Papa natural de Florencia, nacido en 1475 y muerto en 1521. Su
verdadero nombre era Juan de Médicis. Era hijo de Lorenzo el Magnífico; fue
nombrado cardenal a la edad de trece años, pero no recibió las órdenes sagradas
hasta cuatro años después.
La invasión de Carlos VIII de Francia en Italia, le obligó a
abandonar Florencia y pasó a fijar su residencia en Roma, donde se captó la
amistad de Julio II. Habiendo recibido de éste el mando de Perusa, fue hecho
prisionero en Rávena recobrando la libertad cuando los franceses evacuaron el
Milanesado.
Fue elegido para
suceder a Julio II en 1513, y su pontificado es célebre por los acontecimientos
políticos y religiosos y por el impulso que dio a las artes. Hizo la paz con
Luis XII de Francia. Intentó, aunque en vano, por medio de hábiles
negociaciones dar a príncipes de su familia los reinos de Nápoles y de Toscana,
y permanecer neutral.
Terminó el concilio de Letrán concluyendo con Francisco I en
1516 el famoso concordato que ha regido a la Iglesia de Francia por espacio de
tres siglos. Mandó predicar en toda la cristiandad indulgencias que vendió a
muy alto precio, primero con el fin de costear una cruzada contra los turcos y
luego con el de acabar la basílica de San Pedro.
EL PERDÓN PARA LOS PECADORES: En la Roma del Renacimiento y
en la Iglesia Católica, todo estaba a la venta, y sólo era cuestión de disponer
del dinero necesario para poder pagar el precio adecuado, los perdones
otorgados u constituían una excepción.
Fue el papa León X —hombre organizado por demás— quien ideó y
difundió las tarifas para ir al cielo, la Taxa Camarae, por demás claro en
términos de cuánto había que pagar en cada caso particular para ser perdonado.
Como se podrá apreciar, todo pecado/delito tenía su precio estipulado y no había
crimen que no pudiese ser perdonado a cambio de ser generoso con las arcas
papales.
Desde el asesinato (único o múltiple) hasta el incesto,
pasando por la licencia para poner puestos de venta en los pórticos de las
iglesias —recordaría León X que Cristo echó a los mercaderes del templo?— todo
tenía un importe que, pagado, declaraba abierto el cielo a pesar de los hechos
perpetrados.
La Taxa Camarae es una tarifa promulgada, en el año 1517, por el papa León X
(1513-1521) con el fin de vender indulgencias, eso es perdonar las culpas, a
todos cuantos pudiesen pagar unas buenas libras al pontífice. Como verá no
había delito, por horrible que fuese, que no pudiese ser perdonado a cambio de
dinero. León X declaró abierto el cielo para quienes, clérigos o laicos,
hubiesen violado a niños y adultos, asesinado a uno o a varios, estafado a sus
acreedores, abortado… pero tuviesen a bien el ser generosos con las arcas
papales.
LA TAXA CAMARAE Creemos que así como en el caso del ya
mencionado Alejandro VI o de Sixto V, fue y será necesario dar cuenta de, al
menos, parte de su vida para retratarlo de manera cabal, para este prelado,
basta con enumerar los treinta y cinco artículos por él ideados para la Taxa
Camarae, para dar una idea por demás acabada de lo que era el papado en ese
momento.
El eclesiástico que incurriere en pecado carnal, ya sea con
monjas, ya con primas, sobrinas o ahijadas suyas, ya, en fin, con otra mujer
cualquiera, será absuelto, mediante el pago de 67 libras, 12 sueldos.
Si el eclesiástico, además del pecado de fornicación, pidiese
ser absuelto del pecado contra natura o de bestialidad, debe pagar 219 libras,
15 sueldos.
Más si sólo hubiese cometido pecado contra natura con niños o con
bestias y no con mujer, solamente pagará 131 libras, 15 sueldos.
El sacerdote que desflorase a una virgen, pagará 2 libras, 8
sueldos.
La religiosa que quisiera alcanzar la dignidad de abadesa
después de haberse entregado a uno o más hombres simultánea o sucesivamente, ya
dentro, ya fuera de su convento, pagará 131 libras, 15 sueldos.
Los sacerdotes que quisieran vivir en concubinato con sus
parientes, pagarán 76 libras, 1 sueldo.
Para todo pecado de lujuria cometido por un laico, la
absolución costará 27 libras, 1 sueldo; para los incestos se añadirán en
conciencia 4 libras.
La mujer adúltera que pida absolución para estar libre de
todo proceso y tener amplias dispensas para proseguir sus relaciones ilícitas,
pagará al papa 87 libras, 3 sueldos. En caso igual, el marido pagará igual
suma; si hubiesen cometido incestos con sus hijos añadirán en conciencia 6
libras.
La absolución y la seguridad de no ser perseguidos por los
crímenes de rapiña, robo o incendio, costará a las culpables 131 libras, 7
sueldos.
La absolución del simple asesinato cometido en la persona de
un laico se fija en 15 libras, 4 sueldos, 3 dineros.
Si el asesino hubiese dado muerte a dos o más hombres en un
mismo día, pagará como si hubiese asesinado a uno solo.
El marido que diese malos tratos a su mujer pagará en las
cajas de la cancillería 3 libras, 4 sueldos; si la matase, pagará 17 libras, 15
sueldos, y si la hubiese muerto para casarse con otra, pagará, además, 32
libras, 9 sueldos. Los que hubieren auxiliado al marido a cometer el crimen
serán absueltos mediante el pago de 2 libras por cabeza.
