El reportaje internacional que relata el dramático caso del
"Chernóbil chileno"
Quintero
Una bahía de ensueño sobre el océano Pacífico sacrificada
para instalar un imponente cordón industrial. Quintero y Puchuncaví,
localidades consideradas “el Chernóbil chileno”, soportan hace más de cinco
décadas la contaminación de su aire, mar y tierra, que también intoxica a su
población.
Quintero
Desde 1958, cuando se decidió relegar la pesca artesanal y la
agricultura para convertir este lugar en un polo industrial que hoy alberga
cuatro termoeléctricas a carbón y refinerías de crudo y cobre, los 50.000
habitantes de estas comunas, ubicadas apenas a 120 km de Santiago, respiran a
diario gases que emiten unas 15 fuentes contaminantes.
El “Chernóbil chileno”, como lo llama la organización
Greenpeace, expone a la población, en especial a niños y embarazadas, a
recurrentes episodios de intoxicaciones y enfermedades crónicas.
Para la Corte Suprema de Chile, las sucesivas negligencias
estatales a lo largo de estos años han puesto en riesgo “la salud e, incluso,
la vida de las personas”.
A fines de septiembre, el presidente Sebastián Piñera pidió
perdón a los habitantes de Quintero y Puchuncaví tras reconocer que por 50 años
“se ha maltratado” a sus habitantes. “Se instalaron todo tipo de empresas sin
normas; se generó un abuso con la naturaleza y con la gente”, afirmó.
Miedo a respirar
Alejandrina Arriaza vive temerosa. Su nieta Deyanira, de casi
dos años, sufre una enfermedad pulmonar crónica que recrudece con la
contaminación.
Los médicos recomendaron a Alejandrina mudarse en busca de un
mejor aire, pero no tiene otro lugar donde ir. Su pequeña casa de madera y
latones en la parte alta de la localidad de Ventanas, en Puchuncaví, recibe
directo los gases de las empresas.
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