Los druidas eran personas que representaban a la clase intelectual celta.
Tenemos constancia de que los escritos más antiguos sobre estas personas corresponden al siglo III a.C y pertenecen Posidonio, un escritor griego.
No obstante, otros autores han hablado también sobre ellos, como Julio César. Según éste último, en la Galia estaban los nobles y los druidas. Afirma que los druidas se encargaban de los temas públicos y judiciales.
Existe una clasificación entre ellos según las funciones que desempeñaban. Así los Druids tenían poderes mágicos, los Filidhs predecían el futuro y los Bairds se encargaban de la tradición oral.
Magos y brujos en el imaginario colectivo, los druidas eran en realidad filósofos y teólogos. Gracias a su larga y exigente educación, adquirieron un prestigio sin igual en la antigua Galia.
Galia (en latín: Gallia). Es el nombre romano dado a una
región de la Europa occidental actualmente ocupada por Bélgica, Francia, el
oeste de Suiza, el norte de Italia y zonas de Alemania y los Países Bajos al
oeste del Rin. También las islas británicas (Gales, Inglaterra e Irlanda)
actuales estaban pobladas por tribus celtas.
"En la Galia existen filósofos y teólogos respetados a
un grado máximo, llamados “druidas” [...] Se les considera como los hombres más
justos [...] A menudo reflexionan acerca de los astros y su movimiento, del
tamaño del mundo y de la Tierra, del poder de los dioses inmortales y sus
aptitudes; transmiten a la juventud todo este saber." Con estas palabras
de admiración se refería a los druidas galos uno de los mayores sabios de la
Antigüedad, el filósofo Posidonio de Apamea.
VER: Los Misterios de los Druidas
VER: Los Misterios de los Druidas
Tras haberlos conocido de primera mano en un viaje que
realizó a la Galia en el año 100 a.C., Posidonio redactó un informe en el que describía
a los druidas con palabras griegas inequívocas, como "filósofo" o
"teólogo", lejos de la confusa y hoy en día popular imagen que ve a
los druidas como sacerdotes de una religión ancestral, magos o incluso
hechiceros. Esta opinión no tiene nada de excepcional. Desde el siglo IV a.C.,
diversos autores griegos utilizaron el mismo término de "filósofos"
para referirse a los druidas de la Galia, dándoles de este modo el mismo
estatus que tenían los "magos" para los persas. Incluso se
preguntaban si los druidas no estaban más avanzados en cuanto a sabiduría.
¿Acaso practicaron la filosofía antes que ellos?
En esa época, el término "druida" ya se conocía en
las orillas orientales del Mediterráneo: servía para referirse a "aquellos
que mejor ven y perciben lo que vendrá; los que adivinan".
En Grecia se
comparaba a los druidas con los pitagóricos, los discípulos del gran filósofo y
matemático Pitágoras; ambos grupos conformaban, en cierto modo, sectas
cerradas, elitistas, que cultivaban el secretismo y prohibía poner por escrito
sus enseñanzas, transmitidas oralmente.
Al igual que los pitagóricos, los druidas creían en la
existencia de un alma inmortal, llamada a reencarnarse perpetuamente.
Compartían
la predilección por el estudio del universo y los números. Las dos escuelas
profesan una filosofía cuyo objetivo era lograr que las relaciones entre los
hombres fueran más armoniosas, dato que presagiaba su intervención en asuntos
políticos. Algunos creían que los druidas fueron alumnos del mismo Pitágoras, y
otros que éste fue alumno suyo.
Lo más probable es que ni Pitágoras ni los
druidas hayan tenido jamás contacto, aunque es posible que los colonos foceos
establecidos en Marsella hubieran servido de intermediarios entre ambas
escuelas. Con todo, los sabios galos fueron considerados grandes intelectuales
tres o cuatro siglos antes de la conquista romana de la Galia.
