viernes, 21 de agosto de 2020

LAS SECUELAS DEL CORONAVIRUS VAN MÁ ALLÁ QUE LAS DOLENCIAS FÍSICAS,

 

La pandemia de coronavirus y las medidas de distanciamiento físico para intentar frenar la enfermedad están generando en la población crisis de ansiedad, depresión y otras afecciones psiquiátricas. La semana pasada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. dieron a conocer en un reporte que la población encuestada ha presentado un incremento en padecimientos de salud mental, abuso de sustancias y pensamientos suicidas. Este martes, la Organización Panamericana de la Salud indicó que la crisis de salud mental se extiende por todo el continente americano.

 

La pandemia de coronavirus y las medidas de distanciamiento físico para intentar frenar la enfermedad están generando en la población crisis de ansiedad, depresión y otras afecciones psiquiátricas.

La semana pasada, los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de EE.UU. dieron a conocer en un reporte que la población encuestada ha presentado un incremento en padecimientos de salud mental, abuso de sustancias y pensamientos suicidas.

Este martes, la Organización Panamericana de la Salud indicó que la crisis de salud mental se extiende por todo el continente americano.

Guillermo Arduino conversa en este Encuentro Digital CNN con el doctor Marco A. Grados, profesor asociado de psiquiatría y ciencias del comportamiento de la Universidad Johns Hopkins.

 

Secuelas del coronavirus: los pacientes que siguen sufriendo problemas tras haber superado el covid-19

 

Siete meses después de que emergiera la covid-19, se ha confirmado el contagio de más de 20 millones de personas y se considera que alrededor de 12 millones se han "recuperado".

 

Mientras la comunidad científica busca una vacuna efectiva contra el SARS-CoV-2, los médicos tratan de entender las consecuencias a medio y largo plazo que puede provocar el virus a aquellos que han estado expuestos.

 

Una serie de estudios publicados en los últimos meses y la observación clínica de profesionales que están en primera línea ofrecen claves sobre las posibles secuelas de la enfermedad.

 

No obstante, es imposible determinar en este momento si esas posibles secuelas identificadas son temporales o permanentes.

 

Se sabe, por ejemplo, que algunos síntomas pueden persistir no solo en los casos más graves de la enfermedad y que, además del daño a los pulmones, el SARS-CoV-2 puede afectar al corazón, los riñones, el intestino, el sistema vascular e incluso el cerebro.

 

Dificultad respiratoria

 

El neumólogo Gustavo Prado, del Hospital Alemán Oswaldo Cruz en Sao Paulo (Brasil), asegura que ha recibido un significativo volumen de pacientes que registraron una covid-19 moderada y que sufren, por ejemplo, cansancio y dificultad respiratoria.

 

Recientemente, un estudio publicado en el Journal of the American Medical Association (JAMA, por sus siglas en inglés) concluyó que, entre 143 pacientes evaluados en Italia, solo el 12,6% había sido ingresado en cuidados intensivos, pero el 87,4% reportaba la persistencia de al menos un síntoma -entre ellos, fatiga y dificultad respiratoria- más de dos meses después de ser dados de alta.

 

"Hemos visto una demora en la recuperación total de pacientes que estuvieron en condiciones moderadas [de la enfermedad]", señala el neumólogo João Salge, del centro brasileño Fleury.

 

Muchos de estos pacientes, indica, vuelven a sus actividades diarias, pero siguen sufriendo cansancio o ven su productividad o calidad de vida afectadas.

 

El médico recomienda a estos grupos que realicen ejercicio físico, respetando las limitaciones del momento, y que traten de desafiar a su organismo paulatinamente para que se recupere.

 

No obstante, aún se desconoce cuánto pueden durar estos síntomas.

 

Fibrosis pulmonar

 

En los casos más severos, es posible que se produzcan secuelas permanentes, como fibrosis pulmonar, una enfermedad crónica caracterizada por el daño al tejido pulmonar y la formación de cicatrices.

