Referencia: https://es.panampost.com
En ningún lugar del hemisferio la penetración del terrorismo internacional ha llegado tan alto en la estructura del Estado como en Venezuela.
Estábamos en el prólogo de la Tercera Guerra Mundial, pero
uno de los contendientes quizás haya capitulado antes de comenzar. Al final fue
un éxito de la política exterior de Trump. Y lo admiten incluso voces
demócratas, por supuesto aquellas con la capacidad de sortear la polarización
de rigor, exacerbada a su vez por un impeachment y un año electoral.
Medio Oriente: ¿cómo se vive el
conflicto desde adentro?
La respuesta de Irán a la ejecución por parte de Estados
Unidos de Qassem Soleimani —general, héroe de guerra, jefe de la Fuerza Quds de
los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica y miembro del gabinete— fue
desproporcionada. Desproporcionada hacia abajo, esto es. Un ataque con misiles
pour la galerie, planeado para no causar bajas y con mínimos daños físicos.
Estados Unidos contra Irán: ¿quién
ganaría en un posible conflicto?
Una clara admisión de debilidad, acompañada por una
invitación a no escalar. La cual fue aceptada por el presidente, anunciando que
no habiendo pérdida de vidas continuará con sanciones económicas. La vía
diplomática sigue siendo posible, pero de la diplomacia dura.
Trump acaba de meter al régimen de los ayatolás en una caja y
exhibe la caja al mundo entero. Ya se sabía, desde luego, que Irán es débil en
una confrontación convencional, pero no se sabía que dicha debilidad fuera tal.
El asesinato de Soleimani termina haciéndolo explícito.
La ventaja comparativa de Irán reside en el accionar de sus
milicias y grupos terroristas, células que operan bajo el paraguas de la
Guardia Revolucionaria Islámica y cuya autoridad máxima era precisamente
Soleimani. De Yemen a Líbano y de Siria a Bahréin, dichos grupos desestabilizan
gobiernos y promueven conflictos sectarios.
Por supuesto también en Irak, donde Irán es un término
fundamental de la ecuación de poder desde la invasión de Estados Unidos en
2003, apoyando a partidos islámicos chiitas y creando las milicias que han
dominado el territorio desde entonces, las Fuerzas de Movilización Popular.
Dichos grupos son responsables de una serie de ataques recientes a
instalaciones y personal americano, incluido el ataque a la embajada en Bagdad
de diciembre pasado.
Varios de los jefes de dichas unidades integran listados de
terroristas por su accionar en el Oriente Medio y más allá. De hecho, no es
infrecuente el asesinato de disidentes iraníes exiliados en Europa. En enero de
2019 los Países Bajos, Francia y Dinamarca acusaron al régimen de Teherán de
planear y llevar adelante dichas operaciones. Aun así, el apaciguamiento es la
opción preferida de la política exterior europea.
Si todo esto es corolario de una guerra innecesaria y mal
concebida que derivó en la descomposición del Estado iraquí, la de 2003, la
expansión del accionar de Irán hacia el otro lado del Atlántico tiene orígenes
en el acuerdo nuclear de Obama y sus excesivas concesiones al régimen iraní. Me
refiero a la truncada operación Cassandra.
Lanzada en 2008, era un proyecto de investigación de la DEA
sobre las fuentes de financiamiento de Hezbollah. De acuerdo a la evidencia, la
organización terrorista estaba recurriendo de manera creciente al narcotráfico
y crímenes conexos para costear sus actividades. Grandes sumas de dinero habían
sido lavadas en las Américas para luego terminar en las arcas de Hezbollah en
Líbano. Durante las negociaciones del acuerdo nuclear con Irán, a la postre
firmado en 2015, el gobierno de Obama estancó Cassandra.
La indulgencia de Obama permitió a Hezbollah hacer pie firme
en América Latina. Los ilícitos prosperan con Estados fáciles de capturar,
fronteras porosas y corrupción generalizada. Hoy sabemos que las platas del
narcotráfico, la corrupción de la obra pública y el terrorismo se lavan en el
mismo sitio. En Iquique, la Triple Frontera o Sinaloa, entre otros sitios
activos, los expertos en seguridad certifican que Hezbollah llegó a la región
para quedarse.
