lunes, 12 de octubre de 2020

12 DE OCTUBRE DE 1492 CRISTÓBAL COLÓN DESCUBRE AMÉRICA.

ENCUENTRO ENTRE DOS MUNDOS – AMÉRICA Y EUROPA.

La Era de los Descubrimientos fue un período histórico que dio comienzo a principios del siglo XV, extendiéndose hasta comienzos del siglo XVII. Durante esta época los europeos, principalmente portugueses, españoles y británicos, recorrieron casi la totalidad del planeta, cartografiándolo y conquistándolo en buena medida. El motivo de dicha expansión vino por la necesidad de acceder a las riquezas de Asia, con las cuales contribuir al mercantilismo europeo.

La exploración global comenzó con la embajada a Tamerlán del madrileño Ruy González de Clavijo, seguida por los descubrimientos portugueses de los archipiélagos atlánticos de Madeira y las Azores, la costa de África y el descubrimiento de la ruta marítima a la India en 1498; y la Corona de Castilla (España) los viajes transatlánticos de Cristóbal Colón a las Américas entre 1492 y 1502 y la primera circunnavegación del mundo en 1519–1522. Estos descubrimientos llevaron a numerosas expediciones navales a través de los océanos Atlántico, Índico y Pacífico, y expediciones terrestres en América, Asia, África y Australia que continuaron hasta fines del siglo XIX y terminaron con la exploración de las regiones polares en el siglo XX.

 

El Hombre Renacentista:

Los humanistas idearon un tipo humano nuevo, mezcla del caballero medieval y del héroe clásico. Este hombre nuevo debía cultivar su cuerpo y su espíritu, ser elegante y de gustos refinados. Los  hombres  típicos  de  la  época,  tanto  políticos  como  artistas,  guerreros,  navegantes y conquistadores, amaban la gloria, la riqueza, la aventura y el poder. Todo  esto,  unido  a  una  nueva  ciencia  que  se  basaba en  la  observación  y  en  la experimentación,  condujo  al  hombre  a  un  mayor  conocimiento  de    mismo    y  del mundo que lo rodea. El hombre adquirió así conciencia de su propia importancia y de su capacidad para vencer a la naturaleza.

Recordemos que el Renacimiento fue un periodo histórico que comenzó en el siglo IV y terminó en el siglo XVII, es decir, del final de aquel mencionado oscurantismo periodo de transición entre la Edad Media y hasta llegar a la Edad Moderna.

Las características principales del Renacimiento es la gran disposición del individuo por alcanzar el conocimiento. Hay que mencionar que los productos de ese gran deseo fue lento y paulatino, pero sin duda grandes aportes emergieron, los cuales podemos disfrutar actualmente.

Entre las características más importantes que podemos mencionar de ese grandísimo movimiento cultural fueron sus valores, la humanidad renacentista estaba permeado básicamente por estos seis: el antropocentrismo, secularismo, individualismo, escepticismo, hedonismo, clasicismo y mecenazgo.

En síntesis, esos valores evocan el gran poderío y suprema inteligencia del hombre. El hombre renacentista procuraba el conocimiento a través de la experiencia de la ciencia, literatura, matemáticas, gramática, historia y política.

Gracias al mecenazgo, los nobles o burgueses daban protección económica para los artistas, escritores y científicos, puesto que en ellos depositaban una gran parte de la evolución cultural.

Los grandes viajes marítimos:

Al finalizar el  siglo XV,  Portugal iba a jugar un papel preponderante en campo de la navegación y de la economía. Enrique  el  Navegante,  envió  una  serie  de  expediciones  con  la  finalidad  de bordear  las  costas  de  África    y  avanzar  metódicamente  hacia  el  sur,    hasta  alcanzar  la India. Los portugueses descubrieron y exploraron en el transcurso del siglo XV la costa africana hasta el golfo de Guinea, y el Congo, comarcas que les  permitieron  establecer un activo comercio de oro en polvo, marfil y esclavos negros. Los  portugueses  logran  doblar  la  extremidad  sur  del    África,    el  navegante Bartolomé  Díaz,  es  quien  alcanza    esta  hazaña,  bautizando  su  descubrimiento  como Cabo de las Tormentas,    y que el  rey  lo  rebautizó con el nombre de  Buena Esperanza (1486). Los viajes de los portugueses a India siguiendo la costa Africana significaron un estímulo  para  quienes  creían  en  la  ruta  hacia  el  oeste  como  el  camino  más  corto  para llegar a las regiones del Asia.

