1 . Enfermedad nerviosa que se
caracteriza por frecuentes cambios psíquicos y alteraciones emocionales que
pueden ir acompañados de convulsiones, parálisis y sofocaciones.
"Freud estudió la
histeria"
2. Estado de intensa
excitación nerviosa, provocado por una circunstancia o una situación anómala,
en el que se producen reacciones exageradas y que hace que la persona que lo
padece muestre sus actitudes afectivas llorando o gritando.
"con la supresión del
viaje le dio un ataque de histeria"
El término histeria procede de
la palabra griega hystera (útero, matriz) y siempre se ha visto ligada al sexo
femenino, si bien también los hombres puede padecer trastornos histéricos,
aunque es mucho menos frecuente.
El término histrión hace referencia a las
máscaras de los actores del teatro griego, a la teatralidad y dramatismo con la
que suelen comportarse este tipo de personas.
La personalidad histérica o
histriónica se caracteriza precisamente por esta tendencia a la teatralidad,
que procede de una exagerada necesidad de ser admirado y estimado por los
otros.
Son personas que tienden a
llamar la atención de los demás en sus opiniones, en su forma de vestir, de
comportarse, exagerando sus sentimientos, perdiendo el autocontrol, etc.
Muchas veces, dan la impresión de estar
representando un papel, aunque generalmente lo hagan de forma inconsciente.
Les aburre y desespera lo
rutinario, todo lo que suponga monotonía. Tienen un exagerado afán de novedades
que les sirvan para sentir la vida profundamente, para vivir intensamente,
sobre todo en el terreno amoroso y afectivo. Esto hace que algunos se muestren
muy activos en la búsqueda de experiencias novedosas, excitantes, diferentes.
Odian lo normal, que interpretan
siempre como vulgar y valoran como aburrido y despreciable. Su profundo
egocentrismo les lleva siempre hacia lo raro, lo diferente, lo inaudito, ya que
de este modo pueden atraer sobre sí la atención de los otros, y sentirse
distintos, lo que para ellos equivale a decir superiores, geniales.
El mismo concepto de genio,
que aparece en el arte durante el periodo romántico, cobra aquí todo su
esplendor. Para los románticos las personas geniales estaban dotadas de una
inspiración y naturaleza particular y superior, que se manifestaba en su forma
de sentir, expresarse, comportarse, etc.
Son personas a todas luces
distintas de los demás y de una naturaleza superior. Por este motivo, durante
el romanticismo muchos artistas utilizan opiniones, atuendos y comportamientos
extravagantes, con el fin de diferenciarse de los demás y argumentar, de este
modo, su naturaleza de genios.
Son muy dados a las fantasías,
a soñar despiertos, a intentar vivir una vida de novela. Este uso exagerado e
inadecuado de la imaginación, en forma de evasión o para realizar deseos
insatisfechos o inalcanzables, les aleja paulatinamente de la realidad,
conduciéndoles a un mundo privado y distante, desde el cual la realidad siempre
resulta insuficiente. Suelen ser grandes insatisfechos.
Pueden ser personas muy
creativas, pero no en el aspecto intelectual. Su creación se encamina más al
terreno artístico, particularmente en los campos donde resulta importante la
expresión artística (teatro, cine, danza, poesía, etc). Sus planteamientos son
más intuitivos, afectivos, inspirados, que intelectuales, reflexivos,
razonados.
Suelen ser personas muy
sugestionables e influenciables, en las que los argumentos afectivos dominan a
los racionales. Metafóricamente, se podría decir que su corazón domina su
cerebro.
En sus relaciones con las
personas desconocidas o con las que tienen poca confianza suelen mostrarse
atentos, agradables, cálidos, encantadores, aduladores y seductores, aunque se
percibe en ellos la inautenticidad.
Con esto pretenden agradar y
recibir de este modo una aprobación y alta valoración de los otros, lo cual les
resulta imprescindible para incrementar la imagen que tienen de sí mismos, su
autoestima.
Buscan y agradecen siempre los
halagos de los demás, soportando muy mal sus críticas, a pesar de que digan
frecuentemente que no les importan lo más mínimo las opiniones ajenas. Se trata
de personas con una hipersensibilidad emocional y afectiva que procede de una
profunda inseguridad en sí mismos.
Les resulta fácil idealizar
rápidamente a algunas personas que acaban de conocer, aunque al cabo de poco
tiempo, por un pequeño detalle, se ven profundamente decepcionados por éstas,
pasando de una exagerada idealización a la infravaloración más cruel y
despiadada.