En Argentina ya estaba desde bastante antes, el atentado a la
AMIA en 1994 lo evidencia. En el expediente judicial de dicho ataque terrorista
se puede buscar el nombre de Qassem Soleimani, la cadena de mando de la redes
terroristas terminaba en su escritorio. Y ello desde hace al menos 25 años.
En ningún lugar del hemisferio la penetración del terrorismo
internacional ha llegado tan alto en la estructura del Estado como en
Venezuela. Alcanza con recordar la emisión de diez mil pasaportes en el
consulado venezolano en Damasco, entre 2008 y 2009, y que terminaron en manos
de Hezbollah, justamente. El Ministro del Interior, autoridad a cargo de la
emisión de documentos de identidad, era Tareck El Aissami. Allí los aliados
internacionales de la narco-dictadura venezolana.
EL DIRECTOR PARA LATINOAMÉRICA DEL MINISTERIO RUSO DE ASUNTOS
EXTERIORES, ALEXÁNDER SCHETININ, ANALIZA LOS ACONTECIMIENTOS CLAVE DEL AÑO 2019
EN LA REGIÓN.
Destacando por encima de otros la crisis en Venezuela, el
golpe de Estado en Bolivia, el cese de la retransmisión de RT en Español en
algunos países y la llegada de Alberto Fernández a la presidencia de Argentina.
Dice: "Las turbulencias en América Latina se deben a la
política de EE.UU. de reorganizar la región"
Volviendo a lo actual, al final sí hubo perdidas de vida, un
avión comercial derribado con 176 víctimas. Ante la acumulación de evidencia, y
las acusaciones del primer ministro canadiense, Teherán tuvo que reconocer su
responsabilidad, aclarando que fue por error. Ahora el problema adicional es
creerles. El régimen iraní tiene una larga trayectoria en esto de matar gente
inocente.
Conflicto en Medio Oriente: ¿cómo
afecta a América Latina?
La gran paradoja de las
relaciones de Irán con América Latina
La reacción de América Latina a la crisis internacional entre
Estados Unidos e Irán tiene dos extremos opuestos, desde Venezuela hasta
Brasil.
En Venezuela, el presidente de la Asamblea nacional
constituyente, Diosdado Cabello, visitó el martes 7de enero 2020, la embajada
iraní y leyó un mensaje que concluía así: "¡Viva Irán, vivan los pueblos
libres, nosotros venceremos!".
"Tu muerte será vengada, camarada", dijo allí mismo
el diputado chavista Pedro Carreño al firmar el libro de condolencias de Quasem
Soleimani, el general iraní cuya muerte en un ataque de EE.UU. en Irak disparó
la tensión internacional este mes.
En cambio, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se alineó
con Washington.
"Nuestra posición es aliarse a cualquier país del mundo
en el combate al terrorismo. Sabemos lo que en gran parte Irán representa para
sus vecinos y para el mundo", dijo Bolsonaro en una entrevista con la TV
Bandeirantes.
América Latina: ¿el
patio trasero de Trump, Putin e Irán?
El gasto militar en todo el mundo está creciendo y llegó a
los niveles de la guerra fría, según un estudio internacional.
¿Quiénes son los
aliados de Irán en Medio Oriente?
Pero detrás de estas posturas antagónicas hay otra realidad.
El Brasil del ultraderechista Bolsonaro es el gran socio
comercial de Irán en América Latina, con un intercambio bilateral miles de
veces superior en dólares al que la República Islámica tiene con su aliado
socialista de Venezuela.
"Es paradójico", dice consultado al respecto
Hussein Kalout, exsecretario especial para asuntos estratégicos de Brasil y
actual investigador de la Universidad de Harvard en temas de Medio Oriente, a
BBC Mundo.
Ese aparente contrasentido refleja, sin embargo, la forma en
que Teherán ha separado sus intereses políticos y económicos en América Latina,
sobre todo en los últimos años.
Las relaciones diplomáticas de Irán con países
latinoamericanos datan de más de un siglo en algunos casos, pero tuvieron un
giro importante con el cambio de milenio.
Aunque América Latina nunca ha sido prioridad para los
iraníes, se volvió más atractiva para mitigar el creciente aislamiento
internacional que le causó a Teherán el desarrollo de su programa nuclear.
Mientras fue presidente de Irán entre 2005 y 2013, Mahmoud
Ahmadinejad viajó en promedio una vez por año a Latinoamérica, donde aumentó
las embajadas e impulsó varios proyectos.