 

La Situación en el Mar Mediterráneo:

Desde la antigüedad, el Mar Mediterráneo era el gran centro del comercio marítimo.  Las repúblicas italianas, principalmente Génova y Venecia, monopolizaban este comercio. Por su intermedio, los europeos adquirieron los apreciados productos orientales: las piedras preciosas de Ceilán, las sedas, la laca y las porcelanas de China, la canela y la  pimienta  de  Jaba  y  de  Sumatra,  el  alcanfor  (aromatizante)  de  Borneo,  el  ámbar  de Cipango,  el  tamarindo  (droga)  de  la  India,  la  nuez moscada  y  el  clavo  de  olor  de  las Malucas,  así  como  las  maderas  valiosas  como  el  sándalo  y  el  palo  de  la  China.   

Sus elevados  precios  las  hacían  altamente  comerciales. A  trueque  de  ellas,  los  orientales exigían  el  oro,  la  plata,    el  mercurio,  la  escarlata,  los  tejidos  y  el  bermellón  (colorante rojo)  del occidente. El tráfico con el Oriente se hacía a través de tres rutas que conducían al Mediterráneo:  

•La del Mar Rojo

•La del golfo Pérsico

•La ruta terrestre (ruta de la seda)


Hacia siglos  que  Europa  vivía  de  este  comercio  y  gracias  a  él  había  sido  capaz de florecer y desarrollar una arte y artesanía.  Sin embargo, este vivificante tráfico, que  alimentaba la  actividad económica de toda Europa, se vio gravemente perturbado por la expansión Turca Otomana.

Los turcos otomanos,  en el año 1553 se tomaron la capital del Imperio bizantino, Constantinopla. Dueños además de Siria, pronto amenazaron a Egipto, cerrando así las tres  únicas rutas existentes,  o  por  lo  menos,  sometiendo  al  tráfico  con  el  Oriente  al  pago  de  altísimos tributos e impuestos. Se hacia indispensable encontrar una ruta marítima directa hacia las  Indias para proveerse de los tan preciados productos. Portugal  fue el que  comienza con la  empresa de descubrimiento.

 

Los grandes viajes marítimos: 

 

Durante los siglos XV y XVI se realizaron muchas expediciones marítimas desde Europa en busca de nuevos territorios. Este momento de la historia se conoce como la Era de los Descubrimientos.

Navegantes como Cristóbal Colón, Fernando de Magallanes o Vasco da Gama recorrieron mares y océanos que nadie había explorado hasta entonces y transformaron la representación del mundo que existía en aquella época.

 

En la primera mitad del siglo XV fueron los portugueses, capitaneados por Enrique el Navegante, los que emprendieron la exploración de las costas de África.

Al finalizar el  siglo XV,  Portugal iba a jugar un papel preponderante en campo de la navegación y de la economía. Enrique  el  Navegante,  envió  una  serie  de  expediciones  con  la  finalidad  de bordear  las  costas  de  África    y  avanzar  metódicamente  hacia  el  sur,    hasta  alcanzar  la India.

Los portugueses descubrieron y exploraron en el transcurso del siglo XV la costa africana hasta el golfo de Guinea, y el Congo, comarcas que les  permitieron  establecer un activo comercio de oro en polvo, marfil y esclavos negros. Los  portugueses  logran  doblar  la  extremidad  sur  del    África,    el  navegante Bartolomé  Díaz,  es  quien  alcanza    esta  hazaña,  bautizando  su  descubrimiento  como Cabo de las Tormentas,    y que el  rey  lo  rebautizó con el nombre de  Buena Esperanza (1486). Los viajes de los portugueses a India siguiendo la costa Africana significaron un estímulo  para  quienes  creían  en  la  ruta  hacia  el  oeste  como  el  camino  más  corto  para llegar a las regiones del Asia.

 

Y en 1492 la historia del mundo cambió para siempre cuando Cristóbal Colón alcanzó la costa americana y empezó la colonización del continente.

 

CRISTÓBAL COLÓN LLEGA A AMÉRICA

Celebramos el Quinto Centenario del Descubrimiento de América.

