miércoles, 1 de mayo de 2024

El Puer Aeternus - Marie, Louise Von Franz

 CONFERENCIAS 1-8: EL PRINCIPITO DEANTOINE SAMT-EXUPÉRY 


CONFERENCIA 1 Puer aeternus es el nombre de un dios de la Antigüedad. Las palabras vienen de las Metamorfosis de ¡Ovidio y aquí se aplican al dios niño de los misterios eleusinos. Ovidio habla del dios niño Yaco, llamándole puer aeternus y elogiándole por su papel en esos misterios. Posteriormente, el dios niño fue identificado con Dioniso y con el dios Eros. Es el joven divino que nace en la noche en ese característico misterio eleusino de culto a la madre y constituye una especie de redentor. Es un dios de la vegetación y la resurrección, el dios de la divina juventud, y corresponde a divinidades orientales como Tammuz, Atis y Adonis. El título Puer aeternus significa, pues, eterna juventud, pero también lo utilizamos a veces para designar a cierto tipo de joven con un marcado complejo materno y que, por tanto, se comporta de maneras determinadas que me gustaría caracterizar como sigue. En general, el hombre identificado con el arquetipo del puer aeternus mantiene demasiado tiempo una conducta psicológica adolescente. Es decir, que todas aquellas características que resultan normales en un joven de diecisiete o dieciocho años se prolongan en su vida posterior, en la mayoría de los casos, acompañadas de una excesiva dependencia de la madre. Las dos alteraciones típicas de un hombre con un marcado complejo materno son, como señala Jung, la homo­sexualidad y el donjuanismo f En el primer caso, la libido heterosexual sigue vinculada a la madre, qué es realmente el único objeto amoroso, con el resultado de que el sexo no puede experimentarse con otra mujer. Esto convertiría a dicha mujer en rival de la madre, y por eso, las necesidades sexuales se satisfacen sólo con un miembro del mismo sexo. Generalmente, a estos hombres les falta masculinidad y la buscan en su pareja. °E1 donjuanismo es otra forma característica de la misma alteración. En este caso, la imagen de la madre -la imagen de la mujer perfecta que le dará todo a un hombre y que no tiene defectos- se busca en cada mujer. Este hombre busca la diosa madre, de modo que cada vez que siente fascinación por una mujer, más tarde descubre que se trata de un ser humano ordinario. Una vez entra en contacto íntimo con ella, toda su fascinación desaparece y él se aleja decepcionado, sólo para proyectar de nuevo la misma imagen en una mujer tras otra. Anhela eternamente la mujer maternal que le envolverá en sus brazos y satisfará todas sus necesidades. Esto suele ir acompañado de la actitud romántica del adolescente. Generalmente, se experimenta una gran dificultad en la adaptación a la situación social, y en algunos casos, hay una especie de falso individualismo: dado que este individuo se considera alguien muy especial, no tiene por qué adaptarse, pues sería imposible para un genio escondido, etc. Además, suele mostrar una actitud arrogante hacia los demás, debida a un complejo de inferioridad y al mismo tiempo a falsos sentimientos de superioridad. Estas personas suelen tener muchas dificultades para encontrar el trabajo adecuado, porque lo que encuentran nunca les parece bien o nunca es exactamente lo que esperaban. Siempre hay “un pelo en la sopa”. Para este hombre, la mujer tampoco es nunca la adecuada, está bien como novia, pero... Siempre hay un “pero” que impide el matrimonio o cualquier compromiso definitivo.