Eran tiempos en los que en la región predominaban gobiernos
izquierdistas con los que Ahmadinejad desarrolló una sintonía especial.
Sin embargo, a medida que bajó la "marea rosa" de
la izquierda latinoamericana y crecieron las sanciones internacionales a
Teherán, quedó claro que para los iraníes existen al menos dos tipos de socios
en la región.
Por un lado, hay países enfrentados a EE.UU. como Venezuela,
Nicaragua o Cuba, que criticaron el ataque a Soleimani, con los que Teherán
tiene una mayor afinidad política, pero vínculos económicos menores.
Viejos anuncios de inversiones iraníes —como en la construcción
de un puerto de aguas profundas en Nicaragua— quedaron en la nada y el comercio
bilateral de Irán con sus aliados regionales es bajo, incluso inferior al
millón de dólares por año.
Según el Centro para el Desarrollo Internacional (CID por sus
siglas en inglés) de Harvard, el intercambio comercial entre Venezuela e Irán
fue de US$892.000 en 2016, último año del que dispone de cifras.
Por otro lado, países como Argentina, Brasil o Uruguay
mantienen flujos comerciales muy superiores con Irán pese a tener gobiernos de
distinto signo ideológico: US$451 millones, US$2.560 millones y US$164 millones
respectivamente en 2017, de acuerdo al CID.
En los tres casos la balanza comercial es ampliamente
favorable a los latinoamericanos.
El Brasil de Bolsonaro tuvo el año pasado un superávit de más
de US$2.000 millones en el intercambio con Irán, uno de sus principales
destinos de exportaciones agrícolas y de proteína animal en el mundo.
Por ser más complementarios para su economía, productos
sudamericanos como la soja, el maíz o la carne resultan más atractivos para
Irán que, por ejemplo, el petróleo venezolano.
Incluso el intercambio bilateral de la República Islámica con
Chile, Colombia o México supera al que mantiene con sus aliados de Venezuela,
Cuba o Nicaragua.
Pero ¿puede variar todo esto con las tensiones entre EE.UU. e
Irán?
El factor Trump
Kalout descarta que Irán vaya a sustituir a Brasil como
principal socio comercial en América Latina apenas por declaraciones de
Bolsonaro o su gobierno, a menos que se traduzcan en acciones ostensivas contra
Teherán.
"Los iraníes tienen un modelo muy cartesiano de medir
sus relaciones estratégicas: se acostumbraron en las últimas cuatro décadas a
tratar con países cuya diplomacia es ambivalente, amigo y enemigo al mismo
tiempo", dice el experto. "Saben jugar ese juego".
El propio Bolsonaro declaró el martes 13 – 2020, que
"continuará" el comercio entre Brasil e Irán.
Muchos recuerdan que parte de la base de apoyo parlamentario
de Bolsonaro proviene del sector rural que se beneficia de ese intercambio.
De hecho, Irán mantuvo e incluso aumentó sus compras a
Argentina después que este país reclamara en 2007 la captura de cinco
exfuncionarios iraníes por su presunto involucramiento en el atentado contra la
mutual israelita AMIA, que dejó 85 muertos en 1994 en Buenos Aires.
Argentina se convirtió en julio en el primer país de América
Latina en designar a Hezbolá —la organización libanesa chiíta respaldada por
Irán, también responsabilizada por el ataque a la AMIA— como grupo
"terrorista", algo que EE.UU. señaló como un logro tras años de esfuerzos
diplomáticos.
Paraguay y Honduras hicieron lo mismo luego. Y el próximo
podría ser Brasil.
Washington ha advertido en diferentes ocasiones sobre la
presencia de Irán y Hezbolá en lugares de América Latina como la "triple
frontera" entre Argentina, Brasil y Paraguay o en Venezuela.
El enviado especial de EE.UU. para Venezuela, Elliott Abrams,
sostuvo por su lado que "la presencia de Irán o de Hezbolá en Venezuela
hasta la fecha no es muy grande".
"Es posible que el régimen decidiera tratar de traer iraníes
y terroristas de Hezbolá a Venezuela, pero sería un error fatal", dijo
Abrams en la Voz de América.
Farid Kahhat, un profesor de relaciones internacionales de la
Pontifica Universidad Católica de Perú experto en temas de seguridad
internacional y Medio Oriente, observa que desde el atentado de la AMIA
"no hay casos de terrorismo en donde se haya implicado a Hezbolá" en
la región.