El que ahogase a un hijo suyo, pagará 17 libras, 15 sueldos
(o sea 2 libras más que por matar a un desconocido), y si lo mataren el padre y
la madre con mutuo consentimiento, pagarán 27 libras, 1 sueldo por la
absolución.
La mujer que destruyese a su propio hijo llevándolo en sus
entrañas y el padre que hubiese contribuido a la perpetración del crimen,
pagará 17 libras, 15 sueldos cada uno. El que facilitare el aborto de una
criatura que no fuere su hijo, pagará 1 libra menos.
Por el asesinato de un hermano, una hermana, una madre o un
padre, se pagarán 17 libras, 5 sueldos.
El que matase a un obispo o prelado de jerarquía superior,
pagará 131 libras, 14 sueldos, 6 dineros.
Si el matador hubiese dado muerte a muchos sacerdotes en
varias ocasiones, pagará 137 libras, 6 sueldos, por el primer asesinato, y la
mitad por los siguientes.
El obispo o abad que cometiese homicidio por emboscada, por
accidente o por necesidad, pagará, para alcanzar la absolución, 179 libras, 14
sueldos.
El que por anticipado quisiera comprar la absolución de todo
homicidio accidental que pudiera cometer en lo venidero, pagará 168 libras, 15
sueldos.
El hereje que se convirtiese pagará por su absolución 269
libras. El hijo de hereje quemado o ahorcado o ajusticiado en otra forma
cualquiera no podrá rehabilitarse sino mediante el pago de 218 libras, 16
sueldos, 9 dineros.
El eclesiástico que no pudiendo pagar sus deudas quisiera
librarse de ser procesado por sus acreedores, entregará al pontífice 17 libras,
8 sueldos, 6 dineros, y le será perdonada la deuda.
La licencia para poner puestos de venta de varios géneros
bajo el pórtico de las iglesias será concedida mediante el pago de 45 libras,
19 sueldos, 3 dineros.
El delito de contrabando y defraudación de los derechos del
príncipe costará 87 libras, 3 dineros.
La ciudad que quisiera alcanzar para sus habitantes o bien
para sus sacerdotes, frailes o monjas, licencia para comer carne y lacticinios
en las épocas en que está prohibido, pagará 781 libras, 10 sueldos.
El monasterio que quisiere variar de regla y vivir con menor
abstinencia que la que le estaba prescrita, pagará 146 libras, 5 sueldos.
El fraile que por su mejor conveniencia o gusto quisiere
pasar la vida en una ermita con una mujer, entregará al tesoro pontificio 45
libras, 19 sueldos.
El apóstata vagabundo que quisiere vivir sin trabas, pagará
igual cantidad por la absolución.
Igual cantidad pagarán los religiosos, así seculares como
regulares, que quisieran viajar en trajes de laico.
El hijo bastardo de un cura que quiera ser preferido para
desempeñar el curato de su padre, pagará 27 libras, 1 sueldo.
El bastardo que quisiere recibir órdenes sagradas y gozar
beneficios, pagará 15 libras, 18 sueldos, 6 dineros.
El hijo de padres desconocidos que quiera entrar en las
órdenes, pagará al tesoro pontificio 27 libras, 1 sueldo.
Los laicos contrahechos o deformes que quieran recibir
órdenes sagradas y poseer beneficios, pagarán a la cancillería apostólica 58
libras, 2 sueldos.
Igual suma pagará el tuerto del ojo derecho; mas el tuerto
del ojo izquierdo pagará al papa 10 libras, 7 sueldos. Los bizcos pagaran 45
libras, 3 sueldos.
Los eunucos que quisieran entrar en las órdenes pagarán la
cantidad de 310 libras, 15 sueldos.
El que por simonía quisiera adquirir uno o muchos beneficios
se dirigirá a los tesoreros del papa, que le venderán ese derecho a un precio
moderado.
El que por haber quebrantado un juramento quisiere evitar
toda persecución y librarse de toda nota infamia, pagará al papa 131 libras, 15
sueldos. Además entregará 3 libras para cada tino de los que habrán
garantizado.
Dando lugar con este abuso a las famosas disputas que
produjeron la reforma; excomulgó a Lutero en 1520, pero no pudo sofocar la
herejía que se extendió por toda Alemania. Nombró de una sola vez a 31
cardenales, entre los que se encontraba Adriano VI, el Papa reformador que le
sucedió. Algunos autores aseguran que murió envenenado.
Su pontificado se
ilustró por el progreso de las letras y las artes de tal modo que se llamó a
aquel siglo el Siglo de León X. En él florecieron Ariosto, Berni, Accolti,
Alamanni, Fracastor, Sannazaro, Vida, Bembo, Maquiavelo, Guichardin, Sadoleto,
Miguel Ángel, Rafael, Andrés del Sarto, Julio Romano, etc
Muere en Roma, el 1 de diciembre de 1521. La causa de su
muerte parece que debe buscarse en el veneno que le habría administrado su
copero Bernabé Malaspina, el cual fue detenido. El ceremoniero pontificio Paris
de Grassis pidió a los médicos que practicaran la autopsia al cuerpo del papa
Medici, pero no se le hizo.
Ya en 1517, León X había sido objeto de un intento de
envenenamiento. La conjura, en la que se hallaban implicados al menos cinco
cardenales, fue descubierta al interceptarse una carta del cardenal Petrucci,
el cabecilla, a su secretario Nini. Resultó que se había corrompido a Pietro
Vercelli, médico del Papa, para que emponzoñase el medicamento con que le
trataba de una molesta fístula.
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