Todo esto lleva a una forma de neurosis que H.G.Baynes ha descrito como la “vida provisional”, es decir, la extraña actitud y sensación de alguien que aún no está en la vida real.1 Por el momento, el individuo hace esto o aquello, pero ya se trate de una pareja o un trabajo, todavía no es lo que realmente deseaba, y siempre alberga la fantasía de que en algún momento-del futuro llegará lo real. Si esta actitud se prolonga, implica un rechazo constante a implicarse en el momento. Esto suele ir acompañado, en mayor o menor grado, de un complejo de salvador, o de Mesías, con la secreta convicción de que un día podrá salvar al mundo, de que encontrará la última palabra en filosofía, religión, política o arte o cualquier otra cosa. Puede llegar al extremo de convertirse en una típica megalomanía patológica, o puede haber leves indicios de ella en la idea de que su momento “aún no ha llegado”. Lo que más teme un individuo así es estar atado a lo que sea. Siente un miedo terrorífico de ser definido, fijado, de entrar completamente en el tiempo y el espacio y de ser el ser humano singular que cada uno es. Siempre alberga el miedo de verse atrapado en una situación de la que le sea imposible escabullirse. Cualquier situación “tal como es” le parece un infierno. Al mismo tiempo, suele alimentar una fascinación muy simbólica por los deportes de riesgo -sobre todo volar y escalar-, como si quisiera llegar lo más alto posible, simbolizando la huida de la realidad, de la tierra, de la vida normal. Si este tipo de complejo es muy acusado, muchos de esos hombres mueren jóvenes en accidentes de avión y de montaña. En general, no les gustan los deportes que requieren paciencia y un largo entrenamiento, pues el puer aeternus, en el sentido negativo de la palabra, suele ser muy impaciente por disposición, de modo que esos esfuerzos no le atraen. Cohizo mucho montañismo, pero detestaba tanto llevar una mochila que prefería entrenarse incluso para dormir bajo la lluvia o la nieve, y envolverse en un impermeable de seda. Con una técnica de respiración de yoga, se acostumbró a dormir a la intemperie. También se entrenó para caminar prácticamente sin comida, simplemente para no tener que acarrear ningún peso. Vagó durante años por las montañas de Europa y otros continentes, durmiendo bajo los árboles o en la nieve. En cierto modo llevaba una existencia heroica, sólo para no verse obligado a buscar una cabaña o acarrear una mochila. Podríamos decir que era muy simbólico, porque en la vida real, un joven no quiere que le carguen con ningún peso. Se niega absolutamente a asumir la responsabilidad de lo que sea, o a cargar con el peso de una situación. En general, la cualidad positiva de esos jóvenes es cierta clase de espiritualidad que viene de un contacto relativamente estrecho con el inconsciente. Muchos tienen el encanto de la juventud y la chispa de una copa de champán. Suele ser muy agradable hablar con los pueri aeterni. A menudo tienen cosas interesantes que decir y producen un efecto vigorizante. No les gustan las situaciones convencionales; plantean preguntas profundas y van directos en busca de la verdad. Muchas veces persiguen la religión auténtica, una búsqueda típica del final de la adolescencia. Generalmente, el encanto juvenil del puer aeternus se prolonga durante los estadios posteriores de su vida, pero hay otro tipo de puer que no exhibe el encanto de la eterna juventud, ni el brillo del arquetipo de la divina juventud. Por el contrario, vive en un continuo aturdimiento letárgico que también es característico de la adolescencia: la juventud aletargada, indisciplinada y de piernas largas que simplemente vaga por ahí, con la mente errando de forma indiscriminada, de forma que uno siente la inclinación de echarles un cubo de agua fría por lacabeza. Pero el aturdimiento letárgico sólo es un aspecto exterior, y si se logra penetrar, se descubre la vida de intensa fantasía que alberga en su interior. Hasta ahora hemos dibujado una breve síntesis de los principales rasgos de ciertos jóvenes que se ven atrapados en un complejo materno, y de este modo, hemos identificado el arquetipo del puer. Yo he dado una visión negativa de esos individuos, porque así es como se les ve superficialmente, pero, como verán, no hemos explicado lo que de verdad es importante. Mi conferencia se centra en la pregunta de por qué el problema de este tipo, el joven atado a la madre, se ha vuelto tan acusado. Como saben, la homosexualidad -no creo que el donjuanismo esté tan extendido- se extiende cada vez