Norma es una ópera en dos actos con música del compositor italiano Vincenzo Bellini (Catania, 1801 – Puteaux, 1835) sobre un libreto de Felice Romani basado en la tragedia Norma ou l'infanticide de L. A. Soumet y L. Belmontet.
Es
la ópera más característica de Bellini y la que mayor éxito ha
tenido siempre. El personaje de Norma se considera como uno de los
más difíciles del repertorio para soprano,
creado para Giuditta Pasta, para quien también Bellini creó el rol
de Amina en La
sonnambula.
Se
estrenó en el Teatro La Scala de Milán el 26 de diciembre de 1831.
Fueron
sus primeros intérpretes: Giuditta Pasta, Domenico Donzelli, Giulia
Grisi, Vincenzo Negrini.
Norma se
encuentra en la confluencia de la tradición de la antigua ópera
seria italiana y la evolución de la reforma de Gluck y se la
considera el mejor ejemplo del estilo belcantista. Bellini trabajó
bajo el influjo de Cherubini y Spontini, y, sobre todo de Rossini.
La
obra cuenta, desde el punto de vista musical, con una cuidada
instrumentación y riqueza melódica que no es de extrañar, ya que
con ella el compositor pretendía acallar las críticas crecientes
sobre su excesivamente simple instrumentación musical.
Personajes
- Pollione — Procónsul de Roma en las Galias — tenor
- Adalgisa — Jóven sacerdotisa de Irminsul — mezzosoprano
- Oroveso — Jefe de los druidas, padre de Norma — bajo
- Clotilde — Confidente de Norma — mezzosoprano
- Flavio — Centurión romano, amigo de Pollione — tenor
Argumento
La
acción tiene lugar en las Galias, durante la época de la ocupación
romana, alrededor del año 50 A.C.
ACTO I
Hasta
el roble sagrado llega en procesión el pueblo galo, seguido de los
druidas, a cuyo frente viene su jefe, Oroveso, padre de Norma.
Todos piden a los dioses que les conceda la victoria sobre los romanos y su retirada del país. Entran ahora Pollione y Flavio, oficiales romanos. Pollione, que ha mantenido relaciones ilícitas con Norma, gran sacerdotisa druida, y con la que ha tenido dos hijos, dice que ahora ama a una joven virgen del templo, Adalgisa.
En
una aria, “Meco
all'altar di Venere”
(“Conmigo al altar de Venus”) presiente la venganza de Norma,
mientras que, en la distancia, se oyen los cantos rituales de los
druidas.
Se
retiran los romanos y vuelven los druidas, que dan la bienvenida a
Norma, la cual anuncia proféticamente la caída de Roma. Después,
corta una rama del muérdago sagrado y dirige su plegaria a la Luna:
“Casta
diva”,
acompañada por Oroveso y el pueblo. En un aparte, expresa el amor
que sigue sintiendo por Pollione. Después, la escena queda vacía.
Entra
ahora Adalgisa e invoca la protección de los dioses. Aparece
Pollione y la corteja; Adalgisa duda al principio, pero finalmente
declara que ella también ama al oficial romano.
Norma,
ahora en su morada con sus hijos, revela sus confusos y dolorosos
sentimientos. Y pide a Clotilda, su confidente, que esconda a los
niños cuando vaya a llegar Adalgisa. Sigue a esto un dueto entre
Adalgisa y Norma: “Io
fu cosi”
(“Yo era lo mismo”).
La
confesión de Adalgisa despierta la comprensión de Norma, ya que
ambas quebrantaron el voto de castidad. Pero cuando Norma pregunta el
nombre del amante, Adalgisa dice: “Aquí
llega”,
señalando a Pollione, que se acerca. La mutua decepción de las dos
mujeres estalla apasionadamente.
Finalmente
se escucha a lo lejos el sonido del escudo sagrado que convoca a
Norma para que hable a su pueblo; así, a las voces de los tres
solistas se añade el coro lejano de los druidas.
ACTO
II
Es
de noche. Norma tiene entre sus manos un puñal y contempla a sus
hijos dormidos a los que, en su penosa tortura, piensa dar muerte.
Pero no se decide a hacerlo y envía a Clotilda en busca de Adalgisa,
a la que muestra los niños y pide que se los lleve con ella cuando
se marche a Roma con Pollione, porque ella, Norma, va a morir.
Adalgisa, sin embargo, ruega a Norma que siga viviendo para sus hijos
y le dice que va a devolver a Norma el amor de Pollione. El dueto de
las dos sacerdotisas termina en una apasionada confesión mutua.
En
el bosque de los druidas, Oroveso y el coro manifiestan su odio hacia
los romanos, pero se sienten sin fuerzas si Norma no les aconseja.
Esta, en el templo, sabe de labios de Clotilde que Adalgisa quiere
renovar sus votos como sacerdotisa, pero que Pollione ha jurado
arrancarla del altar. Norma hace sonar entonces, por tres veces, el
escudo sagrado y los druidas al oírlo, vienen a escucharla cantando
un himno guerrero.
Clotilda
llega presurosa con la noticia de que un romano que intentaba
penetrar en el templo ha sido hecho prisionero. Se trata de Pollione.
Norma, toma una daga e intenta darle muerte, pero no es capaz de
descargar el golpe.
Norma
está ahora junto a Pollione, quien rechaza la súplica de la mujer
de que abandone a Adalgisa; entonces Norma jura que ésta será
quemada viva por haber quebrantado sus votos.
El
pueblo recibe la orden de preparar la pira, pero cuando preguntan a
Norma el nombre de la sacerdotisa culpable, responde: “Yo”.
El pueblo no quiere creerla, pero Norma insiste. Cuando traen a los
niños, Norma pide a Pollione que cuide de ellos; pero Pollione no se
mueve.
Lleno
de angustia, el pueblo prepara el sacrificio de Norma. Arrepentido de
su comportamiento y admirado por el valor y el amor de Norma,
Pollione marcha con ella a morir en la hoguera.
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