EL ORIGEN DE LOS DRUIDAS
¿Cómo pudieron aparecer los druidas de forma tan precoz en
ese mundo galo que nos parece tan oscuro y arcaico? La comparación con las
demás civilizaciones de las orillas del Mediterráneo nos aporta una
explicación. Aquí y allá hubo entonces hombres que se dedicaron al estudio
astronómico, probablemente con una finalidad adivinatoria. Lo mismo hicieron
los druidas, que muy pronto pudieron crear un calendario basado en el doble
recorrido del sol y de la luna. Tal realización fue el resultado de una
constante observación de los astros durante siglos, una práctica que los
familiarizó primero con el cálculo, luego con la geometría y, por último, con
las ciencias en general.
Todos estos conocimientos hicieron que, en un mundo dominado
por unas élites aristocráticas ocupadas en hacer la guerra, se considerara a
los druidas como grandes sabios que debían ser respetados y escuchados. Fue así
como, a partir del siglo V a.C., los druidas alcanzaron una posición
preeminente en los asentamientos galos. Así lo atestiguaba el filósofo Dion
Crisóstomo: «Los druidas dominan el arte adivinatorio así como todas las
ciencias. Los reyes no pueden tomar decisiones sin su consentimiento.
También cabe decir que ellos son los que mandan y que los reyes son sus ministros, los servidores de su sabiduría; éstos se sientan sobre tronos de oro, viven en hermosas casas y gozan de suntuosos banquetes».
También cabe decir que ellos son los que mandan y que los reyes son sus ministros, los servidores de su sabiduría; éstos se sientan sobre tronos de oro, viven en hermosas casas y gozan de suntuosos banquetes».
Entre el siglo V y II a.C., el paisaje de la Galia se
transformó por completo. Carreteras y vías fluviales la atravesaron en todas
direcciones, y la agricultura y la ganadería se desarrollaron de forma
espectacular, así como la artesanía sobre madera y la metalurgia. En este
desarrollo tuvo mucho que ver la influencia griega, a través de los
comerciantes y colonos que llegaron a las costas de la Galia, hasta tal punto
que los galos llegaron a ser conocidos por sus vecinos como «filohelenos». Fue
una «edad de oro» en la historia de la Galia, una época mítica en la que los
sabios druidas gobernaban la comunidad si no políticamente, sí espiritualmente.
La cosecha de muérdago
Se recolectaba el sexto
día de la luna con una hoz
de oro. Con las bayas se preparaban brebajes para
curar a los enfermos.
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TEMPLOS Y BANQUETES
Con los
druidas, la religión ya no se limitó a la esfera privada, sino que adquirió una
función social y política. Sus conocimientos en astronomía y geometría les
permitieron levantar majestuosos santuarios para la comunidad, equivalentes a
los templos griegos y romanos.
Los fieles dejaron de ser simples individuos
para convertirse en comensales que compartían la carne con los dioses en el
marco de grandes banquetes. Muy apreciados por los guerreros, estos festines
revestían una forma tanto religiosa como política.
Así, se invitaba a los
guerreros a ofrecer a los dioses la mayor parte del botín de guerra y, a
cambio, los druidas los declaraban ciudadanos de pleno derecho.
En cuanto a las ofrendas a los dioses, adoptaban dos formas: el sacrifico de animales domésticos – buey, cerdo, cordero– y la ofrenda de armas y objetos preciosos. También cambió la imagen de los dioses, la concepción del universo y el destino del hombre.
LOS PRIMEROS CIENTÍFICOS
“La vida terrenal carecía de valor alguno, por ello, nunca
dejaron monumentos u obras de arte que testimoniasen su ingenio”
Según los relatos de Posidonio, los druidas profesaban una
forma de panteísmo: identificaban la divinidad con el cosmos entero y los
hombres participaban en el ciclo perpetuo de la naturaleza. Sólo importaba la
pureza del alma. Todo lo demás, la vida terrenal y sus muestras materiales,
carecía de valor alguno. Por ello, los galos nunca dejaron monumentos u obras
de arte que testimoniasen su ingenio.
