domingo, 23 de agosto de 2015

14 DE JULIO DE 1789: LA TOMA DE LA BASTILLA

El día que cambió Europa


La airada población de París se lanzó al asalto de la prisión de la Bastilla, una antigua fortaleza que se había convertido en símbolo del despotismo real. Su caída en manos del pueblo constituyó el vibrante comienzo de la Revolución francesa.  Comenzaba la lenta caída de la era monárquica.

La Revolución Francesa, un conflicto social que se detonó en Francia, acabando con la monarquía absolutista que imperaba de la mano de Luis XVI y María Antonieta despareciendo así la dinastía de los Borbones.  Con algunos eventos claves como: Los Estados Generales de Francia, la toma de la Bastilla y el Reino del Terror francés liderado por los Jacobinos y Girondinos y Maximilien Robespierre, Georges-Jacques Danton y Jean-Paul Marat, Finalmente acabando con el golpe de estado liderado por Napoleón Bonaparte.

La Toma de la Bastilla se produjo en París el martes 14 de julio de 1789. Su caída en manos de los revolucionarios parisinos supuso simbólicamente el fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución Francesa.  La rendición de la prisión, símbolo del despotismo de la monarquía francesa, provocó un auténtico seísmo social tanto en Francia como en el resto de Europa, llegando sus ecos hasta la lejana Rusia.
 Su caída en manos de los revolucionarios parisinos supuso simbólicamente el fin del Antiguo Régimen y el punto inicial de la Revolución Francesa. La rendición de la prisión, símbolo del despotismo de la monarquía francesa, provocó un auténtico seísmo social tanto en Francia como en el resto de Europa, llegando sus ecos hasta la lejana Rusia.

Tradicionalmente se ha considerado que la Revolución Francesa representó el fin de una era, el Antiguo Régimen, y el inicio de otra, la época moderna. 

Cuando estalló el conflicto, en 1789, el monarca, Luis XVI, estaba convencido de que reinaba sobre todos los franceses por derecho divino, y como monarca absoluto que era, no tenía la obligación de rendir cuentas ante nadie, y mucho menos ante el pueblo.

A pesar de ello, el rey era un hombre afable, con una personalidad conformista e influenciable de la que pretendían sacar partido tanto sus consejeros como, en ocasiones, su esposa la reina María Antonieta.













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