las leyes que regulan la orbitación aparecerían en 1609 de mano del alemán Johannes Kepler, quien predijo el tránsito de Venus frente a la Tierra del año 1631. Si a eso se añade el desarrollo del concepto de gravedad y las mecánicas celestes de Newton, se entenderá que en 1704 ya se acuñara el término Sistema Solar y se tuviera ya un modelo bastante cercano al actual, cuyas mayores especificidades provienen de los potentes instrumentos de observación contemporáneos, dentro y fuera de La Tierra.

Futuro de la exploración espacial

El hombre llegó al espacio por primera vez en 1961, en los pies del cosmonauta soviético Yuri Gagarin, marcando el inicio de la denominada “Era espacial” en que el hombre se avocaría a la exploración del espacio. Junto a las misiones Apollo estadounidenses que llegaron a la Luna, suponen los viajes más lejanos que haya hecho hombre alguno en la historia.

De la mano de las tecnologías de vanguardia en física, química, electrónica e ingeniería atómica, sin embargo, la medición del espacio interior y exterior es cada vez más certera.

Misiones sin tripular se han aproximado a los planetas exteriores y han aterrizado en Marte, recabando información importantísima respecto a los orígenes del universo y poniendo a prueba nuestra creciente comprensión de sus leyes fundamentales.

Viaje al corazón de la Vía Láctea

El núcleo de nuestro barrio cósmico, una región situada a 27.000 años luz de la Tierra, es una de las zonas más animadas y hostiles de la galaxia.


En 2018, una estrella blanco azulada denominada S2 pasará a solo diecisiete horas luz del corazón de nuestra galaxia, a una velocidad de casi 30 millones de kilómetros por hora.

Los astrónomos se preparan para estudiar el fenómeno gracias al instrumento GRAVITY, colocado en el interferómetro del sistema de cuatro telescopios Very Large Telescope del Observatorio Europeo Austral, en Chile.

La idea es determinar la trayectoria que sigue la estrella –esta gira en torno al centro galáctico con un periodo de dieciséis años– con una precisión similar a medir la posición de un objeto en la Luna con un margen de error de un centímetro. Con ello se espera entender un poco mejor qué sucede en el núcleo de la Vía Láctea.

Visto desde la Tierra en una noche de verano, este se encuentra donde la galaxia corta el horizonte, hacia el este, en la constelación de Sagitario, oculto tras una impenetrable niebla de gas y polvo interestelar.

Nuestro planeta se halla a unos 27.000 años luz de este. En el cogollo galáctico encontramos las estrellas más antiguas de la Vía Láctea, que se formaron solo 300 millones de años después del Big Bang y nubes de gas que se mueven a más de 3,5 millones de kilómetros por hora. Muy cerca de ellas, en el centro mismo, se yergue Sagitario A*, un superagujero negro de 4,1 millones de masas solares.

El estudio de la información obtenida de los rayos X emitidos por Sagitario A* ha permitido saber que este mide unos quince millones de kilómetros, menos de la cuarta parte del diámetro de la órbita de Mercurio.

Como no podía ser de otro modo, esta emisión de alta energía tiene su propio misterio: la intensidad de los rayos X que emite el agujero negro es la quinta parte de lo que la teoría predice. Pero ¿por qué? Una de las hipótesis que se manejan es que el estallido de una supernova cercana hace 10.000 años barrió la mayor parte del gas y polvo interestelar de la región.

Pero este no es el mayor de los enigmas que aún encierra nuestro centro galáctico. Hay uno que gana a todos: ¿de dónde viene ese agujero negro?

La extraña forma de la VÍA LÁCTEA

Vivimos en una galaxia que llamamos Vía Láctea, con más de 200 mil millones de estrellas la hemos catalogado como una galaxia espiral barrada que posee un núcleo, un disco y un halo, pero ¿entendemos bien su forma real?

La estructura de la Vía Láctea lleva siendo estudiada por al menos 250 años, incluso desde antes que supiéramos lo que sera una galaxia, sin embargo, observaciones recientes con telescopios espaciales, como Spitzer y Gaia, nos muestran un panorama mucho más complejo.

¿Cuántos brazos espirales posee? ¿existe una o varias barras al centro? ¿es el disco plano o está torcido? ¿y si está torcido, por qué es así?, ¿cuántas estrellas hay en realidad?