El 12 de octubre de 1492, tras una larga travesía y sin ser conscientes de lo que estaba sucediendo, Cristóbal Colón y su tripulación llegaron a la isla de guaraní, en el archipiélago de las Bahamas. Su objetivo, era llegar a las Indias por la ruta del oeste, pero lo que realmente ocurrió encontraron un nuevo continente.

Cristobal Colon la Película


El genovés sintió desde muy joven una fuerte vocación por la vida marinera y pasó largos años viajando por Europa como comerciante o soldado, según la ocasión. Convencido de que la Tierra era redonda y por lo tanto se la podía circunnavegar.
 

El avance de la geografía había favorecido la difusión de la idea de la redondez de  la  Tierra  y  por  lo  tanto,  de  que  se  podía  navegar  hacia  el  oriente  por  el  occidente. Colón va a  ser el  primero en atreverse a concretar esta idea.  Cristóbal Colón nació en Génova, Italia,  y pertenecía a una familia de artesanos. Desde muy joven Colón se radicó en Portugal, donde vivió dibujando mapas. Contrajo matrimonio  con  Felipa  Muñiz  de  Perestrello,  hija  de  Bartolomé  Perestrello,  conocido marino Italiano.

 

Durante  los  años  que  vivió  en  Portugal,  Colón  forjó  el  proyecto  de  navegar  al Occidente,  para  llegar  a  las  Indias.

Presentó su proyecto a los portugueses en 1484 pero estos lo rechazaron y Colón decidió marcharse a España para probar suerte con Isabel de Castilla y Fernando de Aragón.
 

 Fue recibido por los Reyes Católicos en Alcalá de Henares el 20 de enero de 1486 y, tras unas duras negociaciones.

En  Abril  de  1492  se  firmó  entre  los  reyes  españoles    y  Colón  un    contrato conocido  con  el  nombre  de  “Capitulaciones  de  Santa Fe”.  En  él  se  estipuló  que;    el genovés sería almirante, virrey y gobernador de las tierras que descubriera, trasmitiendo estos  títulos  a  sus  descendientes.  Además,  sería  dueño  de  la  décima  parte  de  las  rentas del comercio de aquellos países y se le equiparía una expedición de tres naves. 

En cambio,  él debía contribuir con la octava parte de los gastos de la empresa.  Colón  buscó  un  socio  que  fue  Martín  Alonso  Pinzón, armador  del  puerto  de  Palos, hombre  de  fortuna  y  gran  marino.  Su  influencia  y  su  prestigio  decidieron  a  la  gente  a embarcarse.

 

A principios de agosto de ese mismo año partía la expedición formada por las  tres  carabelas  equipadas  fueron  la  Santa  María,  La  Pinta  y  la  Niña.  La primera que  era la mayor, sólo tenia 180 toneladas y  fue la nave  almirante;  La Pinta  y La  Niña  fueron  mandadas,  por  Pinzón  y  su  hermano  Vicente.  La  tripulación  total  no pasaba  los  120  hombres,  entre  los  cuales  no  se  embarcò  ningún  criminal  como  han sostenido algunos.

Colón descubre América (12 de Octubre de 1492):

Las  tres  carabelas    zarparon  del  puerto  de  Palos  el  3  de  Agosto  de  1492,  con rumbo a las islas Canarias y después de permanecer en éstas algunos días, prosiguieron viaje con dirección al oeste.

El objetivo del viaje era llegar a Cipango  (Japón) y a Catay (China). De ahí las cartas dirigidas por los reyes al Gran Kan mongol y la presencia de un interprete.

Durante los 35 días siguientes no volverían a divisar tierra firme.  Colón,  con el fin de tranquilizar a la tripulación, que ya empezaba a inquietarse por  la  demora  y  la  distancia,  les  mostraba  un  libro  de  viaje  donde  deliberadamente manipulaba  las  distancias,    y  anotaba  menos  recorrido. 

En  más  de  alguna  ocasión Martín Pinzón, brazo derecho de Colón,  intervino para calmar a la marinería. Al  no  divisar  tierra  a  la  distancia  esperada,  aumento  el  disgusto  y  las  naves tuvieron  que  modificar  rumbo  hacia  el  S.W  (sur  oeste).