más; incluso entre los adolescentes. Parece que el problema del puer aeternus se está volviendo muy actual. Indudablemente, las madres siempre han intentado retener a sus hijos en el nido, y algunos hijos han tenido siempre dificultades para liberarse y han preferido continuar disfrutando de los placeres del nido. Pero no está tan claro por qué ese problema natural en sí tiene que convertirse en un problema de la época. Creo que ésta es la pregunta más profunda e importante que debemos planteamos, porque el resto es más o menos evidente. Un hombre con un complejo materno siempre intentará luchar contra su tendencia a convertirse en un puer aeternus. Podríamos preguntamos, ¿cuál es la cura? Si un hombre tiene un complejo materno y eso es algo que le ha ocurrido, que no ha provocado él mismo, pero suponiendo que un día lo descubra, ¿qué puede hacer para liberarse? En Símbolos de transformación; Jung habló de una cura -el trabajo- y después de decirlo dudó un momento y pensó: «¿Es tan simple como eso? ¿Es ésa la única cura? ¿Puedo plantearlo así?». Pero el trabajo es la palabra desagradable que ningún puer aeternus quiere oír, y Jung llegó a la conclusión de que era la respuesta correcta. Mi experiencia también me ha mostrado que si un hombre puede liberarse de esta especie de neurosis juvenil es mediante el trabajo. Sin embargo, esta relación implica varios malentendidos, porque el puer aetemus puede trabajar, como cualquier ser primitivo o cualquier persona con un débil complejo del ego, mientras esté fascinado o en un estado de gran entusiasmo. Entonces puede trabajar veinticuatro horas seguidas o incluso más, hasta que cae rendido. Lo que no puede hacer es trabajar en una mañana lluviosa y deprimente, cuando el trabajo es aburrido y hay que obligarse a hacerlo; eso es lo único que el puer aetemus no puede lograr y utilizará cualquier tipo de excusa para evitarlo. Y el análisis de un puer aetemus tarde o temprano llega a topar también con este problema, y sólo cuando el ego se haya visto suficientemente reforzado, podrá superarlo y ser regular en el esfuerzo y el trabajo. Naturalmente, aunque conozcamos el objetivo, cada caso individual es distinto. Personalmente, he descubierto que sermonear a la gente en el sentido de que deberían trabajar no funciona, ya que sólo provoca que se enfaden y se vayan. Por lo que he visto, el inconsciente suele intentar llegar a un compromiso, a saber, indicar la dirección en la que debería haber algún entusiasmo o hacia donde fluiría de forma natural la energía psicológica, puesto que obviamente, es más fácil entrenarse en una dirección apoyada por el instinto. Esto no resulta tan difícil como trabajar completamente montaña arriba oponiéndose al propio flujo de energía. Sin embargo, es aconsejable esperar un poco y descubrir dónde reside el flujo natural de intereses y energía e intentar llevar a esa persona a trabajar allí. Pese a todo, en cualquier campo de trabajo siempre llega un momento en que hay que enfrentarse a la rutina. Todo trabajo, incluso el trabajo creativo, contiene cierta dosis de rutina aburrida y ahí es donde el puer aetemus escapa y llega de nuevo a la conclusión: «¡No es esto!» En momentos así, si a uno le apoya el inconscien­te, suele haber sueños que muestran que uno debería empujar para superar el obstáculo y que, si lo consigue, habrá ganado la batalla. Para profundizar más en el origen del problema, me gustaría interpretar primero /?/ principito de Antoine Saint-Exupéry porque puede arrojar mucha luz sobre esta situación. Como saben, ese hombre murió durante la Segunda Guerra Mundial en un accidente de avión y muestra todos los rasgos típicos del puer aeternus que, sin embargo, no alteran el hecho de que fuese un gran escritor y poeta. Su vida es difícil de explicar, lo cual ya resulta típico, porque cuando intentamos seguir la biografía sólo logramos recopilar unos pocos hechos aquí y allá, debido a que, como ya hemos dejado claro, el puer aeternus nunca toca del todo con los pies en la tierra. Nunca acaba de comprometerse con ninguna situación mundana, sino que revolotea por encima de la tierra, tocándola de vez en cuando, iluminando aquí y allí, de modo que uno sólo puede seguir esos rastros tal como son. Saint-Exupéry procedía de una familia aristocrática francesa y creció en una hermosa casa de campo con su atmósfera tradicional. Decidió hacerse aviador profesional y durante un tiempo trabajó como piloto para la Compagnie Aeropostale, que volaba entre Europa y Sudamérica. Hacia 1929, Saint-Exupéry hacía