domingo, 11 de mayo de 2025

LOS CAMINOS DEL TIEMPO - José Luis Ricchetti.

José Luís Ricchetti
escritor brasileño

Hay un silencio que llega con los años, y no está hecho solo de la ausencia de ruidos, sino de la suave transición entre lo que fuimos y lo que nos convertimos. A los 60, empiezas a sentir la sutileza del distanciamiento. La sala que antes palpitaba con sus ideas ahora parece llena de voces que ya no piden su opinión. No es un rechazo, es el ritmo de la vida. Es cuando aprendemos que nuestra contribución no está en el presente inmediato, sino en las huellas que dejamos en los corazones y mentes a lo largo del camino.

A los 65 años, te das cuenta de que el mundo corporativo, una vez tan vital, es un flujo incesante. Él sigue, indiferente a lo que hiciste o dejaste de hacer. No es una derrota, es la liberación. Este es el momento de mirarse a sí mismo, despojarse del ego y vestir la serenidad. Ya no se trata de probar, sino de enseñar, de compartir, de ser mentor. La verdadera realización no es la que se exhibe, sino la que inspira.

A los 70 años, la sociedad parece olvidarlo, pero ¿de verdad? Tal vez sea solo una invitación para reevaluar lo que realmente importa. Los jóvenes no te reconocerán por lo que fuiste, y eso es una bendición disfrazada: ahora puedes ser solo quién eres. Sin máscaras, sin títulos, solo la esencia. Los viejos amigos, aquellos que no preguntan «quién eras», sino «cómo estás», se convierten en joyas preciosas, diamantes que brillan en el ocaso de la vida.

Y luego, a los 80 o 90 años, es la familia la que, en su prisa, se aleja un poco más. Pero ahí es donde la sabiduría nos abraza con fuerza. Entendemos que el amor no es posesión; es libertad. Tus hijos, tus nietos, siguen sus vidas, como tú seguiste la tuya. La distancia física no disminuye el afecto, pero enseña que el amor verdadero es generoso, no exigente.

Cuando la Tierra finalmente te llame, no hay razón para temer. Es el último baile de un ciclo natural, el cierre de un capítulo escrito con sudor, lágrimas, risas y recuerdos. Pero lo que queda, lo que realmente nunca será eliminado, son las marcas que dejamos en las almas que tocamos.

Por lo tanto, mientras haya aliento, energía, mientras el corazón lata, viva intensamente. Abraza los encuentros, ríe en voz alta, disfruta de los placeres simples y complejos de la vida. Cultiva tus amistades como quien cuida un jardín. Porque, al final, lo que queda no son los logros, ni los títulos, ni los aplausos. Lo que queda son los lazos, los momentos compartidos, la luz que difundimos.

Sé luz, sé presencia, y tú serás eterno.

Lo dedico a todos los que entienden que el tiempo no borra, sino que solo transforma.

José Luiz Ricchetti


REFLEXIONES:  A veces necesitamos una pausa para valorar el tiempo. Para entender que las cosas no importan, solo atesoramos momentos. 

"Lo que cuenta al final no son los años de tu vida, sino la vida en tus años."

La VIDA nos sugiere que es importante aprovechar al máximo cada día y encontrar significado, alegría y satisfacción en la cotidianidad. No se trata solo de acumular años, sino de llenar esos años con experiencias significativas, relaciones valiosas, logros personales y momentos de felicidad.

No has vivido más por tener más años, has vivido más cuando más has experimentado. El tiempo siempre va a seguir pasando, pero las manillas del reloj no son vida. Vida son sensaciones, recuerdos. Atrévete a tomar decisiones, a sobrepasar los límites, a decir que sí más a menudo, a tomar iniciativa. Vive una vida de la que te sientas orgulloso al mirar atrás, una vida llena de recuerdos inolvidables, retos, riesgos, aventuras, amor y felicidad. 

No permitas que pase tu vida y sigas sin vivir la vida que realmente te gustaría, pues vida no hay más que una. Puedes tener en mente el futuro, cuando ya seas muy mayor y sea realmente hora de descansar. En ese momento, querrás recordar tu vida con felicidad, orgulloso de haber exprimido el tiempo al máximo, no de sentir que el tiempo te ha exprimido a ti. De nada sirve recordar día tras día sentado en el sofá, trabajando o en frente de una pantalla. 

Quieres recordar reír, ver lugares distintos, sentir cosas diferentes. Una persona que se ha levantado cada día dispuesta a vivir ha vivido más que aquella que le sobrepasa en edad, pero no ha hecho cosas inolvidables. No esperes el futuro, no te estanques en el pasado: sal a vivir, ahora. No esperes a que sea demasiado tarde. 



FUENTE: Enriqueta Céspedes     //
EDICIÓN: Erika Rojas Portilla

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