lunes, 10 de octubre de 2022

EL OCASO DE LOS DIOSES (Götterdämmerung)

 EL OCASO DE LOS DIOSES - Götterdämmerung – RICHARD WAGNER
OPERA: Hagen es, prácticamente, el protagonista de El ocaso de los dioses y encarna la maldad absoluta. Hijo de Alberich y de la madre de Gunther y Gutrune mueve todos los hilos de la trama, encauza y desarrolla la venganza en nombre de su progenitor, incluidas sus ansias por recuperar el Anillo basadas en una iniquidad e infamia sin límites.

El "Ocaso de los Dioses" narra la historia de cómo el anillo maldito hecho con oro robado al Rin por un enano (Alberich, un "nibelungo"), llevará a la trágica muerte de Sigfrido; y también la inmolación de Brunilda, la Valquiria. Tras la muerte y cremación de ella junto su amado Sigfrido, sus cuerpos arden y expían la maldición del anillo del Nibelungo, recayendo entonces en el Valhalla, la morada de los dioses, donde moraba Wotan, y que arderá dejando al mundo sin la tiranía de los dioses. Ya con los dioses del Valhalla muertos, la humanidad habrá sido liberada por la voluntad pura de su héroe y heroína, Sigfrido y Brunilda.

Prólogo

La decoración es la misma del acto final de La valquiria. Es de noche y hay tres mujeres de lúgubre y misterioso aspecto. Son las tres Nornas —Urd, Verdandi y Skuld— congregadas junto a la roca de Brunilda, tejiendo la cuerda del destino. Ellas son las hijas de la naturaleza, Erda, sombrías hilanderas que trenzan el hilo de la vida que enlaza pasado, presente y futuro. Se dedican a explicar lo que pasa y predicen el futuro. La primera norna, Urd, el pasado, es una contralto. La segunda norna, Verdandi, el presente, es una mezzosoprano. La tercera norna, Skuld, el futuro, es una soprano. Oráculos profundos de la noche, susurros del inconsciente colectivo, ellas son criaturas elementales. Son tres altas mujeres envueltas en sendas túnicas oscuras.

 

La más vieja está al pie de un corpulento pino, la segunda se sienta sobre una peña delante de la gruta que se ve a la izquierda. La más joven aparece sobre una elevada roca, al fondo. La primera de ellas, norna del pasado, nos cuenta el origen del poder divino, cuando Wotan se hizo una lanza con una rama del Fresno del mundo (símbolo de la existencia), nos dice que ya no puede atar el extremo del hilo al Fresno del mundo, porque se ha secado y ya no existe.


Se escucha en palpitantes acordes el leitmotiv del poder de los dioses. La segunda cuenta cómo fue rota la lanza sagrada por un héroe joven y audaz. La tercera canta que Wotan ha hecho amontonar los pedazos del tronco alrededor del Valhalla, si acaso arden, llegó el fin para siempre y vaticina el cercano fin de los dioses, en un incendio colosal que consumirá su reino. Mientras está hilando, cada vez es más difícil tejer el hilo, pues se enreda y se retuerce. La norna del pasado no acierta a ver en lo que fue, la del presente advierte que las asperezas de la piedra muerden su labor, el tejido se enreda. En un descuido, la cuerda se rompe mientras se escucha el leitmotiv de la maldición, porque un anatema implacable pesa sobre el mundo. Por más que no volvamos a ver ya ni a Wotan ni a los dioses, sentimos, no obstante, que sobre todo cuanto ocurra pesa la fatalidad de la maldición. Lamentándose de la pérdida de su sabiduría, las Nornas huyen.

 

Al amanecer, Sigfrido y Brunilda salen de su cueva. El hecho de que amanezca es importante porque Sigfrido es la personificación del sol, cuando despierta lleva la vida y la alegría al mundo, mientras que reinan la calma y la oscuridad cuando sus ojos se cierran.

 

Brunilda envía a Sigfrido en busca de nuevas aventuras, pidiéndole que siempre tenga presente su amor. El joven, devenido hombre, va a partir para realizar nuevas proezas, y deja a Brunilda, como prenda de amor y de su fidelidad, el anillo de oro que él robó procedente del tesoro que custodiaba el dragón, Fafner. El héroe va a partir en busca de empresas heroicas para depositar sus victorias a los pies de su amada como ofrenda de amor. Ella, en cambio, le ha dado sus armas de valkiria y su corcel Grane. Vestido con la coraza de Brunilda y montando el caballo, Sigfrido se aleja. Porta Nueva Nothung, la espada, y Tarnhelm, el yelmo mágico. Cuando parte, a lo lejos se oye el eco de su cuerno de caza.

 

El prólogo presenta, a la manera de un amplio preludio sinfónico-vocal, un marcado contraste entre estas dos escenas: la profunda y misteriosa imponencia de las Nornas y la luminosa y radiante exaltación épico-amorosa de la despedida de Brunilda y Sigfrido.

Se pasa sin ninguna interrupción al acto primero. Esta transición musical es la parte más famosa de la última jornada. Popularmente conocida como «El viaje de Sigfrido por el Rin»,  es una asociación de ideas musicales sugiriendo la marcha del héroe en busca de aventuras recordando los leitmotiven del héroe y de su amor, las notas del fuego, el leitmotiv de la Naturaleza, el leitmotiv primitivo del Rin, aumentando hasta destacarse muy fuerte y sonoro el leitmotiv del ocaso de los dioses.

 

Al final se escucha el leitmotiv de las doncellas del Rin, que lloran por el oro apagándose y aparece el leitmotiv del anillo maldito. Esta transición musical resume la historia de los acontecimientos que originaron las catástrofes y el ocaso de los dioses.

Acto I

Comentario final



EDICIÓN: Erika Rojas Portilla

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