El síndrome de la ventana rota, ¿en qué consiste?, formulada por los criminólogos James Q. Wilson y George Kelling en la década de 1980, explica que los signos visibles de desinterés y deterioro pueden incitar a comportamientos delictivos. Si una ventana rota se deja sin reparar, sugiere la teoría, pronto todas las ventanas estarán rotas.
La teoría de las ventanas rotas
El delito es mayor en las zonas descuidadas, sucias y maltratadas
En 1969, en la Universidad de Stanford (EEUU), el Prof. Philip Zimpardo (*) realizó un experimento de psicología social. Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California.
El coche abandonado de Zimbardo
Un coche abandonado – Fuente: Unsplash
Podríamos decir que el antecedente esencial de la teoría de la ventana rota es el célebre imperativo categórico de Kant según el cual debes “obrar como si la máxima de tu acción debiera tornarse, por tu voluntad, ley universal de la naturaleza”.
Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.
Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Perdió las llantas, el motor, los espejos, la radio, etc. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio, el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.
Es común atribuir a la pobreza las causas del delito, tema en el que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí.
Cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.
¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?
No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que vale todo.
Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que a escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.
En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la 'teoría de las ventanas rotas', misma que desde un punto de vista criminológico concluye que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.
Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás.
Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen 'pequeñas faltas' (estacionarse en lugar prohibido, exceder el límite de velocidad o pasarse una luz roja) y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves.
Si los parques y otros espacios públicos deteriorados son progresivamente abandonados por la mayoría de la gente (que deja de salir de sus casas por temor a las pandillas), esos mismos espacios abandonados por la gente son progresivamente ocupados por los delincuentes.
La teoría de las ventanas rotas fue aplicada por primera vez a mediados de la década de los 80 en el metro de Nueva York, el cual se había convertido en el punto más peligroso de la ciudad. Se comenzó por combatir las pequeñas transgresiones: graffitis deteriorando el lugar, suciedad de las estaciones, ebriedad entre el público, evasiones del pago del pasaje, pequeños robos y desórdenes.
Los resultados fueron evidentes.
Comenzando por lo pequeño se logró hacer del metro un lugar seguro.
Posteriormente, en 1994, Rudolph Giuliani, alcalde de Nueva York, basado en la teoría de las ventanas rotas y en la experiencia del metro, impulsó una política de "tolerancia cero". La estrategia consistía en crear comunidades limpias y ordenadas, no permitiendo transgresiones a la ley y a las normas de convivencia urbana.
El resultado práctico fue un enorme abatimiento de todos los índices criminales de la ciudad de Nueva York.
La expresión 'tolerancia cero' suena a una especie de solución autoritaria y represiva, pero su concepto principal es más bien la prevención y promoción de condiciones sociales de seguridad.
No se trata de linchar al delincuente, ni de la prepotencia de la policía. De hecho, debe también aplicarse a tolerancia cero respecto de los abusos de autoridad.
No es tolerancia cero frente a la persona que comete el delito, sino tolerancia cero frente al delito mismo.
Se trata de crear comunidades limpias, ordenadas, respetuosas de la ley y de los códigos básicos de la convivencia social humana, como la que no tenemos ahora.
Hay que arreglar la ventana rota cuanto
antes.
Inmanuel
Kant expresó este principio en lo que denominó el «Imperativo Categórico«: obra
solo de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una
ley universal. Dicho de otro modo: ¿te gustaría que las personas de tu entorno
rompieran, robaran, defraudaran o fueran destrozando el patrimonio ajeno?
Obviamente, no.
El
síndrome de la ventana rota analiza el contagio de las conductas inmorales o
incívicas, cómo una colilla en el suelo puede terminar haciendo sucia una calle
o como la simple fractura de un cristal puede ser el inicio del caos.
Entonces, miremos no ya de no romper ninguna ventana física o
emocional ajena, sino de repararlas cuanto antes para evitar males mayores.
Porque del mismo modo que podemos ser causa de la expansión del daño haciéndolo
crecer, podemos ser también causa de la reparación colectiva, y eso no es una
utopía.
Concluyendo: La
teoría de las ventanas rotas se estudia en criminología y sostiene que mantener
los entornos urbanos en buenas condiciones puede llegar a provocar una
disminución en los actos de vandalismo y en las tasas de criminalidad de un
territorio.
Esta teoría fue definida por los criminólogos
James Wilson y George Kelling, que tras analizar los delitos de las ciudades
llegaron a determinar que estos siempre son mayores en aquellas zonas donde
existe un mayor descuido, suciedad, desorden y maltrato ambiental, lo que
genera malestar social e implica indirectamente un aumento de las tasas de
delitos e inestabilidad social.
Esta
estructura teórica se compone de ocho ideas principales: en primer lugar,
existe una relación directa entre el desorden y miedo al delito; en segundo
lugar, la policía y personas que transitan por la calle acuerdan de forma
indirecta las normas y reglas para un correcto funcionamiento; asimismo,
existen diferencias entre barrios en cuanto a estas reglas de la calle; si el
espacio urbano se encuentra desatendido la comunidad, no controlará ese
espacio; sin el control de esa comunidad, es más probable que acabe
convirtiéndose en una zona de delitos y delincuentes; para mantener el orden,
la policía debe impulsar la comunicación comunitaria y por tanto, el control
informal; crea más problemas en una zona la acumulación de diferentes
individuos problemáticos que la presencia de personas individuales; y,
finalmente, cada barrio tiene capacidades diferentes para evitar ese desorden,
por lo que es vital conocerlas y solucionarlas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
TU COMENTARIO O SUGERENCIA NOS HARÁ CRECER