Prólogo
La decoración es la misma del acto final de La valquiria. Es
de noche y hay tres mujeres de lúgubre y misterioso aspecto. Son las tres
Nornas —Urd, Verdandi y Skuld— congregadas junto a la roca de Brunilda,
tejiendo la cuerda del destino. Ellas son las hijas de la naturaleza, Erda,
sombrías hilanderas que trenzan el hilo de la vida que enlaza pasado, presente
y futuro. Se dedican a explicar lo que pasa y predicen el futuro. La primera
norna, Urd, el pasado, es una contralto. La segunda norna, Verdandi, el
presente, es una mezzosoprano. La tercera norna, Skuld, el futuro, es una
soprano. Oráculos profundos de la noche, susurros del inconsciente colectivo,
ellas son criaturas elementales. Son tres altas mujeres envueltas en sendas
túnicas oscuras.
La más vieja está al pie de un corpulento pino, la segunda se
sienta sobre una peña delante de la gruta que se ve a la izquierda. La más
joven aparece sobre una elevada roca, al fondo. La primera de ellas, norna del
pasado, nos cuenta el origen del poder divino, cuando Wotan se hizo una lanza
con una rama del Fresno del mundo (símbolo de la existencia), nos dice que ya
no puede atar el extremo del hilo al Fresno del mundo, porque se ha secado y ya
no existe.
Al amanecer, Sigfrido y Brunilda salen de su cueva. El hecho
de que amanezca es importante porque Sigfrido es la personificación del sol,
cuando despierta lleva la vida y la alegría al mundo, mientras que reinan la
calma y la oscuridad cuando sus ojos se cierran.
Brunilda envía a Sigfrido en busca de nuevas aventuras,
pidiéndole que siempre tenga presente su amor. El joven, devenido hombre, va a
partir para realizar nuevas proezas, y deja a Brunilda, como prenda de amor y
de su fidelidad, el anillo de oro que él robó procedente del tesoro que
custodiaba el dragón, Fafner. El héroe va a partir en busca de empresas
heroicas para depositar sus victorias a los pies de su amada como ofrenda de
amor. Ella, en cambio, le ha dado sus armas de valkiria y su corcel Grane.
Vestido con la coraza de Brunilda y montando el caballo, Sigfrido se aleja.
Porta Nueva Nothung, la espada, y Tarnhelm, el yelmo mágico. Cuando parte, a lo
lejos se oye el eco de su cuerno de caza.
El prólogo presenta, a la manera de un amplio preludio
sinfónico-vocal, un marcado contraste entre estas dos escenas: la profunda y
misteriosa imponencia de las Nornas y la luminosa y radiante exaltación
épico-amorosa de la despedida de Brunilda y Sigfrido.
Se pasa sin ninguna interrupción al acto primero. Esta transición musical es la parte más famosa de la última jornada. Popularmente conocida como «El viaje de Sigfrido por el Rin», es una asociación de ideas musicales sugiriendo la marcha del héroe en busca de aventuras recordando los leitmotiven del héroe y de su amor, las notas del fuego, el leitmotiv de la Naturaleza, el leitmotiv primitivo del Rin, aumentando hasta destacarse muy fuerte y sonoro el leitmotiv del ocaso de los dioses.
Al final se escucha el leitmotiv de las doncellas del Rin, que lloran por el oro apagándose y aparece el leitmotiv del anillo maldito. Esta transición musical resume la historia de los acontecimientos que originaron las catástrofes y el ocaso de los dioses.
Acto I
EDICIÓN: Erika Rojas Portilla
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