Los druidas pusieron su talento al servicio del conocimiento
en ámbitos muy variados. Posidonio nos revela que se dedicaban principalmente a
la «fisiología», es decir a las ciencias naturales, la física, la química, la
geología, la botánica y la zoología. Como los griegos, los druidas especulaban
sobre la composición de la materia y trataban de aislar sus principales
componentes: el aire, el agua y el fuego. Imaginaron un fin del mundo que se
produciría por la separación de estos tres elementos y acabaría con el dominio
absoluto del fuego y del agua.
Sin embargo, este fin del mundo se inscribía en un ciclo perpetuo de renacimiento y destrucción. Según Plinio el Viejo, los druidas clasificaron las especies vegetales y animales y estudiaron los usos que el hombre podía darles. En cuanto a la farmacopea, cabe destacar que los galos atribuyeron al muérdago numerosas propiedades, y las investigaciones actuales han demostrado que esta planta posee grandes poderes terapéuticos, sobre todo en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Sin embargo, este fin del mundo se inscribía en un ciclo perpetuo de renacimiento y destrucción. Según Plinio el Viejo, los druidas clasificaron las especies vegetales y animales y estudiaron los usos que el hombre podía darles. En cuanto a la farmacopea, cabe destacar que los galos atribuyeron al muérdago numerosas propiedades, y las investigaciones actuales han demostrado que esta planta posee grandes poderes terapéuticos, sobre todo en el tratamiento de ciertos tipos de cáncer.
Los druidas destacaron también en el campo del arte. En
particular, las composiciones del llamado estilo plástico revelan una
espiritualidad que sólo podía provenir de una élite intelectual que
reflexionaba acerca del papel de la imagen. Por otra parte, su saber también
tuvo aplicaciones prácticas. En el campo de la agricultura desarrollaron, por
ejemplo, el abono con estiércol, mientras que en el de la metalurgia cabe atribuirles
la invención del hierro forjado y de la hojalata.
los Druidas eran
Sacerdotes; y de la peor especie que se haya registrado en la Historia de la
Humanidad.
Las opiniones son
encontradas, cuando se refieren a la moral del Druida, un General pederasta como
Julio César (100-44 A.J.C.) los halló agradables e incluso envió al Druida
Viviciano a Roma como Embajador. Pero en el aspecto moral, el futuro cónsul
dejaba mucho que desear; en cambio Estrabón (60 A.J.C.), célebre geógrafo
griego, contemporáneo del anterior, menciona actos de tremenda crueldad
"que se oponen a nuestras costumbres" y relata cómo los Druidas
realizaban augurios "leyendo" los profundos dolores de una víctima
apuñalada por la espalda. También eran afectos a los sacrificios humanos, los
que consumaban introduciendo a las víctimas en una enorme máscara de mimbre a
la que luego prendían fuego.
Los Druidas
"consideraban un deber cubrir sus altares con la sangre de sus prisioneros
y consultar a las Deidades en las entrañas humanas" escribió Tácito.
En este documental se
desvela que estos sacerdotes practicaban el sacrificio humano ritual e incluso
el canibalismo. Esta idea era conocida desde época romana, pues distintos
autores, como Plinio el Viejo o el propio Julio César relataron en sus escritos
algunas de las supuestas prácticas salvajes de los druidas. Sin embargo, hasta
el momento los historiadores no habían concedido crédito a esta posibilidad,
considerando los testimonios romanos --y a falta de evidencias arqueológicas--
como mera propaganda de guerra.
Un punto de vista que
parece haber cambiado tras algunos hallazgos recientes. Uno de ellos es el del
llamado Hombre de Lindow, un cuerpo momificado que data de hace 2.000 años y
que fue descubierto en Inglaterra en la década de 1980. Según los expertos,
este cadáver --al parecer perteneciente a un noble-- muestra signos de haber
sufrido un duro martirio durante un sacrificio ritual, como explica la
arqueóloga Miranda Aldhouse-Green, de la Universidad de Cardiff.