  El  día  11  de  Octubre  se encontraron señales inequívocas de tierra (pájaros y hierbas, que venían de occidente) y esa noche se divisó luz en el horizonte

 Colón tuvo que hacer frente a un pequeño motín en la Santa María que pudo sofocar, pero temiendo que se extendiera al resto de naves se decidió navegar hasta el día 13 y, en caso de no encontrar nada, dar la vuelta. 

 Al día siguiente las naves llegaron a una isla del archipiélago de la Bahamas, a la que los españoles llamaron San Salvador.

El día 12 de octubre, Rodrigo de Triana dio el grito de “¡Tierra!” y comenzó el primer contacto entre los nativos del continente americano y los españoles.

                    

 Los capitanes bajaron a tierra  y en presencia de  los  aborígenes  que  se  habían  aglomerado  para  ver  a  los  recién  llegados,  tomaron posesión  de la misma en nombre de los reyes de España, Fernando e Isabel.

Día del encuentro de dos mundos es la fiesta del 12 de octubre en conmemoración del Descubrimiento de América por el navegante Cristóbal Colón en 1492.

 

Carta de Cristóbal Colón anunciando  el descubrimiento: 

Islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493 Señor, porque sé que habréis placer de la gran victoria que Nuestro Señor me  ha  dado  en  mi  viaje,  vos  escribo  ésta,  por  la  cual  sabréis  como  en  33 días  pasé  de  las  islas  de  Canaria  a  las  Indias  con la  armada  que  los ilustrísimos  rey  y  reina  nuestros  señores  me  dieron,  donde  yo  hallé  muy muchas  islas  pobladas  con  gente  sin  número;  y  de  ellas  todas  he  tomado posesión por Sus Altezas con pregón y bandera real extendida, y no me fue contradicho. A  la  primera  que  yo  hallé  puse  nombre  San  Salvador [isla  Watling]  a conmemoración de Su Alta Majestad, el cual maravillosamente todo esto ha dado; los Indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa  María  de  Concepción  [Cayo  Rum];  a  la  tercera Fernandina  [Isla Long];  a  la  cuarta  la  Isabela  [Isla  Crooked];  a  la quinta  la  isla  Juana [Cuba], y así a cada una nombre nuevo.* Actual archipiélago de Las Bahamas.Cuando yo llegué a la Juana, seguí yo la costa de ella al poniente, y la hallé tan grande que pensé que sería tierra firme, la provincia de Catayo. Y como no  hallé  así  villas  y  lugares  en  la  costa  de  la  mar,  salvo  pequeñas poblaciones,  con  la  gente  de  las  cuales  no  podía  haber  hablar,  porque luego huían todos, andaba yo adelante por el dicho camino, pensando de no errar grandes  ciudades  o villas; y, al cabo de  muchas leguas,  visto que  no había  innovación,  y  que  la  costa  me  llevaba  al  septentrión,  de  adonde  mi voluntad  era  contraria,  porque  el  invierno  era  ya  encarnado,  y  yo  tenía propósito  de  hacer  de  él  al  austro,  y  también  el  viento  me  dio  adelante, determiné  de  no  aguardar  otro  tiempo,  y  volví  atrás  hasta  un  señalado puerto, de adonde envié dos hombres por la tierra, para saber si había rey o   grandes   ciudades.   Anduvieron   tres   jornadas,   y   hallaron   infinitas poblaciones pequeñas y  gente sin número,  mas no cosa de regimiento; por lo cual se volvieron.