la línea Toulouse-Dakar-Buenos Aires y contribuyó al establecimiento de nuevas líneas en Sudamérica. Más tarde dirigió durante bastante tiempo un aeródromo en el desierto norteafricano, Cape Julie. Su misión principal allí consistía en rescatar pilotos que se hubieran estrellado, salvarles de una muerte en el desierto o de caer en manos de las tribus árabes rebeldes. Ése era el tipo de vida que le gustaba a un hombre así: Saint-Exupéry prefería aquel desierto aislado a ningún otro lugar. En 1939, a principios de la guerra, luchó por Francia como capitán de las Fuerzas Aéreas, y tras la caída de Francia intentó escapar a Egipto, pero por razones técnicas, tuvo que abandonar su plan. Entonces fue desmovilizado y se marchó a Nueva York, donde acabó su libro Piloto de guerra. Más tarde, cuando los aliados desembarcaron en África, Saint-Exupéry quiso volver a las Fuerzas Aéreas, y aunque le rechazaron por su edad, utilizó todas las estratagemas imaginables hasta que logró volver a volar. En julio de 1944, tras dejar Algiers con su avión en un vuelo de reconocimiento sobre Francia, desapareció sin dejar rastro de su cuerpo ni de su avión. Más tarde -tiempo después de acabar la guerra-, un joven alemán informó que probablemente le había derribado en el mar un avión alemán Fokker-Wolff. De un grupo de siete aviones, un hombre dijo que habían derribado un avión francés en el Mediterráneo, y por las indicaciones que dio, podía muy bien tratarse del de Saint-Exupéry. Su matrimonio fue muy desgraciado. Al parecer, su esposa era una mujer muy temperamental y difícil y él no pasaba con ella más de una semana o dos seguidas. Cuando no le dejaban volar se deprimía y se volvía irritable, y no paraba de andar arriba y abajo de su apartamento de la mañana a la noche, desesperado y furioso. Pero cuando podía volar recobraba su personalidad habitual y se sentía bien. Cuando tenía que quedarse en tierra y estar con su mujer, o permanecer en cualquier otra situación, se sumía en su humor sombrío, y por eso siempre intentaba volver a volar. Sus demás libros muestran cómo le preocupaban los problemas cotidianos y el Weltanschauung de nuestra época. Aquellos de ustedes que los hayan leído habrán observado que, como muchos franceses, sobre todo los pertenecientes a la nobleza gala, tenía cierta mentalidad nazi. Los .franceses son francos, a veces lo olvidamos por lo mucho que detestan a los alemanes, pero las capas superiores de la sociedad son a menudo de linaje alemán, familias que emigraron a Francia no hace tanto tiempo. Desde un punto de vista histórico y especialmente encírculos militares y entre la nobleza, puede decirse que hay afinidades con la mentalidad prusiana. Esto se refleja sin duda en algunos personajes de las novelas de Saint-Exupéry: por ejemplo, en Riviére, el autor intenta dibujar el perfil típico del führer, el hombre frío que manda a sus jóvenes pilotos a la muerte por una meta elevada. Sólo es parte del carácter local de su entorno y no es relevante para su problema más profundo, que es una búsqueda de... ¿Qué es lo que busca? No responderé a esta pregunta ahora, sino que intentaré buscar la respuesta con ustedes. Una de las obras más famosas de Saint-Exupéry, como ustedes saben, es El principito, que tuvo un éxito tremendo y se convirtió en biblia y objeto de culto para mucha gente. Pero si les hablan de ello, suelen adoptar una actitud ligeramente desafiante, insistiendo en que se trata de un libro maravilloso. Me he preguntado muchas veces por las razones de esa actitud desafiante y la única explicación que se me ocurre es que incluso sus admiradores tienen un interrogante en su mente y es una pregunta legítima -incluso para ellos-, sobre el estilo ligeramente sentimental, un toque emotivo que, si bien causa un cierto malestar, no disminuye su valor en otros aspectos, ni impide disfrutar sobremanera con el libro. Pregunta: ¿Cómo explicaría ese matiz sentimental? En general, donde hay sentimentalismo suele haber cierta dosis de brutalidad. Goering sería un magnífico ejemplo, porque podía firmar sin el menor reparo una sentencia de muerte para trescientas personas, pero si se le moría uno de sus pájaros, aquel hombre corpulento se echaba a llorar. ¡Es un ejemplo clásico! La fría brutalidad suele ir recubierta de sentimentalismo. Si piensan en las figuras de Riviére y dél jeque en los libros de Saint-Exupéry, podrán entender cómo funciona esa fría brutalidad masculina

No hay comentarios:

Publicar un comentario

TU COMENTARIO O SUGERENCIA NOS HARÁ CRECER

Translate