Otro hallazgo, aún más
macabro, se produjo en el año 2000 en Alveston, Inglaterra. Allí, en una cueva
de la localidad, los arqueólogos han descubierto los cadáveres de 150 personas
que, al parecer, fueron sacrificadas en la época de la conquista romana. Para
sorpresa de los estudiosos, los restos de Alveston manifestaban signos de haber
sufrido canibalismo. En opinión de Aldhouse-Green y otros expertos, estas
prácticas rituales seguramente pretendían obtener el favor de los dioses, en
busca de una victoria frente a los invasores romanos.
UN PODER EN LA SOMBRA.
Los druidas estaban muy implicados en la vida política de su
sociedad. Eran los únicos que poseían los recursos intelectuales y técnicos
suficientes para llevar a buen término negociaciones y redactar tratados, entre
otras cosas. Establecieron las primeras leyes y prepararon las constituciones
de algunos pueblos galos, como es el caso de los eduos, entre quienes los
druidas supervisaron el nombramiento de sus magistrados. Gozaban asimismo de un
estatus cívico privilegiado: no tenían que pagar impuestos ni cumplir con
ningún tipo de obligación militar. Además, su influencia no se limitaba sólo a
los distintos pueblos-Estado, sino que se extendió al conjunto del territorio
que progresivamente se fue convirtiendo en una realidad geográfica y política:
la Galia.
"Los druidas estaban muy implicados en la vida política de su
sociedad y gozaban de un estatus cívico privilegiado".
Muy pronto, los druidas repartidos por la región céltica y
por Bélgica se federaron. Cada año se reunían en una gran asamblea y debatían
sobre cuestiones teológicas, pero también sobre los últimos avances
científicos. Se elegía a un Gran Druida, el equivalente a un jefe político, que
conservaba dicho título honorífico hasta su muerte. El lugar de la asamblea se
situaba en el centro de la Galia; en el siglo II a.C. –el momento en el que la
Galia alcanzó su extensión máxima, desde la desembocadura del Rin hasta los
Pirineos, desde el océano hasta el extremo de la meseta suiza– los druidas se
reunían en tierras de los carnutos, cerca de la actual ciudad de Orleans. En el
curso de esta gran asamblea, los druidas impartían justicia; y los pueblos que
se comprometían a acatar las decisiones tomadas a un nivel superior, ya
nacional, acudían allí a exponer sus desavenencias.
EL INEVITABLE DECLIVE
El extraordinario prestigio que rodeó a los druidas no duró
eternamente. Su misma implicación en los asuntos políticos, diplomáticos y
judiciales les hizo perder su carisma espiritual ante sus compatriotas. Pero lo
que les afectó más profundamente fue la creciente influencia de la cultura
romana. La invasión de productos de lujo a través de los comerciantes romanos
cambió los hábitos de la aristocracia indígena y fue erosionando las creencias
tradicionales de los galos, incluida la fe en el poder de los druidas.
Es característico el caso del eduo Diviciaco, único druida cuyo nombre conocemos. Como primer magistrado de su ciudad colaboró activamente en la conquista romana y se hizo amigo de César, pero puso el mayor empeño en ocultar su oficio; al contrario que sus lejanos predecesores, probablemente no se enorgullecía de él, pese a que su educación druídica le había permitido convertirse en un experto de la adivinación a través de los números.
Es característico el caso del eduo Diviciaco, único druida cuyo nombre conocemos. Como primer magistrado de su ciudad colaboró activamente en la conquista romana y se hizo amigo de César, pero puso el mayor empeño en ocultar su oficio; al contrario que sus lejanos predecesores, probablemente no se enorgullecía de él, pese a que su educación druídica le había permitido convertirse en un experto de la adivinación a través de los números.
Con la conquista romana, los adversarios de César fueron
eliminados y gran parte de la nobleza asimiló los valores de Roma. Los últimos
druidas auténticos acabaron desapareciendo. Los que reivindicaron ese título
algunas décadas o siglos después no eran ya sino adivinos o brujos de poca
monta. Ninguno había recibido la estricta educación oral que había sido el
secreto de los druidas: veinte años de estudios en los que los aspirantes a druida
adquirían el inmenso conocimiento de sus mayores.
REFERENCIA: http://www.nationalgeographic.com.es/
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