Yo   entendía   harto   de   otros   Indios,   que   ya   tenía   tomados,   como continuamente  esta  tierra  era  isla,  y  así  seguí  la costa  de  ella  al  oriente ciento  y  siete  leguas  hasta  donde  hacía  fin.  Del  cual  cabo  vi  otra  isla  al oriente, distante de esta diez y ocho leguas, a la cual luego puse nombre la Española y fui allí, y seguí la parte del septentrión, así como de la Juana al oriente,  188  grandes  leguas  por  línea  recta;  la  cual  y  todas  las  otras  son fertilísimas  en  demasiado  grado,  y  ésta  en  extremo.  En  ella  hay  muchos puertos  en  la  costa  de  la  mar,  sin  comparación  de  otros  que  yo  sepa  en cristianos, y hartos ríos y buenos y grandes, que es maravilla. Las tierras de ella  son  altas,  y  en  ella  muy  muchas  sierras  y  montañas  altísimas,  sin comparación de la isla de Tenerife; todas hermosísimas, de mil fechuras, y todas  andables,  y  llenas  de  árboles  de  mil  maneras y  altas,  y  parece  que llegan al cielo; y tengo por dicho que jamás pierden la hoja, según lo puedo comprehender, que los ví tan verdes y tan hermosos como son por mayo en España,  y  de  ellos  estaban  floridos,  de  ellos  con  fruto,  y  de  ellos  en  otro término, según es su calidad; y cantaba el ruiseñor y otros pajaricos de mil maneras en el mes de noviembre por allí donde yo andaba. Hay palmas de seis o ocho maneras, que es admiración verlas, por la deformidad hermosa de  ellas,  mas  así  como  los  otros  árboles  y  frutos  e  hierbas.  En  ella  hay pinares  a  maravilla  y  hay  campiñas  grandísimas,  y  hay  miel,  y  de  muchas maneras de aves, y frutas muy diversas. En las tierras hay muchas minas de metales,  y  hay  gente  en  estimable  número.  La  Española  es  maravilla;  las sierras  y  las  montañas  y  las  vegas  y  las  campiñas, y  las  tierras  tan hermosas  y  gruesas  para  plantar  y  sembrar,  para  criar  ganados  de  todas suertes,  para  edificios  de  villas  y  lugares.  Los  puertos  de  la  mar  aquí  no habría  creencia  sin  vista,  y  de  los  ríos  muchos  y  grandes,  y  buenas  aguas, los  más  de  los  cuales  traen  oro.  En  los  árboles  y  frutos  e  hierbas  hay grandes   diferencias   de   aquellas   de   la   Juana.   En   ésta   hay   muchas especierías, y grandes minas de oro y do otros metales. La gente de esta isla y de todas las otras que he hallado y he habido noticia, andan todos desnudos, hombres y mujeres, así como sus madres los paren, aunque algunas mujeres se cobijan un solo lugar con una hoja de hierba o una cofia de algodón que para ellos hacen. Ellos no tienen hierro, ni acero, ni  armas,  ni  son  para  ello,  no  porque  no  sea  gente bien  dispuesta  y  de hermosa estatura, salvo que son muy temeroso a maravilla. No tienen otras armas salvo las armas de las cañas, cuando están con la simiente, a la cual ponen  al  cabo  un  palillo  agudo;  y  no  osan  usar  de  aquellas;  que  muchas veces  me  ha  acaecido  enviar  a  tierra  dos  o  tres  hombres  a  alguna  villa, para  haber  habla,  y  salir  a  ellos  de  ellos  sin  número;  y  después  que  los veían llegar huían, a no aguardar padre a hijo; y esto no porque a ninguno se  haya  hecho  mal,  antes,  a  todo  cabo  adonde  yo  haya  estado  y  podido haber  fabla,  les  he  dado  de  todo  lo  que  tenía,  así paño  como  otras  cosas muchas,  sin  recibir  por  ello  cosa  alguna;  mas  son  así  temerosos  sin remedio.  Verdad  es  que,  después  que  se  aseguran  y  pierden  este  miedo, ellos son tanto sin engaño y tan liberales de lo que tienen, que no lo creería sino el que lo viese. Ellos de cosa que tengan, pidiéndosela, jamás dicen de no; antes, convidan la persona con ello, y muestran tanto amor que darían los corazones, y, quieren sea cosa de valor, quien sea de poco precio, luego por cualquiera cosica, de cualquiera manera que sea que se le dé, por ello