 

"La cicatriz llena el espacio, pero no tiene la misma elasticidad, las mismas características, que el tejido original", explica Prado.

 

De ahí que el pulmón se expanda menos o con mayor dificultad, con la consecuente pérdida de la eficacia en cuanto al intercambio gaseoso. Junto a la capacidad respiratoria reducida, se produce la disnea y la fatiga.


Uno de los primeros estudios sobre la función pulmonar de los pacientes que habían sido dados de alta en China mostró, el pasado abril, que la reducción de la capacidad pulmonar era una de las principales consecuencias observadas, incluso entre aquellos que no estuvieron en estado crítico.


Difundido en abril en la publicación especializada European Respiratory Journal, el informe subrayaba la incidencia de un fenómeno similar en epidemias causadas por otros tipos de coronavirus, como el SARS y el MERS, en los que esta secuela duraba meses o años en algunos casos.

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La fibrosis puede ser causada por una inflamación intensa y extensa que el cuerpo causa para tratar de expulsar al virus del cuerpo. En este caso, es una consecuencia del proceso natural de reparación del tejido dañado.

Pero también puede ser resultado del tratamiento en sí mismo, cuando el paciente está intubado, por ejemplo.

"Pese a que es necesaria en síndromes respiratorios severos, una ventilación inadecuada puede imponer presión en el tejido pulmonar, por una excesiva distensión, al mantener una presión alta en el llenado de los pulmones o por el desmesurado suministro de oxígeno", ejemplifica Prado.

Se denomina "lesión pulmonar inducida por la ventilación mecánica" o VILI (del inglés ventilator-induced lung injury), que puede derivar en fibrosis.

 

Síndrome post-UCI


El periodo prolongado en el hospital también incrementa las posibilidades de que se produzca otro problema, que afecta a aquellos con infecciones severas: el síndrome post-UCI.

Lejos de ser exclusivo de la covid-19, este tipo de daño caracteriza a otros muchos síndromes de respiración severos.

Aunque una particularidad del nuevo coronavirus es el hecho de que el intervalo de hospitalización para pacientes contagiados de la enfermedad es habitualmente mayor, lo que aumenta la probabilidad de la aparición de este tipo de secuela.

"Permanecen entubados por mucho tiempo, traqueostomizados, en ECMO (acrónimo del inglés extracorporeal membrane oxygenation u "oxigenación por membrana extracorpórea", que consiste en usar una máquina que hace la función del corazón y los pulmones y bombea la sangre)", señala la neumóloga e investigadora Margareth Dalcolmo, de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), el principal centro de investigación en salud de Brasil y el mayor de América Latina.

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El síndrome post-UCI puede incluir la pérdida de fuerza muscular, cambios en la fuerza motora o sensibilidad debido a la disfunción del nervio, a la depresión, ansiedad, cambios cognitivos, deterioro de la memoria y de la capacidad para razonar.

Los casos severos de la covid-19 son una minoría, alrededor del 5%. Sin embargo, frente a una pandemia de estas características, un porcentaje pequeño puede resultar en un número alto de afectados en total.

 

Entre los alrededor de 20 millones de afectados, por ejemplo, un 5% se convierte en 1 millón de personas.

 

En ese sentido, Prado, del hospital alemán Oswaldo Cruz, subraya que parte de estas personas necesitará ser monitoreada por un tiempo.

 

"Y la mayoría de pacientes aún pertenecen a la población económicamente activa. Necesitamos desmitificar la idea de que [los afectados] solo son los mayores con comorbilidades", puntualiza.

 

"Zona cero

 

 Los pulmones son una suerte de "zona cero" para el SARS-CoV-2. Una vez que el virus consigue cruzar nuestra barrera inmunológica y se establece en nuestros pulmones, sigue dañando otros órganos.


Los pulmones son una suerte de "zona cero" para el SARS-CoV-2. Una vez que el virus consigue cruzar nuestra barrera inmunológica y se establece en nuestros pulmones, sigue dañando otros órganos.