Con las personas de la familia
o de más confianza se comportan de un modo muy distinto. Son vanidosos, caprichosos,
desconsiderados, exigentes, despectivos, hirientes, a veces verdaderamente
crueles en sus comentarios.
Tienden a culpar siempre a éstos de sus
frustraciones o problemas, reaccionando frecuentemente con explosiones de ira
irracional e injustificada. Los demás no saben qué hacer, cómo tratarlos, ya
que de todos modos al final comprueban cómo les terminan diciendo que lo han
hecho mal.
Es frecuente que intenten
manipular a los demás en su beneficio, recurriendo a chantajes afectivos, entre
los que cabe destacar las amenazas o tentativas de suicidio.
Por tanto, sus relaciones
humanas terminan siendo superficiales, insanas, inestables, poco sinceras.
Ellos siempre culpan de esto a los otros, a la sociedad, al mundo, a la mala
suerte, incapaces de admitir que el fallo está en su propio comportamiento, por
lo que rara vez rectifican. Esto resulta aún más grave si se tiene en cuenta
que estas personas, en el fondo, tienen una gran dependencia de los demás y que
lo que más valoran son los logros de tipo afectivo.
El trastorno histérico de la
personalidad conduce, en algunos casos, al abuso de alcohol o de otras drogas.
Se recurre a estas sustancias para compensar los descensos bruscos del estado
emocional que suelen padecer estas personas ante una frustración, ante un
comentario desfavorable de otras personas, etc.
El alcohol o las drogas pueden
ser un refugio, servir para aumentar la autoestima o aliviar los síntomas
ansiosos o depresivos, pero a medio plazo agravan la situación y crean
dependencia.
Generalmente, el trastorno
histérico de la personalidad termina produciendo, a medio o largo plazo,
distimias o neurosis depresivas.
Sus síntomas más comunes son: cansancio,
disminución de la autoestima, inseguridad, indecisión, tristeza, desesperanza,
dificultades de concentración, angustia y alteraciones del sueño y del apetito.
Estos síntomas aparecen con
una intensidad variable, agravándose y aliviándose periódicamente, en relación
con circunstancias exteriores y tomando un curso crónico.
También es frecuente que entre
las personas que padecen una personalidad histérica se añadan otros trastornos
no histéricos, como la neurosis histérica o la psicosis histérica, incluidas
últimamente dentro de los llamados trastornos disociativos.
Estos trastornos disociativos
consisten en una división de la propia identidad, de la identidad del
"yo". Se suelen manifestar en forma de despersonalización, es decir,
en la experiencia de sentirse extraño, como si uno fuese espectador de sí
mismo, notando extraño su propio cuerpo o su propia forma de actuar.
A veces se puede llegar a
establecer una doble personalidad o incluso una personalidad múltiple, como si
fuesen varias personalidades, con toda su estructura distinta, las que conviven
en esa persona.
Con frecuencia estos fenómenos
se acompañan de períodos en los que no se recuerda nada de lo ocurrido (amnesia
psicógena) o de fugas por las que se realizan viajes inesperados e
injustificados de un modo casi automático (fugas psicógenas).
La neurosis histérica, también
llamada neurosis de conversión, consiste esencialmente en el traslado
inconsciente del conflicto psíquico al ámbito corporal o somático.
Así, por ejemplo, como
consecuencia de un conflicto en el terreno afectivo, una persona puede sufrir
una parálisis, ceguera, afonía, sordera, etc, que no se corresponde con ninguna
causa orgánica.
La psicosis histérica, también
conocida como psicosis psicógena, consiste en la aparición de ideas delirantes
(irreales, absurdas, e ilógicas), alucinaciones y grandes alteraciones del
comportamiento, como consecuencia de un acontecimiento que supone una gran
carga afectiva.
Los síntomas son muy
llamativos y suelen ser de aparición brusca, si bien su duración generalmente
es reducida. Los americanos denominan a este trastorno psicosis reactiva breve.
Las psicosis histéricas eran
más frecuentes hace años que en la actualidad. Muchos casos de presuntas
posesiones diabólicas, endemoniamientos, o de fenómenos de apariencia de
paranormales, son, en realidad, psicosis de este tipo.
Principales características de
la personalidad histérica:
- Tendencia a la teatralidad y al
dramatismo.
- Exagerada necesidad de estimación
ajena.
- Tendencia a llamar la atención.
- Egocentrismo.
- Hipersensibilidad emocional.
- Predominio de lo afectivo sobre lo
racional.
- Tendencia a enfrascarse en fantasías.
- Sugestionabilidad.