se  van  contentos.  Yo  defendí  que  no  se  les  diesen  cosas  tan  civiles  como pedazos  de  escudillas  rotas,  y  pedazos  de  vidrio  roto,  y  cabos  de  agujetas aunque, cuando ellos esto podían llegar, les parecía haber la mejor joya del mundo;  que  se  acertó  haber  un  marinero,  por  una  agujeta,  de  oro  peso  de dos  castellanos  y  medio;  y  otros,  de  otras  cosas  que  muy  menos  valían, mucho  más;  ya  por  blancas  nuevas  daban  por  ellas  todo  cuanto  tenían, aunque fuesen dos ni tres castellanos de oro, o una arroba o dos de algodón filado. Hasta los pedazos de los arcos rotos, de las pipas tomaban, y daban lo que tenían como bestias; así que me pareció mal, y yo lo defendí, y daba yo  graciosas  mil  cosas  buenas,  que  yo  llevaba,  porque  tomen  amor,  y allende de esto se hagan cristianos, y se inclinen al amor y servicio de Sus Altezas y de toda la nación castellana, y procuren de ayuntar y nos dar de las cosas que tienen en abundancia, que nos son necesarias. Y no conocían ninguna seta ni idolatría salvo que todos creen que las fuerzas y el bien es en  el  cielo,  y  creían  muy  firme  que  yo  con  estos  navíos  y  gente  venía  del cielo,  y  en  tal  catamiento  me  recibían  en  todo  cabo,  después  de  haber perdido el miedo. Y esto no procede porque sean ignorantes, y salvo de muy sutil ingenio y hombres que navegan todas aquellas mares, que es maravilla la buena cuenta que ellos dan que de todo; salvo porque nunca vieron gente vestida ni semejantes navíos. Y  luego  que  llegué  a  Indias,  en  la  primera  isla  que  hallé  tomé  por  fuerza algunos de ellos, para que deprendiesen y me diesen noticia de lo que había en aquellas partes, así fue que luego entendieron, y nos a ellos, cuando por lengua o señas; y estos han aprovechado mucho. Hoy en día los traigo que siempre  están  de  propósito  que  vengo  del  cielo,  por  mucha  conversación que  hayan  habido  conmigo;  y  éstos  eran  los  primeros  a  pronunciarlo adonde  yo  llegaba,  y  los  otros  andaban  corriendo  de  casa  en  casa  y  a  las villas  cercanas  con  voces  altas:  venid,  venid  a  ver  la  gente  del  cielo;  así, todos, hombres  como mujeres, después de haber  el corazón seguro de nos, venían que no quedaban grande ni pequeño, y todos traían algo de comer y de  beber,  que  daban  con  un  amor  maravilloso.  Ellos tienen  en  todas  las islas muy muchas canoas, a manera de fustas de remo, de ellas mayores, de ellas menores; y algunas son mayores que una fusta de diez y ocho bancos. No son tan anchas, porque son de un solo madero; mas una fusta no terná con ellas al remo, porque van que no es cosa de creer. Y con éstas navegan todas  aquellas  islas  que  son  innumerables,  y  tratan  sus  mercaderías. Alguna  de  estas  canoas  he  visto  con  70  y  80  hombres  en  ella,  y  cada  uno con su remo. En todas estas islas no vi mucha diversidad de la hechura de la gente, ni en las  costumbres  ni  en  la  lengua;  salvo  que  todos  se entienden,  que  es  cosa muy  singular  para  lo  que  espero  que  determinaran  Sus  Altezas  para  la conversión de ellos a nuestra santa fe, a la cual son muy dispuestos. Ya  dije  como  yo  había  andado  107  leguas  por  la  costa  de  la  mar  por  la derecha  línea  de  occidente  a  oriente  por  la  isla  de  Juana,  según  el  cual camino puedo decir que esta isla es mayor que Inglaterra y Escocia juntas; porque, allende de estas 107 leguas, me quedan de la parte de poniente dos provincias que yo no he andado, la una de las cuales llaman Avan, adonde