 

Un artículo publicado en abril en la revista especializada Science destacaba que una posible señal para las zonas más vulnerables del cuerpo puede ser aquellas ricas en los receptores ACE2 (enzima de conversión de la angiotensina 2).

 

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Con la función de regular la presión sanguínea, estas proteínas permanecen en la superficie de las células y son usadas como puerta de acceso por el virus, que utiliza la estructura de las células para reproducirse.

 

Además de los pulmones (específicamente, los alvéolos pulmonares), las ACE2 también se encuentran en órganos como el corazón, el intestino y los riñones, que han sufrido mayores daños en pacientes en condición más grave.

 

"Por eso decimos que la covid-19 es una enfermedad sistémica, y no solo una enfermedad respiratoria", apunta Dalcomo, de Fiocruz.

 

Los científicos aún están investigando si este daño es causado directamente por el virus o por factores indirectos vinculados a la enfermedad.

 

Una posibilidad, por ejemplo, es que la "tormenta inflamatoria" que genera el sistema inmunológico para tratar de combatir el virus, llenando el cuerpo de citocinas, acabe dañando esos órganos. Parte de ello puede ser consecuencia de la infección en sí misma.

 

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Riñones y corazón

 

Sea cual sea la causa, los científicos buscan entender cuáles de estos efectos tienen consecuencias a corto, mediano o largo plazo.

 

Un estudio reciente -con resultados preocupantes- llevado a cabo en Alemania halló que, de 100 pacientes recuperados, el 78% registró algún tipo de anomalía en el corazón más de dos meses después de ser dado de alta.

 

La mayoría (67%) había experimentado una forma leve de la enfermedad y ni siquiera habían sido hospitalizados.

 

En el caso de los riñones, la evidencia muestra una alta incidencia de agotamiento entre los casos más graves de covid-19.

 

Un amplio estudio con datos de pacientes ingresados en Nueva York entre el 1 de marzo y el 5 de abril reveló que, de 5.449, más de un tercio (1.993) había desarrollado insuficiencia renal aguda.

Cerebro

 

La incidencia de una serie de síntomas neurológicos, que van desde la confusión mental al deterioro cognitivo o el delirio, también ha sido documentada entre pacientes con el nuevo coronavirus.

 

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Cuando el brote de covid-19 estaba en pleno apogeo, los médicos de atención primaria informaban que un número cada vez mayor de pacientes infectados por el virus acudía a la consulta quejándose de dificultades de atención y pérdida de memoria. Estos problemas cognitivos siempre se han achacado principalmente a la fatiga. Sin embargo, ahora surge otra hipótesis: estos síntomas también podrían estar directamente relacionados con la presencia del coronavirus SARS-CoV-2 en el sistema nervioso central, es decir, el cerebro y la médula espinal.

Científicos británicos reportaron casos de COVID-19 que incluyeron psicosis, delirio e inflamación cerebral; el estudio del University College London describió a pacientes que sufrieron efectos cerebrales serios.

Delirio, inflamación cerebral, trombosis y hasta daño en los nervios son algunas de las complicaciones neurológicas que puede producir el Covid-19 en un paciente. Un estudio inglés indica que estas complicaciones serían como resultado de la reacción inmunológica corporal.

Las secuelas del Covid: el trauma de volver a salir

Entre las secuelas que describen los centros tratantes son recurrentes la pérdida del tono muscular, dificultad para sostenerse en pie o caminar, trastornos temporales de la deglución y disfonía tras la extubación (los que deben resolverse antes del alta médica), así como secuelas psicológicas y daños en órganos vitales, como corazón y pulmones.

Los coletazos físicos y mentales del coronavirus no son pocos. Van desde trastornos siquiátricos hasta pérdida del habla, masa muscular o la capacidad de caminar. Un rastro de la pandemia frente al cual las personas convalecientes miran el proceso de desconfinamiento con una pregunta: ¿salir o no?

 

 Información editada por Erika Rojas Portilla

Fuente: https://www.bbc.com

Fuente: https://www.elmostrador.cl

Fuente: https://www.latercera.com

 

 

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