- Excesiva dependencia de la opinión de
los demás.
- Escaso autocontrol emocional.
- Tendencia a manipular a los demás y al
chantaje afectivo.
- Inestabilidad emocional.
Por último, su discurso,
egocéntrico y trivial, se mueve siempre en un plano de superficialidad que
dificulta un acercamiento verdadero y, en definitiva, el establecimiento de
relaciones maduras y significativas.
Todos estos rasgos de
personalidad y el rechazo que producen sus intentos de manipular el ambiente,
convierten a la histérica en un personaje desadaptado e infeliz bajo una
máscara en apariencia brillante.
En el hombre, aunque el cuadro
clínico se difumina (quejas hipocondriacas, sociopatía, etc.), los intentos de
manipulación del ambiente, la desadaptación y las dificultades sexuales, se
hallan también presentes. Las diferencias clínicas, posiblemente debidas a
factores sociales, condicionan que el diagnóstico se sustituya con frecuencia
por el de sociopatía.
EVOLUCION. PRONÓSTICO
Los trastornos disociativos y
conversivos se instauran de forma aguda y, aunque pueden ser recurrentes, no
suelen cronificarse. En el trastorno por somatización y personalidad histérica,
por el contrario, el inicio es insidioso y el curso crónico y fluctuante,
puediendo observarse mejorías momentáneas, ya sea espontáneas o inducidas por
el tratamiento.
Trastornos neurológicos
La escasa estabilidad del
diagnóstico de histeria a lo largo del tiempo, demostrada por diferentes
estudios de seguimiento, alerta sobre la necesidad de excluir un trastorno
orgánico subyacente.
Cuadros clínicamente similares
a los histéricos han sido descritos en múltiples trastornos del SNC: epilepsia,
procesos expansivos, vasculares, infecciosos, etc.
El inicio en edad tardía, sin
antecedentes previos de trastorno psiquiátrico, aún en presencia de síntomas
atípicos, orienta hacia cuadros orgánicos.
Trastornos psiquiátricos
Depresión
Síntomas de la esfera afectiva
pueden contaminar y encubrir un trastorno histérico e inversamente, cuadros
depresivos presentan con cierta frecuencia apariencia histeriforme. La histeria
y la depresión, de acuerdo con esta doble relación, se vinculan
fundamentalmente a través de tres entidades clínicas:
- Pseudodepresión histérica.
Cada vez con mayor frecuencia, quizá como consecuencia de la modulación que la
aceptación social ejerce sobre la expresión de los síntomas, la histeria se
presenta bajo la apariencia de un cuadro depresivo auténtico.
Las respuestas inconsistentes
o paradójicas al tratamiento farmacológico, así como la observación de rasgos
de personalidad histeriformes en la evolución, orientan al diagnóstico.
- Melancolía. Los cuadros
depresivos melancólicos, especialmente los de inicio en edad tardía, se
acompañan en ocasiones de elevada ansiedad y conductas regresivas, en
apariencia histeriformes, que nada tienen que ver con la verdadera histeria y
que responden favorablemente a los antidepresivos o a la terapia
electroconvulsiva.
- Disforia histeroide. Este
término, descrito por Klein en 1969, hace referencia a un trastorno
caracterizado por rasgos histriónicos de personalidad que, de forma episódica y
recortada, presentan episodios depresivos breves de características atípicas:
hiperfagia (fundamentalmente a expensas de hidratos de carbono), hipersomnia,
etc.
Estos episodios,
desencadenados muchas veces por estresores psicosociales, responden
favorablemente al tratamiento con IMAOs. Así, aunque clínicamente se situan en
el espectro de la histeria, su respuesta a los antidepresivos los vincula a los
trastornos afectivos.
Hipocondría
La hipocondria y el trastorno
por somatización comparten las quejas somáticas como elemento central en el
diagnóstico.
El intento de manipulación del
ambiente y la indiferencia frente a los síntomas, permiten sin embargo
diferenciar entre ambos trastornos. Esta concepción clásica se ha visto
modificada por los sistemas de clasificación que en sus versiones actuales
integran en un mismo apartado ambas figuras.
Simulación y trastorno
facticio
Los límites entre histeria,
trastorno facticio y simulación, aunque claros desde el punto de vista teórico,
son en ocasiones difíciles de establecer clínicamente.
La producción de los síntomas,
involuntaria en el histérico, la distingue de ambos trastornos. La presencia de
un beneficio externo claro diferente al mantenimiento del rol de enfermo, es la
clave diferenciadora entre trastorno facticio y simulación.