nace  la  gente  con  cola;  las  cuales  provincias  no  pueden  tener  en  longura menos de 50 o 60 leguas, según pude entender de estos Indios que yo tengo, los cuales saben todas las islas.  Esta otra Española en cierco tiene más que la España toda, desde Colibre, por  costa  de  mar,  hasta  Fuenterrabía  en  Viscaya,  pues  en  una  cuadra anduve  188  grandes  leguas  por  recta  línea  de  occidente  a  oriente.  Esta  es para  desear,  y  vista,  para  nunca  dejar;  en  la  cual,  puesto  que  de  todas tenga  tomada  posesión  por  Sus  Altezas,  y  todas  sean  más  abastadas  de  lo que yo sé y puedo decir, y todas las tengo por de Sus Altezas, cual de ellas pueden disponer como y tan cumplidamente como de los reinos de Castilla, en  esta  Española,  en  el  lugar  más  convenible  y  mejor  comarca  para  las minas del oro y de todo trato así de la tierra firme de aquí como de aquella de  allá  del  Gran  Can,  adonde  habrá  gran  trato  y  ganancia,  he  tomado posesión de una villa grande, a la cual puse nombre la villa de Navidad; y en  ella  he  hecho  fuerza  y  fortaleza,  que  ya  a  estas  horas  estará  del  todo acabada,  y  he  dejado  en  ella  gente  que  abasta  para semejante  hecho,  con armas  y  artellarías  y  vituallas  por  más  de  un  ano, y  fusta,  y  maestro  de  la mar en todas artes para hacer otras, y grande amistad con el rey de aquella tierra, en tanto grado, que se preciaba de me llamar y tener por hermano, y, aunque le mudase la voluntad a ofender esta gente, él ni los suyos no saben que  sean  armas,  y  andan  desnudos,  como  ya  he  dicho,  y  son  los  más temerosos que hay en el mundo; así que solamente la gente que allá queda es para destruir toda aquella tierra; y es isla sin peligros de sus personas, sabiéndose regir. En  todas  estas  islas  me  parece  que  todos  los  hombres  sean  contentos  con una  mujer,  y  a  su  mayoral  o  rey  dan  hasta  veinte.  Las  mujeres  me  parece que  trabajan  más  que  los  hombres.  Ni  he  podido  entender  si  tienen  bienes propios; que me pareció ver que aquello que uno tenía todos hacían parte, en especial de las cosas comederas. En  estas  islas  hasta  aquí  no  he  hallado  hombres  monstruos,  como  muchos pensaban, mas antes es toda gente de muy lindo acatamiento, ni son negros como  en  Guinea,  salvo  con  sus  cabellos  correndíos, y  no  se  crían  adonde hay  ímpeto  demasiado  de  los  rayos  solares;  es  verdad  que  el  sol  tiene  allí gran  fuerza,  puesto  que  es  distante  de  la  línea  equinoccial  veinte  y  seis grados.  En  estas  islas,  adonde  hay  montañas  grandes,  allí  tenía  fuerza  el frío  este  invierno;  mas  ellos  lo  sufren  por  la  costumbre,  y  con  la  ayuda  de las viandas que comen con especias muchas y muy calientes en demasía. Así que mostruos no he hallado, ni noticia, salvo de una isla Quaris, la segunda a la entrada de las Indias, que es poblada de una gente que tienen en todas las  islas  por  muy  feroces,  los  cuales  comen  carne  humana.  Estos  tienen muchas  canoas,  con  las  cuales  corren  todas  las  islas  de  India,  y  roban  y toman  cuanto  pueden;  ellos  no  son  más  disformes  que  los  otros,  salvo  que tienen costumbre de traer los cabellos largos como mujeres, y usan arcos y flechas  de  las  mismas  armas  de  cañas,  con  un  palillo  al  cabo,  por  defecto de  hierro  que  no  tienen.  Son  feroces  entre  estos  otros  pueblos  que  son  en demasiado  grado  cobardes,  mas  yo  no  los  tengo  en  nada  más  que  a  los otros. Estos son aquéllos que tratan con las mujeres de Matinino, que es la