Detectan una extraña perturbación en la Vía Láctea

El satélite europeo Gaia observa cómo millones de estrellas se mueven, inexplicablemente, en espiral. Estudiar la Vía Láctea es mucho más difícil que estudiar otras galaxias porque estamos dentro de ella, no hay selfies de nuestra galaxia.

Entenderla es como que un microbio trate de comprender la forma de la Tierra. Es por esa razón que quiero invitarte a hacer recorrido por la historia para conocer cómo hemos llegado a descubrir la verdadera forma de la Vía Láctea.

La sonda espacial Gaia, la misión europea que tiene por objetivo elaborar un detallado catálogo con la posición, la distancia y la velocidad de más de mil millones de estrellas de nuestra galaxia, acaba de encontrar una sorprendente "perturbación" en la Vía Láctea.

Y es que la galaxia en que vivimos está, aún, sufriendo los efectos de un "encuentro" pasado. En efecto, millones de estrellas no siguen la órbita "dulce y plana" alrededor del centro galáctico, como sería de esperar, sino que se mueven de forma parecida a como lo hacen las ondas de agua en un estanque después de tirar una piedra. El sorprendente hallazgo se publica esta semana en Nature:

Un disco de la Vía Láctea dinámicamente joven y perturbado

Abstracto

La evolución del disco de la Vía Láctea, que contiene la mayoría de las estrellas de la galaxia, se ve afectada por varios fenómenos. Por ejemplo, la barra y los brazos espirales de la Vía Láctea inducen la migración radial de las estrellas. y puede atrapar o dispersar estrellas cerca de resonancias orbitales. 

Las perturbaciones externas de las galaxias satélite también pueden tener un papel, causando el calentamiento dinámico de la galaxia, estructuras en forma de anillo en el disco y correlaciones entre diferentes componentes de la velocidad estelar. ç

Estas perturbaciones también pueden provocar firmas de "ajuste de fase" en el disco, como estructuras de velocidad arqueadas en los movimientos de las estrellas en el plano galáctico. Ya se han detectado algunas manifestaciones de estos procesos dinámicos, incluida la subestructura cinemática en muestras de estrellas cercanas, asimetrías de densidad y velocidades a través del disco galáctico que difieren de las expectativas asimétricas y de equilibrio, especialmente en la dirección vertical y firmas de mezcla de fase incompleta en el disco. 

Aquí informamos un análisis de los movimientos de seis millones de estrellas en el disco de la Vía Láctea. Mostramos que la distribución fase-espacio contiene diferentes subestructuras con diversas morfologías, como conchas de caracol y crestas, cuando se combinan coordenadas espaciales y de velocidad. Inferimos que el disco debe haber sido perturbado hace entre 300 millones y 900 millones de años, consistente con las estimaciones del paso pericéntrico anterior de la galaxia enana de Sagitario. 

Nuestros hallazgos muestran que el disco galáctico es dinámicamente joven y que modelarlo como independiente del tiempo y axisimétrico es incorrecto.

Según los investigadores, el encuentro con otra galaxia tuvo lugar en algún momento de los últimos entre 300 y 900 millones de años. Y ese encuentro fue descubierto, precisamente, gracias al patrón de movimiento de las estrellas en el disco de la Vía Láctea.

“Hicimos una gráfica de la coordenada z (la altura de las estrellas por encima o por debajo del disco de la galaxia) frente a la velocidad Vz (velocidad con que se mueven las estrellas en la dirección vertical en el disco) y, sorprendentemente, lo que apareció fue una espiral perfecta, similar a la concha de un caracol”, explica a la agencia Sinc la autora principal del estudio, Teresa Antoja, investigadora del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (ICCUB).

“Tan perfecta nos parecía la forma que veíamos en los gráficos del ordenador -añade la investigadora- que pensamos que nos podríamos haber equivocado en algo, o que habría algún problema en los datos. Pero después de múltiples verificaciones y sabiendo que los datos de Gaia han pasado por un exhaustivo control de calidad, llegamos a la conclusión de que esa espiral era algo real”.

La forma helicoidal detectada por los investigadores significa que las estrellas no se están moviendo, como sería de esperar en una galaxia en equilibrio, en círculos simples alrededor del centro de la Vía Láctea, sino que siguen patrones más complejos.

