Cada cuatro años se añade un día más al calendario para
hacerlo más similar al tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor
del Sol.
Es el 29 de febrero, una fecha algo peculiar pues solo
ocurre cada cuatro años.
Los calendarios con un día extra se deben a un desajuste que
existe entre el tiempo que tarda la Tierra en dar una vuelta alrededor del Sol,
que definiría la duración del año trópico, y la extensión del año definida por
el calendario. El primero dura 365,242189 días (365 días, 5 horas, y casi 49
minutos) y el segundo quedó fijado en 365 días.
Dado que es necesario que un año esté compuesto por un número
entero de días -sería complicado que un mes durara 30,24 días, por ejemplo- el
tiempo sobrante obliga a reajustar el calendario y añadir una jornada más cada
cuatro años. Estos serían los bisiestos.
Bisiesto es un término que deriva del vocablo latino
bisextus. El concepto se emplea para hacer referencia al año bisiesto: aquel
año que tiene 366 días; es decir, un día adicional respecto a los años comunes.
Dicha jornada extra se agrega al mes de febrero, que en estos casos cuenta con
29 días en lugar de 28.
HISTORIA
En la
Antigua Roma, hace más de dos milenios, cuando se descubrió que el calendario
no estaba del todo alineado con el año solar.
Se trata inicialmente de una idea de Julio César, quien le
pidió al astrónomo alejandrino Sosígenes que le ayudara a crear una alternativa
al calendario romano más apegada a la realidad y a la rotación de la Tierra.
1582, el año en el
que el mundo occidental pasó del 4 al 15 de octubre (saltándose los días
intermedios)
Nuestro planeta no solamente tarda 365 días en dar una vuelta
al Sol sobre su órbita como algunos piensan, sino 5 horas, 48 minutos y 56
segundos más.
Por eso Sosígenes propuso un calendario, extremadamente
similar al de los egipcios, que tenía 365 días con un día adicional cada cuatro
años para así alinearse con el año solar.
Así nació el calendario juliano, bautizado en honor a su
propulsor.
¿Un día adicional el 24
de febrero?
Sin embargo, este sistema también contaba
con pequeños detalles por lo que fue reemplazado progresivamente por el
calendario gregoriano desde 1582 y que nos rige en la actualidad.
Como el calendario juliano exigía un día
adicional cada cuatro años, los romanos decidieron este sería en febrero, que
en ese entonces era el último mes del año.
El nombre bisiesto proviene del latín
"ante diem bis sextum Kalendas Martias", (sexto día antes de las
calendas de marzo en español), es decir el 24 de febrero. Como la frase era un
poco larga se terminó resumiendo en "bis sextus": bisiesto en nuestra
lengua.
Cabe recordar que un año es un periodo de tiempo que tiene
una extensión de doce meses. De acuerdo al calendario gregoriano, cada año
comienza el día 1 de enero y finaliza el 31 de diciembre. Tras el mes de enero
llega febrero y luego se suceden los meses de marzo, abril, mayo, junio, julio,
agosto, septiembre, octubre y noviembre, hasta llegar finalmente a diciembre.
Estos doce meses suman habitualmente 365 días, que es la
cantidad de días que tiene un año. Los años bisiestos son casos particulares:
febrero, que suele tener 28 días, pasa a tener 29. Así los años bisiestos
totalizan 366 días.
¿Por qué se añade un día al año bisiesto? La explicación se
encuentra en la diferencia existente entre el año calendario y el año trópico
(tal como se conoce al tiempo que demora el planeta Tierra en completar su
órbita alrededor del sol). La duración del año trópico es de 365 días, 5 horas,
48 minutos y 45 segundos. El desfase entre dicha duración y los 365 días del
año calendario se supera agregando, cada cuatro años, un día al año calendario
(que equivale al tiempo no contabilizado del año trópico). Por eso cada cuatro
años hay un año bisiesto: 2016, 2020 y 2024, por ejemplo, son años bisiestos.
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