primera  isla,  partiendo  de  España  para  las  Indias, que  se  halla  en  la  cual no  hay  hombre  ninguno.  Ellas  no  usan  ejercicio  femenil,  salvo  arcos  y flechas, como los sobredichos, de cañas, y se arman y cobijan con launes de arambre, de que tienen mucho. Otra isla hay, me aseguran mayor que la Española, en que las personas no tienen  ningún  cabello.  En  ésta  hay  oro  sin  cuento, y  de  ésta  y  de  las  otras traigo conmigo Indios para testimonio. En  conclusión,  a  hablar  de  esto  solamente  que  se  ha  hecho  este  viaje,  que fue  así  de  corrida,  pueden  ver  Sus  Altezas  que  yo  les  daré  oro  cuanto hubieren  menester,  con  muy  poquita  ayuda  que  Sus  Altezas  me  darán; ahora,  especiería  y  algodón  cuanto  Sus  Altezas  mandarán,  y  almástiga cuanta mandarán cargar, y de la cual hasta hoy no se ha hallado salvo en Grecia  en  la  isla  de  Xío,  y  el  Señorío  la  vende  como  quiere,  y  ligunáloe cuanto  mandarán  cargar,  y  esclavos  cuantos  mandarán  cargar,  y  serán  de los idólatras; y creo haber hallado ruibarbo y canela, y otras mil cosas de sustancia hallaré, que habrán hallado la gente que yo allá dejo; porque yo no me he detenido ningún cabo, en cuanto el viento me haya dado lugar de navegar; solamente en la villa de Navidad, en cuanto dejé asegurado y bien asentado.  Y  a  la  verdad,  mucho  más  hiciera,  si  los navíos  me  sirvieran como razón demandaba. Esto es harto y eterno Dios Nuestro Señor, el cual da a todos aquellos que andan   su   camino   victoria   de   cosas   que   parecen   imposibles;   y   ésta señaladamente fue la una; porque, aunque de estas tierras hayan hablado o escrito, todo va por conjectura sin allegar de vista, salvo comprendiendo a tanto,  los  oyentes  los  más  escuchaban  y  juzgaban  más  por  habla  que  por poca  cosa  de  ello.  Así  que,  pues  Nuestro  Redentor  dio  esta  victoria  a nuestros  ilustrísimos  rey  e  reina  y  a  sus  reinos  famosos  de  tan  alta  cosa, adonde  toda  la  cristiandad  debe  tomar  alegría  y  hacer  grandes  fiestas,  y dar  gracias  solemnes  a  la  Santa  Trinidad  con  muchas  oraciones  solemnes por  el  tanto  ensalzamiento  que  habrán,  en  tornándose  tantos  pueblos  a nuestra santa fe, y después por los bienes temporales; que no solamente la España, mas todos los cristianos ternán aquí refrigerio y ganancia. Esto, según el hecho, así en breve. Fecha en la carabela, sobre las islas de Canaria, a 15 de febrero, año 1493. Hará lo que mandaréis El almirante. Después  de  ésta  escrita,  y  estando  en  mar  de  Castilla,  salió  tanto  viento conmigo  sur  y  sureste,  que  me  ha  hecho  descargar  los  navíos.  Pero  corrí aquí  en  este  puerto  de  Lisboa  hoy,  que  fue  la  mayor  maravilla  del  mundo, adonde  acordé  escribir  a  Sus  Altezas.  En  todas  las Indias  he  siempre hallado los temporales como en mayo; adonde yo fui en 33 días, y volví en 28,  salvo  que  estas  tormentas  me  han  detenido  13  días  corriendo  por  este mar.  Dicen  acá  todos  los  hombres  de  la  mar  que  jamás  hubo  tan  mal invierno ni tantas pérdidas de naves. Fecha a 4 días de marzo.


Después  del  viaje  de  1492,    Colón  realizo  tres  viajes  más.  Estos  permitieron explorar  las  Islas  de  las  Antillas  menores  y  mayores  (La  Española  y  Cuba).  En  La Española  se  estableció  la  primera  colonia  de  europeos  en  América.  Posteriormente  se fundo allí la ciudad de Santo Domingo (actual República Dominicana). 

 

El último viaje de Colón,  realizado en el año 1502, le permitió por fin llegar a tierra  firme  o  a  Centroamérica.    En  el  mismo  año  de  1502  arribó  a  una    bahía  que bautizó  como  Puerto  Bello.  Once  años  después  los  españoles  se  internaron  en  este territorio –que hoy pertenece a Panamá- y fundaron la primera ciudad europea en tierra firme: Santa Maria la Antigua.

Luego de su arribo a España, fallece su protectora la reina Isabel.  Aquejado  del  doloroso  mal  de  la  gota,  muere  en  Valladolid  el  21  de  mayo  de 1506, sin saber que había descubierto un nuevo mundo.

Después  del  viaje  de  1492,    Colón  realizo  tres  viajes  más.  Estos  permitieron explorar  las  Islas  de  las  Antillas  menores  y  mayores  (La  Española  y  Cuba).  En  La Española  se  estableció  la  primera  colonia  de  europeos  en  América.  Posteriormente  se fundo allí la ciudad de Santo Domingo (actual República Dominicana). 








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