Y señala que la sospecha de que en América Latina ese grupo
está involucrado en "lavado de dinero o incluso narcotráfico parece tener
más asidero que la acusación en materia de terrorismo".
A su juicio, es probable que el gobierno de Donald Trump en
EE.UU. aumente las presiones para que América Latina enfríe sus vínculos con
Teherán como parte de su disputa con la República Islámica, al igual que ya
intentó frenar la influencia de China en la región.
"EE.UU. no lo había hecho cuestión de Estado por la
relación económica entre América Latina e Irán", dice Kahhat a BBC Mundo.
"Eso podría cambiar con Trump".
Repercusiones del conflicto entre
EE.UU-IRÁN en América Latina
Un funcionario sénior del Departamento de Estado de EE.UU.
indicó que los iraníes "siguen jugando" en el Hemisferio Occidental y
"no son actores constructivos", pero estimó que su influencia
probablemente es estable y no ha repuntado recientemente.
La gran paradoja de las
relaciones de Irán con América Latina
Referencia: BBC News Mundo, Nueva YorK
La reacción de América Latina a la crisis internacional entre
Estados Unidos e Irán tiene dos extremos opuestos, desde Venezuela hasta
Brasil.
En Venezuela, el presidente de la Asamblea nacional
constituyente, Diosdado Cabello, visitó el martes 7de enero 2020, la embajada
iraní y leyó un mensaje que concluía así: "¡Viva Irán, vivan los pueblos
libres, nosotros venceremos!".
"Tu muerte será vengada, camarada", dijo allí mismo
el diputado chavista Pedro Carreño al firmar el libro de condolencias de Quasem
Soleimani, el general iraní cuya muerte en un ataque de EE.UU. en Irak disparó
la tensión internacional este mes.
En cambio, el presidente brasileño, Jair Bolsonaro, se alineó
con Washington.
"Nuestra posición es aliarse a cualquier país del mundo
en el combate al terrorismo. Sabemos lo que en gran parte Irán representa para
sus vecinos y para el mundo", dijo Bolsonaro en una entrevista con la TV
Bandeirantes.
¿Quiénes son los
aliados de Irán en Medio Oriente?
Pero detrás de estas posturas antagónicas hay otra realidad.
El Brasil del ultraderechista Bolsonaro es el gran socio
comercial de Irán en América Latina, con un intercambio bilateral miles de
veces superior en dólares al que la República Islámica tiene con su aliado
socialista de Venezuela.
"Es paradójico", dice consultado al respecto
Hussein Kalout, exsecretario especial para asuntos estratégicos de Brasil y
actual investigador de la Universidad de Harvard en temas de Medio Oriente, a
BBC Mundo.
Ese aparente contrasentido refleja, sin embargo, la forma en
que Teherán ha separado sus intereses políticos y económicos en América Latina,
sobre todo en los últimos años.
Las relaciones diplomáticas de Irán con países
latinoamericanos datan de más de un siglo en algunos casos, pero tuvieron un
giro importante con el cambio de milenio.
Aunque América Latina nunca ha sido prioridad para los
iraníes, se volvió más atractiva para mitigar el creciente aislamiento
internacional que le causó a Teherán el desarrollo de su programa nuclear.
Mientras fue presidente de Irán entre 2005 y 2013, Mahmoud
Ahmadinejad viajó en promedio una vez por año a Latinoamérica, donde aumentó
las embajadas e impulsó varios proyectos.
Eran tiempos en los que en la región predominaban gobiernos
izquierdistas con los que Ahmadinejad desarrolló una sintonía especial.
Sin embargo, a medida que bajó la "marea rosa" de
la izquierda latinoamericana y crecieron las sanciones internacionales a
Teherán, quedó claro que para los iraníes existen al menos dos tipos de socios
en la región.
Por un lado, hay países enfrentados a EE.UU. como Venezuela,
Nicaragua o Cuba, que criticaron el ataque a Soleimani, con los que Teherán
tiene una mayor afinidad política, pero vínculos económicos menores.
Viejos anuncios de inversiones iraníes —como en la construcción
de un puerto de aguas profundas en Nicaragua— quedaron en la nada y el comercio
bilateral de Irán con sus aliados regionales es bajo, incluso inferior al
millón de dólares por año.