TRATAMIENTO
Aunque el tratamiento varía
según la forma clínica de que se trate, en general, la farmacoterapia, es poco
útil en el abordaje de la histeria.
Las mejorías, paradójicas o
poco mantenidas tras la administración de psicotropos, así como la frecuencia
de quejas sobre efectos secundarios, aconsejan restringir su uso a situaciones
muy concretas.
En su fase aguda los
trastornos disociativos y conversivos suelen responder a la sugestión. El
alejamiento del medio, característicamente conflictivo para el paciente, así
como la ausencia de "público", en especial familiares, pueden también
contribuir a disminuir la aparatosidad de los síntomas. Pasado el periodo
crítico, cuando existe un trastorno de personalidad subyacente, está indicado
el tratamiento con psicoterapia de orientación dinámica.
El paciente con trastorno por
somatización busca ayuda en diferentes especialidades médicas y sólo en algunos
casos va a ser valorado psiquiátricamente.
Este hecho y su incapacidad
para conectar los síntomas con causas psíquicas, provocan grandes dificultades
en el tratamiento. Así, conseguir una buena relación médico-paciente es
imprescindible para interrumpir el característico peregrinar de médico en
médico.
Las exploraciones
complementarias deben realizarse en la medida en que sea preciso descartar un
trastorno somático, teniendo en cuenta que su repetición innecesaria, lejos de
tranquilizar al paciente, reafirmará su convencimiento de enfermedad.
La psicoterapia de apoyo, asociada al
tratamiento farmacológico de los síntomas ansioso-depresivos que por su
cronicidad suelen acompañar a los somáticos, parece ser la fórmula aconsejada
por la mayoría de los autores.
En los trastornos por
somatización, disociativo y conversivo es importante disminuir, mediante la intervención
del médico sobre el ambiente, la ganancia que el paciente obtiene con el rol de
enfermo en aras de evitar la cronicidad y la progresiva desadaptación
sociofamiliar.
Por lo que a la personalidad
histérica se refiere, aunque no exenta de dificultades, la psicoterapia es la
medida terapéutica que mayores beneficios ofrece.
La personalidad histérica:
Durante varios siglos se
consideró a la histeria como una alteración que era ocasionada por alteraciones
físicas del organismo.
La personalidad histérica:
Los griegos atribuían las
manifestaciones histéricas a movimientos anormales del útero (hísteroútero).
Gracias a los estudios de Charcot, Janet y Freud fue posible llegar a la
comprensión sobre la naturaleza del comportamiento histérico.
Sus características son:
Teatralidad: Hacen gala de
dramatismo y circunstancialidad en sus comportamientos.
Narcisismo: Narciso fue otro
personaje de la mitología griega que Freud adoptó para nombrar esta
característica. Muestran una notable preocupación por sí mismos con cierta
indiferencia por los demás a menos que se gratifiquen sus demandas de elogio.
Labilidad emocional: Exhiben o
demuestran una notable facilidad de cambio en su expresión emocional. Tan
fácilmente como ríen muestran ánimo triste.
Manipulación: Con gran
habilidad logran obtener de otras personas lo que se proponen, acudiendo a
gestos de autodestrucción en caso de frustración
Relaciones interpersonales
superficiales: Alejan la amistad cuando ésta empieza a profundizar en la
intimidad. Tendencia a manifestar en actuaciones autodestructivas sus
frustraciones por poca tolerancia hacia las mismas. Hay escenas que tienen la
"Belle indiferance" (bella indiferencia), es decir que pasan por la
vida mostrándose indiferentes a lo que ocurre, evitando comprometerse
emocionalmente
Dependencia acentuada de las
personas con autoridad: Combinada con una actitud de demanda obligatoria.
Seducción: Manifestaciones de
abierta coquetería y alteración psicológica de la respuesta sexual. Escenas de
seducción. Algunos sujetos se interesan en despertar el deseo del otro, que el
otro se preocupe por ellos. Una vez que logran atraer al otro, luego lo
frustran. Se hacen desear.
Ingenuidad
Infantilismo
Exhibicionismo
Sugestibilidad Tendencia o
condición para la sugestión (Son altamente sugestionables).
Son sensibles, susceptibles,
quisquillosos, se hacen las víctimas
Altamente insatisfechos (nada
les alcanza ni los conforma).
En algunos casos se combina
otra característica: el hiperconsumo medicamentoso y médico
Mitomanía
Alteraciones sexuales
Tipos de histeria.
Conversiva: Se manifiesta a
través de alteraciones del sistema motor. Ej: Anna O.
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