Dichos patrones se revelaron porque Gaia no solo mide con precisión las posiciones de más de mil millones de estrellas, sino también sus velocidades en el plano del cielo. Y para este subconjunto de unos pocos millones de estrellas, Gaia proporcionó una estimación de las velocidades tridimensionales completas, lo que permitió un estudio del movimiento estelar utilizando la combinación de posición y velocidad.

«Estaba conmocionada»

Cuando Teresa Antoja observó por primera vez los patrones en la pantalla de su ordenador, no podía creer en lo que estaba viendo. Una forma en particular llamó poderosamente su atención. Se trataba de un patrón espiral, similar a un caracol, que surgía en el gráfico que trazó la altitud de las estrellas por encima o por debajo del plano de la Galaxia. Nunca antes se había visto nada parecido.

"Al principio - explica Antoja- las características eran muy extrañas para nosotros. Estaba conmocionada y pensé que podría haber un problema con los datos". Pero los datos de Gaia habían sido sometidos a múltiples pruebas de validación antes del lanzamiento. Además, junto a sus colaboradores, Teresa Antoja llevó a cabo múltiples pruebas para buscar errores que pudieran explicar las formas observadas. Al no detectar error alguno, la conclusión fue que todo lo que estaban viendo sucedía de verdad.

La razón por la que el fenómeno no se había detectado con anterioridad es sencilla: nunca los científicos habían tenido en sus manos un instrumento con la potencia y la capacidad de Gaia. "Es como si de pronto te pusieras las gafas adecuadas y pudieras ver todas las cosas que antes no era posible ver", afirma la investigadora.

Una vez confirmado que las estructuras que reflejaban los datos eran reales, llegó el momento de averiguar qué las había causado y por qué estaban allí. "Es como tirar una piedra en un estanque, y ver cómo el agua de desplaza en ondas y ondas", afirma Antoja.

Sin embargo, y a diferencia de las moléculas de agua, que terminan por asentarse y recuperar su forma original, las estrellas son capaces de retener una "memoria" de aquello que las perturbó. Y esa memoria se encuentra, precisamente, en sus movimientos. Con el paso del tiempo, y aunque las ondas ya no sean fáciles de ver en la distribución de las estrellas, aún es posible localizarlas al estudiar sus velocidades.

Galaxia caníbal

La siguiente cuestión fue averiguar qué es lo que había golpeado a la Vía Láctea para que las estrellas se comportaran de esa forma. A partir de otras investigaciones, sabemos que nuestra galaxia es una "caníbal", que ha ido creciendo a base de "devorar" a otras galaxias más pequeñas a lo largo de su historia. Pero ese no parece ser el caso en esta ocasión.

Amina Helmi, de la universidad holandesa de Groningen y coautora del estudio, ya había realizado otros trabajos sobre una pequeña galaxia, Sagitario, que apenas contiene algunas decenas de millones de estrellas y que actualmente está siendo canibalizada por la Vía Láctea. Y resulta que su más reciente acercamiento a nuestra galaxia no fue un golpe directo, sino que pasó muy cerca de ella, casi rozándola. Algo más que suficiente para que su gravedad perturbara algunos millones de estrellas de la Vía Láctea, tal y como una piedra lanzada a un estanque perturbaría el agua.

Además, se da el caso de que este último encuentro cercano de Sagitario con la Vía Láctea se produjo en algún momento entre hace 200 y 1.000 millones de años, un tiempo que coincide casi a la perfección con el que Teresa Antoja calculó para el origen de la forma espiral del movimiento de las estrellas observadas por Gaia.

Ahora, los investigadores quieren estudiar con mucho más detalle este encuentro galáctico. "El descubrimiento fue fácil -dice Amina Helmi-, las interpretaciones, más difíciles. Y la plena comprensión de su significado e implicaciones podría llevarnos varios años".

La Vía Láctea, desde luego, tiene una historia muy rica que contar. Y apenas si estamos empezando a leerla.



 

 





Volver:  Un viaje a lo desconocido 

FUENTE: PDF de Luis Yagual Ingeniería en Geología, Universidad Central del Ecuador, Ecuador // Espacio Lugar Nasa / National Geographic. // Space place // El pais. // Astromia.com Violeta González Pérez es investigadora en el Centro de Investigación Avanzada en Física Fundamental (CIAFF) de la Universidad Autónoma de Madrid.

Volver: Índice

EDICIÓN: Erika Rojas Portilla


No hay comentarios:

Publicar un comentario

TU COMENTARIO O SUGERENCIA NOS HARÁ CRECER

Translate