Según el Centro para el Desarrollo Internacional (CID por sus
siglas en inglés) de Harvard, el intercambio comercial entre Venezuela e Irán
fue de US$892.000 en 2016, último año del que dispone de cifras.
Por otro lado, países como Argentina, Brasil o Uruguay
mantienen flujos comerciales muy superiores con Irán pese a tener gobiernos de
distinto signo ideológico: US$451 millones, US$2.560 millones y US$164 millones
respectivamente en 2017, de acuerdo al CID.
En los tres casos la balanza comercial es ampliamente
favorable a los latinoamericanos.
El Brasil de Bolsonaro tuvo el año pasado un superávit de más
de US$2.000 millones en el intercambio con Irán, uno de sus principales
destinos de exportaciones agrícolas y de proteína animal en el mundo.
Por ser más complementarios para su economía, productos
sudamericanos como la soja, el maíz o la carne resultan más atractivos para
Irán que, por ejemplo, el petróleo venezolano.
Incluso el intercambio bilateral de la República Islámica con
Chile, Colombia o México supera al que mantiene con sus aliados de Venezuela,
Cuba o Nicaragua.
Pero ¿puede variar todo esto con las tensiones entre EE.UU. e
Irán?
El factor Trump
Kalout descarta que Irán vaya a sustituir a Brasil como
principal socio comercial en América Latina apenas por declaraciones de
Bolsonaro o su gobierno, a menos que se traduzcan en acciones ostensivas contra
Teherán.
"Los iraníes tienen un modelo muy cartesiano de medir
sus relaciones estratégicas: se acostumbraron en las últimas cuatro décadas a
tratar con países cuya diplomacia es ambivalente, amigo y enemigo al mismo
tiempo", dice el experto. "Saben jugar ese juego".
El propio Bolsonaro declaró el martes 13 – 2020, que
"continuará" el comercio entre Brasil e Irán.
Muchos recuerdan que parte de la base de apoyo parlamentario
de Bolsonaro proviene del sector rural que se beneficia de ese intercambio.
De hecho, Irán mantuvo e incluso aumentó sus compras a
Argentina después que este país reclamara en 2007 la captura de cinco
exfuncionarios iraníes por su presunto involucramiento en el atentado contra la
mutual israelita AMIA, que dejó 85 muertos en 1994 en Buenos Aires.
Argentina se convirtió en julio en el primer país de América
Latina en designar a Hezbolá —la organización libanesa chiíta respaldada por
Irán, también responsabilizada por el ataque a la AMIA— como grupo
"terrorista", algo que EE.UU. señaló como un logro tras años de esfuerzos
diplomáticos.
Paraguay y Honduras hicieron lo mismo luego. Y el próximo
podría ser Brasil.
Washington ha advertido en diferentes ocasiones sobre la
presencia de Irán y Hezbolá en lugares de América Latina como la "triple
frontera" entre Argentina, Brasil y Paraguay o en Venezuela.
El enviado especial de EE.UU. para Venezuela, Elliott Abrams,
sostuvo por su lado que "la presencia de Irán o de Hezbolá en Venezuela
hasta la fecha no es muy grande".
"Es posible que el régimen decidiera tratar de traer iraníes
y terroristas de Hezbolá a Venezuela, pero sería un error fatal", dijo
Abrams en la Voz de América.
Farid Kahhat, un profesor de relaciones internacionales de la
Pontifica Universidad Católica de Perú experto en temas de seguridad
internacional y Medio Oriente, observa que desde el atentado de la AMIA
"no hay casos de terrorismo en donde se haya implicado a Hezbolá" en
la región.
Y señala que la sospecha de que en América Latina ese grupo
está involucrado en "lavado de dinero o incluso narcotráfico parece tener
más asidero que la acusación en materia de terrorismo".
A su juicio, es probable que el gobierno de Donald Trump en
EE.UU. aumente las presiones para que América Latina enfríe sus vínculos con
Teherán como parte de su disputa con la República Islámica, al igual que ya
intentó frenar la influencia de China en la región.
"EE.UU. no lo había hecho cuestión de Estado por la
relación económica entre América Latina e Irán", dice Kahhat a BBC Mundo.
"Eso podría cambiar con Trump".
Un funcionario sénior del Departamento de Estado de EE.UU.
indicó que los iraníes "siguen jugando" en el Hemisferio Occidental y
"no son actores constructivos", pero estimó que su influencia
probablemente es estable y no ha repuntado recientemente.
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